La isla tranquila, la isla familiar, la isla blanca... cada cual apoda a Menorca según su propia percepción y su manera de viajar. Y si es real que en verano la efervescente vida balear también alcanza a esta isla, en otoño e invierno recupera la mejor versión de sí misma. Esa Menorca auténtica, donde los placeres se encuentran a la vuelta de la esquina, es la que te invitamos a conocer acercándote a ella de una forma activa a través de los siguientes planes.
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1. DA UN PASEO POR EL CAMÍ DE CAVALLS
Seguir este histórico sendero que se empleaba para vigilar la costa en tiempos de Jaume II (siglo XIV) es una de las formas más originales de conocer la costa menorquina. Aunque en sus orígenes se recorriese a caballo, ahora lo más habitual es hacerlo a pie. Está incluido dentro del GR223 y consta de veinte etapas que cubren un total de 185 kilómetros. No te diremos que lo hagas por completo, pero sí que selecciones alguno de sus tramos para disfrutar de los bonitos paisajes marítimos, pinares, calas y faros. Debes llevar un buen calzado, apto para todo tipo de terrenos, agua y algún tentempié. Camí de Cavalls 360º (camidecavalls360.com) es una agencia especializada en hacer este sendero de forma autoguiada con planos de las rutas, transfer al incio y final de etapa, transporte de equipaje e incluso reserva de alojamientos a lo largo de la ruta).
2. HAZ UN PÍCNIC EN UNA CALA
Si has estado antes en Menorca y vuelves en temporada baja, puede que lo que más te sorprenda sea encontrar calas sin una sola persona. La temperatura del agua, aún sin estar helada, no incita al baño durante los meses más fríos, pero el placer de disfrutar de un pícnic en las calas Macarella o Macarelleta es un plan que siempre se debe tener en cuenta. El escenario formado por las aguas turquesas, los acantilados y los pinos no puede ser más idílico. Por supuesto, en la cesta no deben faltar productos locales tan sabrosos como el queso o la sobrasada. Si vais en coche, existen dos aparcamientos, el más cercano está a unos cinco minutos a pie.
Por supuesto, cala Galdana, cala Tortuga y las playas de Son Bou, Santo Tomás y Binigaus también regalan momentos de soledad en los meses con menos afluencia.
3. RECORRE CIUDADELA, LA MÁS SEÑORIAL Y ELEGANTE
La ciudad más bonita de Menorca guarda historia e historias al doblar cada esquina, y es un placer ir descubriéndolas sin muchedumbre. Salvo algún vecino que se dirige al mercado, o que aprovecha los fugaces rayos de sol para calentarse en una esquina, apenas te cruzarás con alguien mientras paseas por su precioso casco histórico. Los palacios de la plaza del Borne, la catedral de Santa María, el castillo de San Nicolás, el mercado o el coqueto puerto son paradas fundamentales.
Con este free tour pasearemos por las pintorescas calles del casco histórico de la Ciudadela de Menorca mientras descubrimos lugares tan especiales como el monasterio de Santa Clara o la iglesia de San Francisco. Si lo prefieres puedes hacer un tour privado, personalizable, y con una guía en exclusiva.
Si de día la piedra de los edificios históricos de la ciudad lanza destellos amarillos, durante la noche se impregna de la luz de las farolas creando postales inolvidables. Ver como cae el sol desde el puerto mientras se cena en el restaurante S’Amarador (samarador.com) es otro placer al que no hay que renunciar.
Un consejo: aprovecha la ocasión para tomar unas gambas de Ciudadela o unos mejillones de roca en el Café Balear, porque en verano es prácticamente imposible conseguir mesa.
