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nueva zelanda© Chad Ehlers

Nueva Zelanda: crucero por la octava maravilla

Milford Sound es uno de los parajes más bellos del mundo. Un fiordo espectacular, el único navegable del Parque Nacional Fiorland, que está situado al suroeste de la isla Sur. Encajonado entre montañas de las que brotan decenas de cascadas, rodeado por bosques de pinos, hayas y helechos, el nobel Rudyard Kipling alabó su hermosura


Actualizado 26 de septiembre de 2021 - 20:17 CEST

En el otoño de 1891, Rudyard Kipling recorrió la costa de los fiordos de Nueva Zelanda a bordo del SS Doric, un barco de vapor que operaba la ruta entre Ciudad del Cabo y Wellington para la White Star Line, la misma compañía que veinte años después botaría el Titanic. Meses atrás, Kipling había salido del puerto inglés de Southampton con el propósito de conocer Ciudad del Cabo, las islas neozelandesas y, finalmente, Samoa, donde esperaba encontrarse con su admirado Robert Louis Stevenson. No pudo ser. Kipling no encontró la manera de ir a Samoa y volver a Inglaterra en las fechas que le exigía su calendario. A cambio, pudo dedicar más tiempo a viajar por Nueva Zelanda, un país habitado, dijo, por gentes que gustan de hablar de las ovejas, los conejos, los tribunales de tierras y los disparates de su presidente. Y un país que posee un lugar extraordinario: Milford Sound.

Nueva Zelanda© Chad Ehlers
El fiordo de Milford Sound resulta tan fotogénico que hay quien no se conforma con un crucero turístico por esta sinuosa lengua de agua que se adentra en la tierra 16 kilómetros y decide pasar la noche a bordo de un barco o hacer un vuelo panorámico sobre él.

A la joya del Parque Nacional Fiordland, en el suroeste de la isla Sur, viajaban los maoríes con frecuencia para recolectar pounamu, la piedra verde, el valioso jade. En su mitología, el fiordo era un lugar tallado a mano por un dios. El cazador de focas John Grono fue el primer occidental que lo recorrió y su belleza le causó tanta admiración que le puso el nombre de su muy añorado pueblo natal: Milford, en Gales. Pocos años después, otro galés, John Lort, le añadió el calificativo de sound, una palabra de origen germánico que significa ‘separación’ y que en su forma derivada de sund es frecuente nia de leones marinos, pingüinos azules, pingüinos crestados, bosques de coral negro y ocasionales ballenas. Gigantes rocosos de más de 1500 metros de altura se reflejan en el agua, incluso cuando las primeras gotas de lluvia del día encienden el arco iris.

Nueva Zelanda© AWL Images
En este escarpado paisaje, con farallones rocosos de hasta 1500 metros de altura, el agua corre formando cientos de cascadas que se precipitan al mar. Un maravilloso espectáculo que también se disfruta desde un kayak.

También este es el lugar habitado más en el norte de Europa para nombrar estrechos angostos. Algunos marinos británicos y holandeses la utilizaron también para describir rías –valles fluviales inundados por el mar– en las costas de Australia y Nueva Zelanda. Milford Sound no es una ría, es un fiordo, una depresión continental de origen glaciar, pero el error inicial pervivió en los mapas y generó confusión entre el sound germánico y el románico. Por eso, lo primero que explican hoy los guías es que Milford Sound no suena.

El lugar continúa agradecido a Kipling. Fue el escritor quien decidió su suerte, pues el eco de sus alabanzas comenzó a atraer visitantes interesados en su belleza. Un explorador local, William Henry Homer, tuvo la iniciativa de construir un túnel que facilitara su acceso por carretera. De apenas un kilómetro y medio, tardó casi 20 años en construirse. Se inauguró en 1954 y sigue siendo el único camino para llegar en autocar o en coche al puerto donde anclan los cruceros que recorren el fiordo. Con todo, hay quien prefiere llegar andando, lo que implica tres días de marcha por un sendero de 54 kilómetros que algunos consideran el más bello del mundo.

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El fiordo es un lugar excepcional rebosante de vida marina, donde podemos admirar delfines, leones marinos y pingüinos de Fiordland o crestados, una de las especies más raras del mundo.

