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Alemania, por las idílicas orillas del báltico

Durante el verano, la costa báltica resulta más hospitalaria y amable en las playas de arena que invitan al baño, los pequeños puertos de placer y las reservas naturales que jalonan el estado de Schleswig-Holstein. Es el momento de visitar Lübeck, una de las ciudades más bellas de Europa, practicar senderismo, hacer rutas en bicicleta y observar las aves del entorno


Actualizado 2 de octubre de 2021 - 20:16 CEST

A menudo olvidamos que Alemania tiene mar, y que la orilla del Báltico es ideal para ser recorrida en verano, cuando el sol invita a bañarse en sus playas y adentrarse en sus bosques y campos floridos. Para recorrer la costa báltica desde el límite con Dinamarca hasta Lübeck, lo mejor es volar a Hamburgo y alquilar un coche. En hora y media se llega a la ciudad de Flensburg, cerca de la frontera danesa, y, desde ella hacia el sur, por idílicos y llanos paisajes bañados en aguas mansas, ofrece panoramas semejantes a los escandinavos.

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Desde las orillas del río Trave se admira una bonita vista del casco antiguo medieval de Lübeck, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en el que sobresalen las torres gemelas de las iglesias de St. Marien y St. Petri.

Las ciudades y sus puertos se emplazan en el fondo de profundos fiordos. En Flensburg, los barquitos atracan junto a las casas del centro urbano, cerca de la plaza de Noordermarkt, una localidad famosa por la cerveza tradicional Flens, con su característico tapón a presión.

En el siguiente fiordo, a 40 kilómetros del mar abierto, se encuentra Schleswig, con el puertecito pesquero de Holm y el antiguo y recuperado asentamiento comercial vikingo de Haithabu, Patrimonio de la Humanidad, en el que podemos ver el viejo muelle y siete viviendas tal como eran hace mil años.

Cincuenta kilómetros más llevan a Kiel, que da nombre al canal que une el Báltico con el Mar del Norte, evitando a los barcos rodear la península de Dinamarca. Atesora una impresionante historia marítima, y sigue siendo la gran base de cruceros y ferris en la zona. La ciudad, destruida durante la Segunda Guerra Mundial, se ha reconstruido en torno al puerto y la plaza del mercado, y cuenta con un pequeño centro muy animado. Desde el mirador de la torre del ayuntamiento se contempla uno de los fiordos más grandes de Europa, con 17 kilómetros desde el casco urbano hasta el mar, orillado de bosques, casas de tejados puntiagudos, playas de arena y un intenso tráfico marítimo.

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Un largo puente une el continente con la isla Fehmarn, donde el encantador pueblo de Burg es un destino perfecto para gozar en verano de la arena, el kitesurf y la diversión.

El sureste de Kiel se conoce como la Suiza de Holstein, porque concentra doscientos lagos famosos por la abundancia de cisnes y águilas pescadoras. A solo 30 kilómetros se encuentra Plön, con un formidable castillo renacentista, asomado sobre el pueblo y el lago. En una bicicleta de alquiler podemos rodear el lago por hermosos caminos sombreados, darnos un baño con los cisnes y navegar entre las islas.

De vuelta a la costa esperan playas formidables en Heiligenhafen, con un encantador puerto deportivo y extensos arenales sembrados de strandkorb, los sillones de cestería con capota para tomar el sol en días fríos y ventosos. Un pier (muelle) se adentra en el mar, perfecto para ver el crepúsculo sobre el agua acompañados por los pájaros de la inmediata reserva natural de Graswarder.

Un largo puente cruza a la isla de Fehmarn, donde las playas encierran un paisaje agrícola que se cubre de amarillo cuando, en mayo, florecen los campos de colza. Cuenta con 300 kilómetros de vías ciclistas, que llevan al santuario de aves de Wallnau, al icónico faro de Flügge y al encantador pueblo de Burg, en una isla consagrada en verano a gozar de la arena, el kitesurf y la diversión.

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Sobre estas líneas, la antigua puerta de Holsten de la ciudad de Lübeck. Arriba, Molinos y museo de la agricultura de Lemkenhafen, en la isla Fehmarn.

