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Italia: la SS 163, la joya de las carreteras

Encajonada entre los riscos y el azul del mar Tirreno, la Costa Amalfitana destila glamour a lo largo de sus 50 kilómetros. De Positano a Vietri sul Mare, sus paisajes verticales, calas y pueblos marineros, escondites de recreo de famosos, se han confabulado para hacer de este tramo del sur de Italia, Patrimonio de la Humanidad, una joya mediterránea


Actualizado 7 de septiembre de 2021 - 19:19 CEST

En los mapas, la estrechísima carretera entre Positano y Vietri sul Mare figura asépticamente como la strada statale 163. Sus vecinos prefieren, sin embargo, llamarla el Nastro Azzurro (cinta azul); un nombre que hace más justicia a esta revirada proeza de la ingeniería mandada construir por Fernando II de Borbón para unir unos pueblos divinos a los que, casi hasta 1850, solo se pudo llegar por mar. Una vez allanado el camino gracias al rey de las Dos Sicilias, la costiera, como en este caso le dicen a la Costa Amalfitana, vio multiplicarse el reguero de artistas que llegaban hasta ella, desde Wagner o Virginia Wolf hasta, en los años locos de la dolce vita, los divos de los estudios romanos de Cinecittà y no pocos de Hollywood.

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Atardecer en Positano.

Durante estos años dorados, entre las pasadas décadas de los cincuenta y sesenta, fueron sonadas las fiestas en mansiones u hoteles como Le Sirenuse de Positano, el Santa Caterina de Amalfi o el Palumbo de Ravello. O las partidas de póker de Humphrey Bogart y John Huston, quienes junto a Truman Capote se ganaron un puesto de honor en el bar del Caruso. Estos hoteles siguen en pie, recibiendo a celebridades de nuevo cuño. Como siguen donde siempre esos paisajes que retan al vértigo, ese bendito clima y esos pueblos agarrados a las montañas que hicieron al gran mundo fijarse en esta esquina del sur de Italia.

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Por las empinadas cuestas de Amalfi, antigua república marinera rival en la Edad Media de las de Génova o Venecia, se descuelga todo un muestrario de palazzi e iglesias presididas por su Duomo renacentista (en la imagen).

El recorrido podría hacerse a la inversa, pero siempre es mejor ir de menos a más, con el plus aquí de que, avanzando de sur a norte, se conduce pegado a la roca, evitando el vértigo de unas curvas al filo de los barrancos. Muy cerca de Vietri sul Mare, famoso por sus cerámicas, aguarda el pueblito pesquero de Cetara, que lo es por el atún y las anchoas. Como este, también ha sabido quedarse algo al margen de la parte más turística de este tramo costero el siguiente en asomar, Erchie, célebre por el limoncello y las olivas de los campos de alrededor, y por una coqueta playa tirando a pequeña, aunque menos que la mayoría en este litoral de puro acantilado que es la Costa Amalfitana, como las que aparecen por los hermanos Maiori y Minori, tras el espectacular saliente rocoso de Capo d’Orso.

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El aristocrático Ravello posee un delicioso casco viejo de callejas, piazzas y villas floridas colgadas sobre el acantilado. Además de por sus panorámicas, también es famoso por acoger cada verano el Ravello Festival.

Pronto aparece el desvío a Ravello, donde habrá que empezar a subir para llegar a este aristocrático nido de águilas, perfecto para instalarse un par de días a disfrutar la esencia de este entorno con más calma. De vuelta a la costa, Atrani presume de ser el pueblo más pequeño de Italia. Y tanto es así que, al menor despiste, uno se adentra en Amalfi, otro de los pesos pesados de estos territorios.

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Excavados en roca viva, los 50 kilómetros de la carretera zigzaguean entre los precipicios. De un lado, el mar Tirreno, del otro, las laderas de hasta 1000 metros de los montes Lattari, por los que se desparraman huertos de limoneros y villas como Amalfi.