4. SUBE AL MONTE TORO
Aunque apenas sobrepasa 350 metros es la mayor elevación de Menorca, y un buen lugar de peregrinación, incluso si no eres religioso. En la cima se sitúa el santuario de la Virgen del Monte Toro –son muchos los que se aventuran a rendirle tributo subiendo el monte a pie, pero se llega fácilmente en coche sin despeinarse– y una pequeña escultura del Cristo Redentor. Una vez arriba, el esfuerzo tiene recompensa, ya que las vistas, que abarcan toda la isla, merecen la pena. Allí mismo se sitúa un bar-restaurante donde tomar un refresco con una bella panorámica como telón de fondo. ¿Y lo mejor? Que podrás hacerte los selfis que quieras sin esperar cola en los miradores.
5. PASEA CON CALMA POR MAHÓN
Sí, un Mahón tranquilo es posible. En temporada baja, la capital menorquina proporciona una experiencia mucho más sosegada, donde no existe la prisa ni el estrés por encontrar sitio en una terraza. Aprovecha para recorrer el centenario Mercat des Peix, descubrir sus pescados y mariscos, y termina tomando unas tapas con un vino de la isla o una pomada (ginebra con limón).
Baja luego hasta el puerto y pasea por su perímetro (5 kilómetros) entre tiendas y restaurantes. Si llegas hasta el Moll de Ponent podrás visitar la destilería Xoriguer (xoriguer.es), la ginebra de Menorca. Otra propuesta que debes valorar es asistir a alguna función en el teatro más antiguo de España, el Teatro Principal de Maó (teatremao.com), donde siempre encontrarás algún espectáculo interesante de danza, música, ópera o teatro.
6. ALÓJATE EN UN HOTEL BOUTIQUE
Todos sabemos que en el periodo estival es imposible encontrar habitaciones accesibles para un bolsillo medio, y menos aún en un hotel exclusivo. Aunque no todos permanecen abiertos fuera de temporada, algunos hoteles solo cierran un par de meses en invierno. En tu mano está acoplar la agenda a estos alojamientos boutiques. Una propuesta urbana que nos encanta es el hotel boutiqueJardí de ses Bruixes(hotelsesbruixes.com) está en Mahón y tiene solo 16 habitaciones distribuidas en dos edificios. Cuidan con mimo cada detalle, y cuenta con spa.
Y si prefieres un toque rural chic te encantarán los siguientes hoteles: Torralbenc (torralbenc.com) (cierra de noviembre a mediados de marzo), situado en una finca agrícola de 70 hectáreas y rodeado de jardines y viñedos con vistas al mar; Sant Joan de Binissaida (binissaida.com), en Es Castell, con 15 habitaciones, huerto propio y restaurante; y Alcaufar Vell (alcaufarvell.com), con 22 habitaciones y situado en una finca señorial del siglo XVIII.
7. ESCUCHA A LAS PIEDRAS
Aunque todos estemos de acuerdo en que Menorca es verde por su exuberante entorno natural, y turquesa por sus calas, tampoco se puede negar el gris o el amarillo de sus piedras. Y lo decimos con el mayor de los respetos, el que merecen los vestigios talayóticos que salpican la isla. Algunos de visita obligada –mejor si vas con guía– son la naveta Des Tudons, Trepucó, Torre d’en Galmés y Talatí de Dalt.
Más recientes, pero también muy interesantes, son el Fuerte Marlborough, que excavaron los ingleses en la roca a principios del siglo XVIII, y las canteras de Lithica Pedreres de s’Hostal, donde podrás hacerte fotos muy originales.
8. DESPÍDETE CON BUEN SABOR DE BOCA
En Menorca encontrarás algunos restaurantes refinados, pero también otros tradicionales donde la caldereta sigue siendo la estrella. Nuestra propuesta es que te des un paseo por Fornells y termines comiendo en el restaurante Es Cranc (escranc.com), que prepara las calderetas de forma espectacular. Si te atrae el mundo del vino, otra opción es hacer una visita guiada a las bodegas Binifadet (binifadet.com) y comer en su restaurante con vistas al viñedo. Si quieres probar algo diferente y con un toque más chic, una buena referencia es Pan y Vino (panyvinomenorca.com), en el caserío de Torret, Sant Lluís, que sirve cocina afrancesada en una antigua casa de campo dividida en saloncitos.