LAVAUX
Desde Ginebra: 82 kilómetros (1h y 5’ (82 km)
Bordeando la orilla del lago Leman y después de pasar por la ciudad de Lausana, famosa por ser la capital del olimpismo y con un irresistible casco antiguo coronado por su catedral gótica, descubrimos Lavaux, que cuenta con una de las zonas de viñedos más grandes de Suiza. Sus terrazas construidas en las laderas asomadas al lago forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco e invitan a hacer una placentera ruta a pie descubriendo viñedos y bodegas tradicionales. Otra buena idea es subirse a uno de los dos pequeños trenes (Lavaux Express y Lavaux Panoramic) que recorren sus caminos vitícolas y hacen un alto en el complejo Vinorama (lavaux-vinorama.ch) para conocer de cerca el viñedo.
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GRUYÈRES
Desde Lavaux: 45 kilómetros (39’)
Su nombre suena a queso, a uno de los más famosos del mundo. Y atraídos por él llegamos a este pintoresco y encantador pueblecito medieval de la región de Friburgo coronado por el castillo de St. Germain. Hay que entrar en su interior para ver sus lujosas estancias, asomarse al jardín francés y luego admirar la vista de todo el valle, donde predominan los pastos y las granjas. Después se recorren las tres calles de Gruyères, una de ellas empedrada y llena de restaurantes y casas muy bien conservadas, se entra en su museo dedicado a los amantes de la ciencia ficción para rematar la visita en una quesería, como La Maison du Gruyère (lamaisondugruyere.ch), para ver cómo se elabora de manera tradicional el exquisito queso local. Y si se desea, hasta pasar una noche en una granja, como La Ferme du Bourgoz (lafermedubourgoz.ch), y despertarte saboreando el exquisito queso elaborado por los dueños.
MURTEN
Desde Gruyères: 48 kilómetros (44’)
Los encantos de esta pequeña ciudad suiza son para empezar y no acabar. Lo primero, su ubicación, que hechiza desde muy lejos, pues está situada como está en una pequeña colina y a orillas del lago Murtensee. Ya más de cerca, es una delicia recorrer sus pintorescos callejones y las arcadas de su casco antiguo, protegido por una muralla que es historia viva de la ciudad y desde la que se observa una buena panorámica de los tejados de la ciudad medieval. Su museo de Historia en un antiguo molino de agua, la puerta de Berna en su calle principal y los paseos en barco o a pie alrededor del lago dan para una entretenida parada.
THUN
Desde Murten: 60 kilómetros (44’)
Como Gruyères, la ciudad fortificada de Thun también está dominada por un precioso castillo, pero este es blanco, del siglo XII, se alza sobre el monte Schlossberg y hoy es un museo histórico, con una obra maestra: la sala de los Caballeros. Desde sus alturas, las vistas de esta encantadora localidad son únicas, con el lago a sus pies y los imponentes Alpes berneses de fondo. En el casco antiguo, dos calles principales: Hauptgrasse y Hofstettenstrasse, una encantadora plaza –Mühleplatz–, su iglesia con torre octogonal, y el precioso puente de madera, que actúa como presa. Nada más agradable en verano que subirse al barco de vapor de la belle époque y surcar el lago de Thun.
BRIENZ
Desde Thun: 50 kilómetros (50’)
Rodeado por un hermoso alpino y en un extremo del lago del mismo nombre, Brienz es conocido por la romántica Bruhngasse, que muchos definen como el «callejón más bello de Europa», con sus casas del siglo XVIII adornadas de esculturas de madera. Caminar por su paseo ribereño, navegar por el lago, por ejemplo, en el histórico vapor de ruedas Lötschberg y las excursiones en tren de vía estrecha que recorren los centros turísticos de la región de Interlaken son sus otros imprescindibles.
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GRIMENTZ
De Brienz: 125 kilómetros (2 horas y 30’)
La región de Valais y el valle de Anniviers, que recorren preciosas carreteras de montaña, depara muchas sorpresas, pero una de las mayúsculas es este pintoresco pueblo a 1564 metros de altitud. Un paseo por él nos irá descubriendo todos sus encantos, desde sus empedradas calles por la que no pasan coches a sus casas de madera oscura con balcones adornados de geranios de vivos colores o las bodegas donde madura un vino de glaciar blanco que ya escanciaban los antiguos campesinos del lugar. Desde Grimentz se pueden hacer rutas en bici por sus senderos o la excursión al embalse de Moyri, de aguas color turquesa.
ZERMATT
Desde Grimentz: 77 kilómetros (1 hora y 30’)
Bien surtida de boutiques, restaurantes y hoteles de lujo, Zermatt podría confundirse con otros Mónacos de las alturas que salpican los Alpes. Sin embargo, la presencia imponente del icónico Matterhorn –el monte Cervino en italiano–, visible desde las calles de Zermatt y otros cuatromiles que rodean la localidad le aporta un poso aventurero. El pueblo es encantador y, sobre él, en la parte alta del valle, las praderas se convierten en verano en una agradable campiña atravesada por senderos y salpicada de lagos y chalés donde se mantiene el pastoreo tradicional y las posibilidades para el senderismo de altura y el turismo activo son ilimitadas. Aunque en Zermatt el deporte estrella es el esquí que, gracias a su glaciar en el Matterhorn Glacier Paradise, ofrece la posibilidad de esquiar los 365 días del año.