Se llegue como se llegue, Milford Sound es un lugar excepcional. Imponentes farallones de roca, vestidos por un bosque húmedo austral, encajonan un curso de agua de 16 kilómetros de longitud que rebosa vida marina, con tres especies residentes de delfines, una colomedo de Nueva Zelanda, con una media de 182 días al año de lluvia. Pero ni esta ni la nieve afectan a su belleza: al contrario, porque en el verano austral aumenta el volumen de agua de las decenas de cascadas que acompañan el curso del fiordo. Algunas caen desde tan alto –más de 150 metros– que su caudal nunca llega al mar, pues el viento las dispersa y las convierte en una niebla húmeda que realza aún más el hechizo del paisaje.

Coníferas australes, hayas y helechos revisten con un verde permanente las paredes rocosas del fiordo, formando bosques en los que es posible ver a un acrobático loro alpino, el kea, especie que estuvo hace décadas al borde de la extinción.

El narrador y poeta británico Rudyard Kipling obtuvo el Premio Nobel de Literatura por la calidad de sus relatos y el perpetuo agradecimiento de Nueva Zelanda y de miles de viajeros por una sola frase, poética, precisa, cierta: “Milford Sound es la octava maravilla del mundo”.

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No dejes de...

Descubrir Queenstown. A orillas de un precioso lago y a los pies de los Alpes neozelandeses, es la capital turística de la región y de los deportes de aventura. De su aeropuerto parten los vuelos panorámicos en helicóptero y avioneta sobre Milford Sound y otros fiordos del parque nacional: Dusky, Tamatea o Doubtful, inaccesibles por carretera. Es recomendable visitar también los senderos Kepler y Routeburn, los más bellos del país junto con Milford Track. Y, cerca de Te Anau, el santuario de aves Punanga Manu y las Glowworm Caves, cuevas tapizadas por el brillo de gusanos de luz.

Guía práctica

Guía práctica

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Cuándo ir

Durante la temporada alta, la primavera y el verano australes, de finales de septiembre a finales de marzo, aunque coincide, en parte, con la época de lluvias. De junio a septiembre es habitual encontrarse con nieve, que puede ocasionar limitaciones en las carreteras; a cambio, el paisaje nevado es espectacular.

Cómo llegar

En las antípodas de España, la opción más directa es viajar primero a Londres y desde esta a Auckland, la capital neozelandesa, con la compañía Air New Zealand. Desde aquí hay vuelos diarios que enlazan con Queenstown, la capital turística de la zona. A 288 kilómetros del fiordo, la mayoría de las excursiones parten de ella. Diferentes tours ofrecen un día completo con viaje en autocar, crucero y regreso en avión con vuelo panorámico. En España, Nueva Zelanda Viajes (nzviajes.com) es un operador turístico especializado en este destino.

Cómo moverse

Varias compañías ofrecen sus servicios en Milford Wharf (el puerto de los cruceros), al que se llega por la State Highway 94 –la carretera más frecuentada–, además de en sus oficinas de Te Anau o Queenstown. Hay cruceros por el fiordo de diferente duración, servicios y en distintos tipos de embarcaciones. Algunas rutas incluyen una escala en el Observatorio Submarino de Harrison Cove. Los senderistas pueden intentar Milford Track, el recorrido de 54 kilómetros que arranca de Te Anau y exige tres días de trayecto, haciendo noche en cabañas habilitadas.

Dónde dormir

La reserva de cabañas en Milford Track se puede realizar a través del departamento de conservación de los Parques Nacionales de Nueva Zelanda (doc.govt.nz). Cerca del fiordo se encuentran las de Milford Sound Lodge (milfordlodge.com). Entre las opciones para alojarse en Te Anau destacan Fiordland Lodge (fiordlandlodge.co.nz), afamado por su construcción de madera y piedra y su cocina, y Te Anau Lodge (teanaulodge.com), en un antiguo convento. En Queenstown, una opción es Hulbert House (hulberthouse.co.nz), de estilo victoriano.

Dónde comer

La mayoría de los cruceros turísticos incluyen la opción de un almuerzo ligero. El restaurante Pio Pio, el nombre maorí del fiordo, del lodge Milford Sound, ofrece especialidades como el lomo de venado salvaje, el salmón, el cordero de Nueva Zelanda y los cada vez más apreciados vinos del país.

Más información

Turismo de Nueva ZelandaA, newzealand.com

Milford Sound, milfordsoundtourism.nz