A pesar del bombardeo de las redes sociales con imágenes de playas paradisíacas de Tailandia, California o Brasil, a pocos kilómetros de nuestra casa también tenemos playas y paisajes dignos de subir a Instagram. Al sur del sur, se encuentra Tarifa, esa joya del Atlántico en la que todavía es posible disfrutar de playas salvajes. Y es que uno de los secretos mejor guardados de la ciudad más al sur de la Europa Continental es, en efecto, su idilio con el viento, lo que la convierte en meca de los aficionados a los deportes náuticos como el surf o el kite surf.
Pero, además de sus playas, su viento y su mar salvaje, la ciudad también cuenta con un casco antiguo con mucho encanto que merece la pena ser visitado, sobre todo si te gusta la historia. Entre sus calles encaladas y empedradas repletas de tiestos con geranios se cuelan los patios de aire mozárabe, que conviven con el ajetreo del puerto y con algunos de los mejores restaurantes para disfrutar de su gastronomía, a medio camino entre la influencia atlántica y mediterránea.
Dormir con vistas a África
Tarifa cuenta con muchos hoteles fantásticos, cada uno se adaptará mejor a tus preferencias, pero si entre tus prioridades se encuentran el poder dormir con vistas al continente vecino y a ese hipnótico mar del Estrecho que separa el Mediterráneo del Atlántico, el hotel La Residencia Puerto cumplirá con creces tus mejores expectativas. Ubicado a un minuto a pie de su centro histórico y del puerto, este cuatro estrellas cuenta con 55 habitaciones repartidas en tres plantas, todas ellas con vistas al mar o a su pintoresco patio interior.
Cada una de ellas ha sido decorada cuidadosamente con una mezcla de estilo marroquí y tonos naturales para crear un ambiente luminoso y muy relajante. Si te asomas a la terraza de las habitaciones con vistas al mar, además, podrás observar el icónico Monte Jebel Musa marroquí y disfrutar de la sensación de calma que produce ver los barcos cruzando el Estrecho de Gibraltar. El hotel La Residencia Puerto es ideal tanto si estás planeando una escapada en pareja como si viajas con tu familia, perro incluido, ya que los niños cuentan con un espacio de juegos y los bebés de menos de dos años se alojan gratuitamente.
Los amaneceres de Tarifa
No puedes irte de Tarifa sin disfrutar de sus maravillosos amaneceres. En la terraza del hotel La Residencia Puerto descubrirás su piscina infinita climatizada durante todo el año. Desde su azotea disfrutarás del sol y de sus espectaculares paisajes, con vistas únicas al pueblo de Tarifa, al Estrecho de Gibraltar y a África.
Pocas cosas resultan tan placenteras como disfrutar de un cóctel refrescante mientras contemplas cómo se esconde el sol por el horizonte. El pool bar está diseñado especialmente para esos momentos de tranquilidad acompañados por alguna especialidad gastronómica de la zona.
Cuerpo y mente
El hotel La Residencia Puerto está pensado para que, además de disfrutar de todas las bondades de Tarifa, puedas dedicarte unos mimos extra y dejarte llevar por la calma del entorno. Por eso, pone a tu disposición un exclusivo spa con un circuito termal de piscinas, sauna, baño turco, duchas de aromaterapia… en el que podrás aliviar tensiones y tonificar el cuerpo.
Si, además, quieres darte un capricho o como regalo para una persona especial, un equipo de expertas masajistas podrán aconsejarte sobre sus excelentes tratamientos faciales o corporales. Desde un masaje descontracturante hasta una pedicura, solo tienes que consultar su carta de tratamientos para elegir el que mejor encaje con tus necesidades.
Experiencia gastronómica
Un viaje no está completo hasta que disfrutamos de una experiencia gastronómica a la altura. El restaurante El Patio es un espacio amplio, acogedor y singular, donde el patio, ese vergel de agua y luz tan típico de las casas árabes y andaluzas, es protagonista. Comparte papel, como no, con platos elaborados basados en productos de la tierra que iluminan los huertos gaditanos y los mares tarifeños. El Patio pretende ser un referente de platos con un importante arraigo Mediterráneo, sin olvidar las influencias de ese Atlántico audaz e infinito.