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FRANCIA

El Canal du Midi, en coche o en barco, tú eliges

Conduciendo de Agde a Castelnaudary es posible hacerse una idea de esta obra cumbre de la ingeniería que une el Atlántico y el Mediterráneo. Son 200 kilómetros de recorrido por una de las zonas más bellas del sur de Francia. Pero también es posible recorrerlo de manera relajada en barco convirtiéndonos en patrones de nuestra propia embarcación. Cada uno a su ritmo.


24 de agosto de 2021 - 18:42 CEST
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Quizás lo ideal para conocer el Canal du Midi es convertirnos por unos días en patrón de barco, manejando nuestra propia embarcación, planificando un crucero a nuestro gusto y durmiendo a bordo. Es la propuesta fluvial de Le Boat (leboat.es) para los más entusiastas. Pero, para los que les falte vocación de navegante, también es muy atractivo seguir las tranquilas carreteras que discurren paralelas a su trazado. Además de tocar con las manos los cientos de esclusas, dársenas, acueductos y puentes que conforman esta maravilla de la ingeniería hidráulica del siglo XVII –declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco–, esta opción permite visitar lugares tan interesantes como Agde, Béziers, Narbona, Carcassonne y Castelnaudary.

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AGDE, PUNTO DE PARTIDA

El Canal du Midi (del mediodía en castellano), construido para evitar el estrecho de Gibraltar y facilitar el transporte entre el Atlántico y el Mediterráneo, desemboca en este mar en las inmediaciones de Agde. En esta bella población marinera, a 150 kilómetros del paso de La Junquera, se inicia un recorrido que, en poco más de 200 kilómetros, permite hacerse una idea cabal de esta gran obra.

En el puerto de Agde se localiza un ingenio único en el mundo: la esclusa ronde . Diseñada por Pierre-Paul Riquet, el genial artífice del canal, hace posible a las embarcaciones tomar tres direcciones distintas. Tras visitar también su fortificada y románica catedral, hay que tomar la N112 en dirección a Béziers.

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BÉZIERS Y SUS ESCLUSAS

Justo a la entrada de esta localidad se localiza el elemento más espectacular y vistoso de todo el canal:las 8 esclusas de Fonséranes. Ovaladas, enlazadas a modo de gigantesca escalera de piedra y agua y con más de 300 metros de longitud, permiten salvar con comodidad un desnivel de 25 metros. El lugar no solo se puede disfrutar como espectador, sino que existe la oportunidad de embarcarse por unas horas y vivir una experiencia única e inolvidable. Desde las esclusas se divisa también el puente-acueducto que salva las corrientes del río Orb y la señorial silueta de Béziers presidida por la catedral de Saint-Nazaire.

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NARBONA EN BARCO

Después de unos pocos kilómetros por la carretera N9 y tras pasar junto al túnel de Malpas, otra descomunal obra por la que el canal atraviesa una colina rocosa, se alcanza Narbona. Hasta el mismo centro de esta antigua ciudad gala se desvía un ramal denominado Canal de la Robine. Una vía de agua que cuenta con varias esclusas y pasa por debajo del puente de los Mercaderes, de origen romano y el único de Francia que soporta varias casas habitadas. Lo mejor es que en Narbona todo el mundo puedealquilar unos pequeños barcos eléctricos para acceder navegando hasta el mismo corazón de la ciudad. No hay que perderse el románico palacio Arzobispal ni la inacabada catedral gótica.

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ENTRE BOSQUES DE PINOS Y VIÑEDOS

En los apenas 60 kilómetros que separan Narbona de Carcassonne, siguiendo las pintorescas carreteras que escoltan al canal, se descubren decenas de enclaves hidráulicos y patrimoniales que merecen una detenida visita. Por ejemplo, en Le Somail (en la imagen), su dársena y el albergue para los tripulantes de las barcazas, y Argens-Minervois, el castillo medieval. El Canal du Midi atraviesa en esta zona un territorio llano y típicamente mediterráneo en el que se alternan los bosquetes de pinos y carrascas con unos extensos viñedos que producen unos vinos naturales y dorados de moscatel muy cotizados. Antes de proseguir y junto al puente de Paraza merece la pena internarse a pie por los sombreados caminos de sirga –por ellos iban los caballos que tiraban de las barcazas– que conducen hasta el señalado acueducto de Répudre.

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CARCASSONNE, UNA CIUDAD DE CUENTO

La siguiente parada hay que hacerla en Homps, que cuenta con un pequeño puerto que en su día alcanzó gran prosperidad como centro de distribución y embarque de los afamados caldos de la región de Minervois. La carretera D610 y las arboladas riberas del canal señalan la buena dirección para acercarse a Carcassonne. Esta histórica y bella ciudad muestra un inconfundible perfil en el que sobresalen las 52 torres que protegen un doble cinturón de murallas, el mayor y más inexpugnable recinto amurallado de Europa. Carcassonne es una ciudad de cuento en la que no es difícil sentirse como un personaje medieval.

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CASTELNAUDARY

Tras retomar el Canal du Midi y después de visitar el que fue importante puerto fluvial de Carcassonne —punto de partida de distintos cruceros—, el recorrido enfila por la N113 hasta el encuentro con Castelnaudary y su Grand Bassin. En este gran estanque donde se reparaban las barcazas comerciales que, hasta los años setenta del pasado siglo, circularon por el canal, atracan hoy los barcos turísticos que navegan por sus tranquilas aguas.

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NAUROUZE, EL FINAL DE LA RUTA

Para finalizar este intenso recorrido, ya solo queda seguir 10 kilómetros y acercarse hasta el seuil de Naurouze, el punto más alto del canal y un hito en su construcción, ya que fue muy complicado salvar las elevaciones que separaban las cuencas hidrográficas del Mediterráneo y el Atlántico. Al final, el tesón del ingeniero Riquet –en su memoria se alza un gran obelisco– consiguió cumplir el sueño de unir los dos mares.

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HOTELES EN LA RUTA

Si se alquila un barco se puede dormir en un cómodo camarote mecido por la suave corriente del canal.

Si, por el contrario, se opta por el coche y no se tiene reparo por el precio, uno se puede sentir como un noble medieval alojándose en el Hotel de la Cité (cite-hotels.com) en Carcassonne. Más asequibles, pero no menos confortables, son el Grand Cap (hotel-grandcap.com), en Agde; L’Hôtel Particulier (hotelparticulierbeziers.com), en Béziers; y La Résidence (hotel-laresidence-narbonne.fr), en Narbona.

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A MESA PUESTA

Comer y beber en la región de Occitania siempre es un placer. Es el sur de Francia, muy cerca de la costa mediterránea y eso se nota. De los pescados, mariscos y ostras de Agde y Narbona, hasta las cassouletde Carcassonne (en la imagen) y Castelnaudary. Todo regado con los reputados vinos de Minervois. Buenas propuestas son: L’Ardoise du Marché (lardoisedumarche.com), en Agde; La Table Saint Crescent (la-table-saint-crescent.com), en Narbona; La Marquière (lamarquiere.com), en Carcassonne y Le Tirou (tirou.fr), en Castelnaudary.

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