Los cronistas de la época cuentan que el matrimonio entre el rey Fernando III y su joven y bella esposa Beatriz de Suabia fue verdaderamente feliz. Aunque su boda estaba pactada de antemano y formaba parte de una alianza política entre Castilla y Alemania, los dos jóvenes se enamoraron a primera vista. En 1219, en su viaje hacia Burgos, la duquesa alemana se detuvo en París y quedó prendada por la catedral de Notre Dame. El enamorado rey castellano pensó que el mejor regalo de boda para su esposa sería edificar la catedral gótica más impresionante construida hasta la fecha.
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El templo gótico sustituyó a otro románico que se había quedado pequeño, tal como se pudo comprobar durante la boda real de Fernando y Beatriz. El rey castellano tenía tantos recursos, tan buenos asesores y tanta visión de futuro que se trajo hasta la capital de su reino a varios de los maestros de obra que unos años antes habían levantado las principales catedrales de Francia.
CUMBRE DEL ARTE GÓTICO EUROPEO
Con todos estos mimbres, no es de extrañar que la catedral de Burgos esté considerada como una de las cumbres del arte gótico europeo, entre otras cosas por haber sabido conjugar con armonía las influencias francesas y germánicas con los elementos más propios del arte hispano. Y por ello, es uno de esos escasos monumentos que no deja indiferente y que todo el mundo es capaz de identificar de un primer vistazo.
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LA PRIMERA MIRADA
Antes de penetrar en su interior, merece la pena sentarse en alguno de los bancos o de las climatizadas terrazas de la diáfana plaza que recuerda al rey protagonista de esta historia. Desde allí se puede contemplar una de las mejores perspectivas del edificio y disfrutar del insuperable juego de volúmenes existente entre las torres rematadas por unos puntiagudos chapiteles, la alargada nave central, el renacentista cimborrio y el elegante hastial del Sarmental.
También antes hay que admirar las nuevas y polémicas puertas de bronce encargadas por el aniversario al escultor Antonio López, con los rostros de Dios, la Virgen María y Jesucristo, que han sustituido a otras viejas y robustas que dan acceso al templo por la plaza de Santa María.
CÓMO VISITAR LA CATEDRAL
La visita turística por el interior se inicia, precisamente, por la puerta del Sarmental, la más antigua de todas, considerada una de las obras maestras de la escultura gótica española. Entrar en la catedral supone una intensa y gozosa experiencia estética para los sentidos, pues gracias a las restauraciones de los últimos años, el interior luce con todo su esplendor la armoniosa combinación de elementos decorativos y estructuras arquitectónicas, en especial las capillas funerarias incorporadas a lo largo del tiempo.
Hay tanta belleza atesorada que no es fácil concentrar la mirada en un solo punto de interés. Entre los elementos que no hay que perderse destaca el atrevido y calado cimborrio que se alza sobre el crucero. Bajo su estrellada cúpula renacentista descansan, junto a los de su esposa doña Jimena, los restos del Cid Campeador.
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OTROS ENCLAVES IMPRESCINDIBLES
También joyas son la renacentista Escalera Dorada de Diego de Siloé y la pequeña pero magnífica capilla gótica de Santa Ana. Dando la vuelta a la girola se descubre otra maravilla del arte español: la capilla de los Condestables. En esta catedral dentro de la catedral, diseñada por Simón de Colonia a finales del siglo XV, están enterrados, en un vistoso sepulcro de mármol de Carrara, los que fueron poderosos representantes del rey de Castilla.
MUSEO CATEDRALICIO
Para finalizar hay que disfrutar de los tesoros del Museo Catedralicio y del claustro alto. Entre sus policromados sepulcros y esculturas destaca una bella representación de Beatriz de Suabia y Fernando de Castilla, en la que todavía se puede apreciar todo el amor que les unió en vida.
Antes de salir de nuevo al exterior es obligatorio cumplir con el rito de todo buen turista: escuchar las horas y ver abrir la boca al viejo autómata del Papamoscas.
LAS CANTERAS DE PIEDRA
Una visita complementaria al templo es acercarse a conocer las canteras de las que se extrajo la blanca piedra caliza con la que se levantó hace 800 años este grandioso edificio y otros monumentos burgaleses. Se encuentran enclavadas entre Hontoria de la Cantera y Cubillo del Campo, a unos 25 kilómetros de Burgos. Existen rutas guiadas que permiten visitar con seguridad las canteras más representativas y, puntualmente, representaciones de cómo se transportaban las piedras en bueyes a la ciudad.
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ACTOS POR EL VIII CENTENARIO
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