Cerca van aflorando nuevas maravillas, como la Gruta Esmeralda, entre la cala del fiordo di Furore y la estampa de postal de Conca dei Marini; el Sendero de los Dioses, que desafía a los más en forma entre las terrazas de Praiano… Y, sí, Positano, cuyas casitas incrustadas a distintas alturas en la roca se reconocen perfectamente en las fotos de aquellos locos y añorados años de la dolce vita. Aunque entonces, en vez de en tonos pastel, fueran en blanco y negro.

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No dejes de... Explorar los alrededores de la Costa Amalfitana

A tiro de piedra de la costiera quedan algunos de los lugares imprescindibles del sur de Italia, como Nápoles, a la que dedicar al menos un par de días para disfrutar del derroche barroco de sus iglesias y palacios, incluso en sus barrios más auténticos. También merece la pena visitar la ciudad de Pompeya (en la imagen) y, si se tiene más sed de ruinas, las de Herculano. Además de descubrir las islitas de Ischia y Procida, menos conocidas que su hermana mayor, Capri, otra meca de celebridades de ayer y hoy.

Guía práctica

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Cuándo ir

En primavera y otoño. En invierno, aunque también puede ser muy agradable, habrá muchos sitios cerrados. Lo mejor, eso sí, será evitar el verano, por ser una temporada muy solicitada.

Cómo llegar

Hay vuelos directos a Nápoles, en ocasiones por menos de 100 €, con diferentes compañías y desde distintos aeropuertos españoles. Viajes Azul Marino (viajesazulmarino.com) organiza rutas que, a lo largo de ocho días, combinan cultura y senderismo por la Costa Amalfitana, a partir de 1099 €. En cualquier agencia podrán contratarse paquetes con los vuelos y las noches de hotel que se deseen.

Cómo moverse

Aunque hay autobuses que pueden ser muy prácticos, el coche da mayor libertad. En Rentalcars (rentalcars.com), una plataforma que reúne las ofertas de las principales compañías, se alquilan a partir de unos 130 € la semana, en temporada media, recogiéndolo y devolviéndolo en Nápoles. También muchas empresas alquilan motos, que facilitan el siempre complicado (y caro) asunto del aparcamiento. Desde Nápoles, Sorrento, e incluso Roma, se ofertan excursiones de un día a la Costa Amalfitana.

Dónde dormir

Hay muchísima oferta de alojamientos de nivel en este tramo costero, además de hoteles míticos como el exquisito Caruso (belmond.com), levantado sobre un viejo palacio entre jardines presididos por una infinity pool sobre los riscos de Ravello; el Santa Caterina (hotelsantacaterina.it), una villa estilo liberty a las afueras de Amalfi, con ya más de un siglo de historia; o, en Positano, Il San Pietro (ilsanpietro.com), integrado en el sello Relais&Châteaux, con habitaciones y suites de lujo discreto y diseño original asomadas al acantilado, y Le Sirenuse (sirenuse.it), miembro de The Leading Hotels of the World y con una ubicación única. Maravilloso también, el hotel de la NH Collection Gran hotel Convento di Amalfi (ghconventodiamalfi.com), un antiguo monasterio medieval del que se han conservado frescos originales, además de su claustro árabe-normando, la loggia, una capilla con incluso un órgano del settecento o el precioso paseo panorámico de la Passeggiata dei Monaci.

Dónde comer

Inolvidables las mozzarellas y burratas de la costiera y sus sencillos productos de la tierra, como los tomates con sabor a tomate o las aceitunas bien aliñadas que dan sus olivos, acompañando un limoncello de los buenos en cualquier terraza frente al mar. Pescados y mariscos fresquísimos, a ser posible en platos de pasta se pueden degustar en restaurantes del renombre del Rossellinis, en el hotel Palazzo Avino (palazzoavino.it), o la terraza del Belvedere del Caruso, en un antiguo palacio con todos los lujos del mundo (belmond.com), ambos en Ravello. O, fuera ya de toda etiqueta, los del popular Da Adolfo (daadolfo.com), directamente sobre la playa, al que se llega en barquita desde el puerto de Positano.

Más información

TURISMO DE ITALIA, italia.it

TURISMO DE CAMPANIA, incampania.com