Cuando la A-429 comienza a serpentear, a estrecharse tanto que parece imposible que dos vehículos se crucen sin rozarse, y se abre paso entre suaves colinas pobladas de ganado, el viajero advierte que se está acercando a los Cotswolds, la región de cuento típicamente británica con la que tantas veces se ha soñado. Estas tierras de paisajes bucólicos, hermosas granjas ecológicas y pueblos de postal se extiende por condados como Oxfordshire, Somerset o Worcestershire. A dos horas por carretera de Londres, y a tan solo una de Bristol, aquí lo que impera es el slowlife, una filosofía de vida sosegada y natural.
Para recorrer los Cotswolds de norte a sur y acabar en la capital, lo ideal es dirigirse a Stratford-upon-Avon, la ciudad que vio nacer a William Shakespeare, y que es como un catálogo de casas con entramados de madera, iglesias góticas y esencia inglesa en cada esquina. Una visita a su casa natal, que acoge el Skakespeare Centre, permite conocer cómo era el estilo de vida de la sociedad británica del siglo xvii. Antes de partir, tomar el té en la coqueta cafetería The Fourteas dejará el mejor sabor de boca.
La magia continúa fluyendo de camino a la elegante Broadway, que, como sucede en la mayor parte de los Cotswolds, mantiene el encanto de lo rural, con bellas construcciones en piedra muy bien conservadas y hermosas calles. Pasear por ellas lleva a rememorar épocas doradas pasadas, como la que vivió en los siglos XVI y XVII gracias a la producción y el comercio de la lana. En Broadway la piedra caliza o limestone tiñe de ocre las fachadas de sus vetustos edificios de estilo Tudor a lo largo de High Street, una de las calles más largas de Inglaterra. Solo a dos kilómetros de distancia y por un estrecho camino rural, se alcanza Bacon Hill y la famosa Torre de Broadway, convertida en uno de los iconos de la región.
En apenas diez minutos, tomando la A-44 y desviándonos rápidamente hacia la B-4081, llegaremos a Chipping Campden, donde nació a comienzos del siglo xx el conocido movimiento de Arts&Crafts. Sus casas, cubiertas por antiguos tejados de paja que han sobrevivido a los siglos, son una excusa añadida para tomarse un tiempo. También lo es el Museo Court Barn o las innumerables tiendas de productos artesanales repartidas por sus exquisitas calles.
Stow on the Wold, a apenas 15 kilómetros y en un peculiar cruce de siete carreteras, fue popular antaño por sus ferias de ganado, donde sus famosas ovejas-león –cotswolds lions–, acostumbradas a pastar en los prados de los alrededores, eran muy codiciadas. Hoy se trata del paraíso del producto orgánico, como el que se despacha en Daylesford Organic Farm, donde abogan por la cría y cultivo de sus productos de manera responsable, ética e inteligente. Es este un tipo de negocio que se repite en aldeas como Bourton on the Water, conocida por sus centenarios puentes de piedra sobre el gélido río Windrush. Apodada ‘la Venecia de los Cotswolds’ y con múltiples salones de té en los que degustar el clásico cream tea, no es de extrañar que muchas celebridades la hayan escogido como lugar de residencia.
La ruta continúa por estrechas vías en dirección a Bibury, la localidad más fotografiada de la región. ¿El motivo? La hermosa calle de Arlington Row, antiguo hogar de los tejedores de lana, que con sus casas color miel y sus tejados puntiagudos está considerada, como afirmó William Morris, una de las más hermosas de Inglaterra. Tras tomar algunas imágenes como recuerdo, hay que sortear la ciudad de Cirencester y buscar la A-433, donde espera Tetbury, el paraíso de los amantes de las antigüedades.
Después de hacer una incursión en la imponente iglesia de Santa María y un paseo por su Market Square, llegará el turno de contemplar Castle Combe , cuya estampa ha servido de decorado para películas de época. En este paraíso de la campiña inglesa manda la filosofía de vida calmada, y como prueba de ello, en la puerta de algunas casas se ofrecen pasteles caseros a cambio de unas monedas. Probar uno de estos manjares puede ser un buen punto y final a una ruta de ensueño a la que siempre se deseará volver.
No dejes de... Emocionarte con la elegancia de Bath
A apenas 20 kilómetros de Castle Combe se halla la majestuosa Bath, declarada Patrimonio de la Humanidad. Fueron los romanos los fundadores de esta ciudad-balneario cuyas aguas termales continúan siendo el gran atractivo turístico de la zona. Disfrutar de sus casas georgianas color miel, fotografiar el puente junto al río Avon, admirar la abadía de San Pedro y San Pablo o bucear en el universo de Jane Austen en su ciudad natal son otras experiencias para completar la visita.
Guía práctica
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