Navegamos lentamente por las aguas de un gran misterio: un río inmenso que se estrella contra el desierto. El agua clara permite ver bandadas de pequeños peces a escasa distancia del fondo. De repente, un hipopótamo emerge frente a nosotros. Es un aviso: entramos en su territorio, dice el guía que pilota la embarcación. En lo alto de un árbol de ébano, una pareja de águilas pescadoras otea el horizonte. Agazapados entre los papiros, en la orilla, un par de cocodrilos. A lo lejos, ya se divisan elefantes. Así es el delta, un gigantesco y maravilloso oasis a las puertas del desierto.
El río Okavango nace en las montañas de Angola, donde le llaman Cubango, cruza Namibia como Kavango y entra en Botswana con su nombre final. Es uno de los diez ríos más largos de África, un imponente curso de agua de más de 1600 kilómetros que debería haber desembocado en el Índico o en el Zambeze de no habérselo impedido, hace tres millones de años, una sucesión de accidentes geológicos que le obligaron a dirigir todo su caudal contra la arena del Kalahari, un desierto de la extensión de Francia.
El encuentro del río con las arenas del desierto crea el delta, ese abanico de canales que se despliegan por una superficie similar a la suma de Asturias y Cantabria. Se estima que acoge unas 50.000 islas, algunas nacidas hace millones de años, como la mayor de todas, Chief Island, la isla jefe; otras, por el contrario, acaban de cobrar forma por la actividad de las termitas, que construyen termiteros altos para que la colonia escape de las inundaciones.
El agua irriga las arenas del Kalahari. El calor consigue que se evapore a gran velocidad, pero no impide que se produzca un fenómeno clave que explica la extraordinaria riqueza del lugar: la llegada a los canales del alimento biológico que arrastra la corriente del Okavango. La riqueza de estos nutrientes explica por qué en el delta hay diez veces más mamíferos que en ningún otro lugar de África de similar extensión, lluvias o régimen de calor. Se calcula que en él crecen alrededor de 1300 especies de árboles y plantas, algunas atraen a los insectos y ellos, a su vez, a las aves. Hay 460 especies de estas en el delta.
Los grandes protagonistas de la fauna del delta son cuatro de los big five: el león, el leopardo, el búfalo y el elefante. El delta es un paraíso especialmente para estos últimos, que encuentran fácilmente agua y comida en abundancia, sobre todo en las llanuras inundables, donde hay alimento de sobra para búfalos, ñus, cebras, gacelas y grandes antílopes. Ajenos a la dieta vegetal, proliferan los grandes depredadores. El delta acoge además la única población conocida de leones nadadores.
El agua se extiende allá donde miremos y sugiere que esta explosión de vida carece de fin. La noche estrellada prolonga esa sensación. Pero, quizá, la expresión más precisa de cuantas definen la belleza de este espacio se dibuja al atardecer, cuando el sol teñido de color se despide por unas horas del misterioso, salvaje y extraordinario delta del Okavango.
No dejes de...
Hacer un safari fotográfico. Los safaris por los territorios del delta se realizan en barca a motor por los canales y en vehículo todoterreno por los espacios no inundados, pero también se pueden llevar a cabo a caballo, en mokoro –la pequeña canoa tradicional del delta (en la imagen)– y a pie. Todos ellos proporcionan sensaciones y emociones únicas, suelen realizarse en territorios acotados, dentro de alguna isla, en improvisados caminos entre los baobabs, las higueras y los sicomoros, con la compañía de cebras y antílopes (abajo).
Guía práctica
Guía práctica