Lucerna es ciudad de puentes, plazas e iglesias, aunque lo que más impresiona al recorrerla es su hermoso lago de 114 km2, surcado todavía hoy por nostálgicos barcos de vapor que parten del barrio viejo. El lago recoge las aguas del río Reuss, que al adentrarse en la histórica ciudad salvan cuatro bonitos puentes de madera construidos entre los siglos XII y XV. El Kapellbrücke, el de la capilla, es el más fotografiado y el cubierto más antiguo de Europa; tiene 200 metros de largo y, aunque sufrió un incendio en 1993, fue reconstruido fiel al original, con sus magníficos frontones triangulares pintados.
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Una buena manera de explorar Lucerna es recorrer su muralla (Museggmauer), que aún conserva nueve de sus torreones. Descendiendo por las callejuelas próximas a los muros, se entra en el encantador corazón de la ciudad, con coquetas plazas medievales, como Weinmarkt, donde destaca la preciosa fachada de la farmacia más antigua de Lucerna (1530), Hirschenplatz o Kornmarkt, que luce la esbelta torre del ayuntamiento.
Desde la estación de Lucerna, diseñada por Santiago Calatrava, parte el tren que, en casi dos horas, lleva a Interlaken, la bella ciudad situada entre los lagos de Brienz y Thun. En ella se inicia una de las excursiones más espectaculares del país, la que asciende en ferrocarril hasta el Jungfraujoch. El viaje a la estación de tren a mayor altitud de Europa –Top of Europe– supera un desnivel de 1400 metros y discurre a través de las montañas Eiger y Mönch. Una verdadera obra de ingeniería de 1912, pues en el trayecto se adentra en un túnel de siete kilómetros excavado prodigiosamente en las paredes más empinadas de la cara norte del Eiger.
Durante el recorrido por los glaciares alpinos, el convoy va descubriendo panorámicas asombrosas, como la de la estación Eismeer (mar de hielo), una escala de cinco minutos, a 3160 metros de altitud, que permite hacer fotos y observar desde la ventana los bloques de hielo azulados de la montaña Eiger emergiendo en un manto de nieve eterna.
Cuando se alcanza el Jungfraujoch, a 3454 metros, el visitante se encuentra en las entrañas de la montaña que corona el observatorio científico Sphinx (la esfinge). A este se sube en ascensor y, unos escalones más arriba, a su famosa terraza panorámica, casi suspendida en el vacío y con un suelo metálico no recomendado para los que padecen vértigo. Desde este punto, parece increíble la ubicación del observatorio, en lo más alto de un espigado torreón rocoso y con una vista de 360 grados que impresiona, mostrando un mundo diferente hecho de hielo, nieve y roca.
La panorámica resulta aún más grandiosa, incluso, en los días más claros, cuando se llega a divisar la Selva Negra y el glaciar Aletsch, incluido en el Jungfrau-Aletsch-Bietschhorn, el conjunto de montañas, valles y glaciares de los Alpes suizos declarado Patrimonio de la Humanidad. Una gran lengua de 23 kilómetros y 900 metros de profundidad rodeada de varios picos que sobrepasan los 4000 metros de altura y cuya belleza se aprecia desde los miradores de la aldea de Bettmeralp, frecuentada por familias, a más de una hora y media en tren desde Spiez. También son populares los de Bettmerhorn y Eggishorn, desde los que se fotografía la curva perfecta del Aletsch.
Después de descender del Top of Europe, otras excursiones interesantes por la región parten desde Kleine Scheidegg, un punto clave para los transbordos, como la que lleva a la aldea de Grindelwald (1034 m), que vio cómo se construyó en 1908 el primer teleférico en estas montañas y cuenta con más de 300 kilómetros de caminos para el trekking. Desde ella se alcanza también First y el lago Bachalpsee, de los más bonitos de los Alpes suizos.
Otra posibilidad desde el citado intercambiador consiste en acercarse en tren al valle de cuento de Lauterbrunnen, con más de 70 cascadas, y al idílico pueblo de montaña de Stechelberg, cerca ya de la aldea de Mürren, para subir a un teleférico que asciende al pico Schilthorn, a 2971 metros, otro maravilloso balcón alpino donde se rodaron las secuencias más llamativas de la película 007 Al servicio de su Majestad.
No dejes de...
Subir al Monte Titlis. Se puede acceder en tren desde Lucerna, un viaje de una hora por un espectacular paisaje alpino hasta llegar a Engelberg (en coche es media hora). Desde aquí se toman tres funiculares; el último, el Titlis Rotair, es el primer teleférico giratorio del mundo y regala una vista panorámica sobrecogedora de las montañas. Ya en la cima, a 3200 metros de altitud, se recomienda visitar la Cueva Glaciar (en la imagen), con 3000 metros cúbicos de hielo, juegos de luces, sonido musical a la carta y una temperatura constante de entre -1 y -2 grados.
Guía práctica
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