Aceite de manzanilla cacereña, carne de retwaygu y la reina de las setas, la Amanita cesárea, que en otoño salpica de naranja esta sierra del norte de Extremadura, fronteriza con Portugal y Salamanca. Para rematar, un paseo por el mayor castañar de la región, el de los Ojestos.
CENAR BIEN Y DORMIR MEJOR
La base de operaciones ideal para descubrir la sierra de Gata y disfrutar de sus sabores es Hábitat Cigüeña Negra (habitatcn.com), un nuevo hotel rural en Valverde del Fresno, inaugurado hace tres meses, con 50 hectáreas de olivos, piscina infinity, hammam, observatorio de aves al borde de una laguna y una cabaña de vacas retwaygu (mezcla de retintas extremeñas y waygu japonesas), cuya carne podemos degustar en las cenas en T-bone y solomillos a la piedra.
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VER CÓMO SE HACE (Y SE HACÍA) EL ACEITE
En Hábitat Cigüeña Negra también hay una almazara ecológica donde se elabora y se vende el aceite de manzanilla cacereña. Si después de conocer cómo se hace, nos apetece aprender cómo se hacía antiguamente, iremos al Molino del Medio (molinodelmedio.com), en Robledillo de Gata. En este antiguo molino, rehabilitado como museo en 2004, veremos desde la caudera por la que entraba la corriente hasta las tinajas en las que se separaba por decantación el aceite del alpechín, pasando por la rueda de cazoletas, el alfarje con la piedra de moler y la prensa hidráulica. Aquí la masa triturada se exprimía dos veces, una en frío y otra echándole agua hirviendo, lo cual llenaba el recinto de un vapor oleoso que hacía innecesario el uso de lubricante para las máquinas. Aquí también se puede comprar.
PASEAR POR ROBLEDILLO DE GATA
Aprovecharemos la visita al Molino del Medio para pasear por el laberinto en cuesta de pizarra, madera y adobe, salpicado de fuentes y cascadas, que es Robledillo de Gata, uno de los pueblos más bonitos de España. Por pasadizos y callejuelas en escalera, llegaremos hasta las bodegas soterrañas de los vecinos, donde, a buen seguro, nos invitarán a beber el artesanal vino de pitarra y a picar algo.
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COGER SETAS Y CASTAÑAS
La sierra de Gata también es una zona excelente para buscar setas. Al pie de las encinas, los robles y los alcornoques de la finca del hotel Habitat Cigüeña Negra crece la Amanita caesarea o huevo de rey, cuyo nombre lo dice todo. Otro paraje frecuentado por los buscadores de setas es el castañar de los Ojestos, en San Martín de Trevejo. En la fuente del Pilón das Hortas arranca la calzada romana que lleva en un par de horas al puerto de Santa Clara, paseando bajo el dosel sombrío del mayor castañar de Extremadura. El camino forma parte del sendero PR-CC184 (Ruta de A Fala), todo él bien señalizado con letreros y marcas de pintura blanca y amarilla.
SAN MARTÍN DE TREVEJO
Antes o después de caminar por el castañar de los Ojestos, hay que callejear por San Martín de Trevejo, que también forma parte de la asociación de Los Pueblos más Bonitos de España. Aquí el líquido protagonista no es el aceite, ni el vino de pitarra, sino el agua pura que brota de sus muchas fuentes y corre formando regatos dulces y rumorosos entre casonas de sillares bien labrados. Los regatos de San Martín de Trevejo recuerdan a las regateras de Candelario, allá en las estribaciones salmantinas de Gredos.
SAN MARTIN DE TREVEJO O TREVEJO
No hay que confundirlos. Pero, si se confunden, tampoco pasa nada, porque San Martín de Trevejo es muy bonito y, si uno llega por error a Trevejo, verá que también lo es. Este último es un pueblecito de casas de roca elemental que se apiña como un castro celta en una cresta junto a las ruinas de un castillo hospitalario. El sitio perfecto para subir al atardecer, cuando el sol dora los muros resquebrajados de la fortaleza, y dejar volar la mirada sobre el valle del Jálama hasta más allá de la raya portuguesa.
HABLAR U OÍR HABLAR LA FALA
Tres pueblos hay en el valle del Jálama, al pie de pico homónimo, y en los tres se habla la fala. Al casco antiguo le dicen cascu antigu; al vencejo, vincillu y al vino, viñu. Suena a asturiano, pero no lo es. Es una lengua romance del subgrupo galaico-portugués. En cada pueblo tienen su variante: en San Martín de Trevejo, hablan mañego o mañegu. En Eljas, lagarteiru. Y en Valverde del Fresno, valverdeñu. Esto de tener tantas lenguas en tan poco sitio (¡y al lado hablan portugués!) puede parecer un lío, pero, en realidad, es una riqueza.
CHARLAR CON VIEJOS CONTRABANDISTAS
Un placer acercarse a Eljas, uno de los tres pueblos donde se habla la fala, y oír a los mayores recordar sus aventuras y desventuras de cuando se dedicaban al contrabando, porque Portugal está a tiro de piedra. Con una mochila cargada con 20 kilos de azúcar, café o recambios de camión, cruzaban cada dos por tres noches la frontera. Eran simples mulas, que hacían su trabajo por dinero: por cada kilo recibían 5 pesetas; o sea, 0,6 € por viaje con la mochila llena. En el parqui du Castelu, junto al castillo, un monumento cuenta en piedra lo que los abuelos cuentan en lagarteiru.
OBSERVAR AVES Y ESTRELLAS
A finales de verano, cuando las cigüeñas negras vuelven a sus cuarteles africanos de invierno después de tener a sus cigoñinos en la sierra portuguesa de Malcata, que está pegada a la de Gata, llegan a reunirse una treintena de ellas en la laguna del hotel Hábitat Cigüeña Negra, donde hay un hide para verlas mejor. Tampoco es mal lugar la sierra de Gata para observar las estrellas. En el hotel disponen para eso de un telescopio.
DESCUBRIR EL PUEBLO QUE DA NOMBRE A LA SIERRA
Gata (gata.es) es la población que da nombre a la sierra y la más interesante, con sus casas típicas arracimadas alrededor de la iglesia de San Pedro (siglos XVI y XVII), su antiguo barrio judío y su monumental fuente del Chorro, presidida por el escudo de Carlos V, al que esta villa fue fiel cuando lo de los comuneros. Desde el mirador del Regajo, en lo más alto de lugar, donde las calles son escaleras labradas en la roca madre del monte, se ve Gata como la ven las águilas reales, los buitres negros y los azores, por mencionar tres de las aves que sobrevuelan la sierra. En verano, baño obligado en la piscina natural Puente de la Huerta.
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