En una hora conduciendo hacia el sureste se llega a Lübeck, de las ciudades más bellas del norte de Europa, cargada de historia y de encanto. Fue capital comercial de la Hansa, que agrupaba los grandes puertos septentrionales, y hoy muestra su pasado en un museo reciente de reconocida arquitectura. Conserva su casco antiguo en una isla abrazada por los ríos Trave y Wakenitzl, con sus dársenas fluviales y las elegantes mansiones burguesas, renacentistas y barrocas, como la que vio nacer a Thomas Mann, autor de Muerte en Venecia. Casas, iglesias y almacenes conforman un conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además de pasear por sus calles y subir a los campanarios de las iglesias, hay que disfrutar de sus bodegas y restaurantes, y probar los mazapanes del mítico Niederegger Café. Cerca de la ciudad se extiende Travemünde, la zona de ocio más sofisticada del Báltico alemán, con playas, hoteles y casinos y rodeada por lagos y bosques, donde se unen desde hace siglos el amor por la naturaleza y los placeres mundanos.

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No dejes de...

Disfrutar la semana de Kiel. Es una de las mayores concentraciones de veleros del mundo, que reúne (este año del 4 al 12 de septiembre) a más de dos mil embarcaciones, desde drakkar vikingos y goletas clásicas a los grandes buques escuela de cuatro mástiles. Los desfiles y competiciones atraen a numerosos visitantes que aprovechan el espacio natural del fiordo para ver el espectáculo naval desde las orillas (kieler-woche.de).

Guía práctica

Guía práctica

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Faro de Flügge, en la misma isla.
Cuándo ir

Los paisajes del Báltico alemán resultan especialmente gratos durante la primavera y el verano, cuando los campos de colza se cubren de f lores amarillas y en todos los restaurantes proponen en sus menús suculentos espárragos blancos frescos. También en septiembre, durante la Semana de Kiel.

Cómo llegar

Hay vuelos con varias compañías desde Madrid, Barcelona y otros aeropuertos españoles a Hamburgo. Logitravel (logitravel.com) ofrece paquetes de vuelo más hotel a Lübeck de tres días, desde 450 € por persona.

Cómo moverse

La calidad de las carreteras y la accesibilidad de los destinos invitan a recorrer la costa báltica en coche, que puede recogerse en el aeropuerto de Hamburgo. Existen numerosos puntos de alquiler de bicicletas: en Plön, en Heiligenhafen y en la isla de Fehmarn, un destino mítico para el kitesurf. El litoral es muy apropiado para recorridos en kayak.

Dónde dormir

En Flensburg, la mejor elección es Ramada by Windham Flensburg (wyndhamhotels.com), un hotel moderno y funcional en pleno centro, junto al puerto. En Kiel, el hotel Astor Kiel by Campanile (astor-kiel.campanile.com/en-us) tiene una inmejorable situación, a un paso del ayuntamiento. En Heiligenhafen destaca el Beach Motel Heiligenhafen (beachmotel-hhf.de), con elegantes y tranquilos bungalós junto a la playa y la reserva natural de Graswarder. En Lübeck, Lübecker Krönchen (luebecker-kroenchen.de) ofrece una experiencia llena de encanto, en un antiguo palacio a las afueras de la ciudad, con una bella decoración.

Dónde comer

Todos los restaurantes proponen en primavera el menú de espárragos blancos frescos que sirven con salsas de mantequilla fundida o salsa holandesa, acompañados por jamón alemán, salmón o una pieza de carne. En las mesas de Piet Henningsen (restaurant-piet-henningsen.de), en Flensburg, ofrecen pescados de la zona en el mismo puerto de la ciudad. En Kiel, una buena opción es el restaurante Pier 16 (atlantic-hotels.de). En Heiligenhafen destacan las preparaciones a la parrilla del Holyharbour Café & Grill (beachmotel-hhf.de), al borde de la playa. En Lübeck hay restaurantes en edificios históricos como Schieffergesellschaft (schiffergesellschaft.de), en el que sirven un extraordinario pato relleno asado.

Más información

Turismo de Alemania, germany.travel

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