CASTILLO DE ELTZ
Considerado el castillo feudal alemán por excelencia, desde que fue construido hace 850 años de historia ha estado siempre en manos de la misma familia. Muros entramados, tejados puntiagudos y ocho torreones definen esta fortaleza de arquitectura militar levantada sobre un espolón de roca a 70 metros de altura en un enclave estratégico, junto a un camino que conectaba el río Mosela, una de las principales rutas comerciales del Sacro Imperio Romano Germánico, con la región del Eifel y las fértiles tierras de Maifeld. Además de su patio interior, la visita por sus estancias es un didáctico viaje por la Edad Media y la Edad Moderna, que tiene en su cámara del tesoro, en la sala de los caballeros y en la cocina de la casa Rodendorf sus grandes atracciones (burg-eltz.de).
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HOHENZOLLERN
A una hora de la ciudad de Stuttgart, sorprende llegar a los alrededores de Hechingen Bisingen y descubrir en lo alto del monte Hohenzollern esta monumental fortaleza. Desde el siglo XIX, luce su actual aspecto neogótico, pero sus orígenes se remontan al siglo XI. Fue residencia real de monarcas prusianos y emperadores alemanes y hoy, además de admirar la valiosa colección de arte que guarda, atrae por sus eventos culturales, las especialidades regionales de su restaurante y las espectaculares vistas (burg-hohenzollern.com).
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CASTILLO DE LICHTENSTEIN
A 60 kilómetros de Stuttgart, en los montes Suabos, se levantó sobre un antiguo castillo medieval esta pequeña fortaleza neogótica de diseño romántico propiedad desde su construcción de la familia Wurttemberg. ¿Lo más curioso de él? Su ubicación, en lo alto de un risco que domina el pueblo de Honau, sobre el río Echaz y rodeado de un bosque de cuento. Además está protegido por murallas y rodeado de un foso que salva una pasarela de madera, por la que se accede cuando se visita.
CASTILLO DE MESPELBRUNN
En una sencilla casa señorial junto a un lago tiene su origen este castillo de la región de Baviera, en el pueblo del mismo nombre y entre las ciudades de Fráncfort y la universitaria Wurzburgo. En la Edad Media fue fortificado con murallas, torres y un foso y un siglo más tarde reconstruido dándole su apariencia actual. Hoy museo y lugar de celebración de bodas, lo más llamativo de él es su entorno, su ubicación y su torre del homenaje circular, que se mantiene en pie del castillo medieval.
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CASTILLO DE REICHSBURG
En la romántica región del Mosela, en Renania-Palatinado, donde las laderas del sinuoso valle fluvial están cubiertas por viñedos, cada curva del río está dominada por un castillo o un palacio. El de Reichsburg, que domina la localidad de postal de Cochem desde sus torres puntiagudas, es uno de los más espectaculares a vista de pájaro. Sus orígenes se remontan a un castillo feudal del siglo XI, del que conserva su campanario, aunque no sería hasta 1868 cuando fue reconstruido al estilo de los ideales románticos, tan de moda en la Alemania del siglo XIX. La visita por su interior, decorada con muebles de época, pasa por salas tan exquisitas como el comedor del Renacimiento, la sala gótica de los Caballeros, la de las Damas o la Armería (reichsburg-cochem.de).
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CASTILLO DE ALBRECHTSBURG
Llegó a ser una de las construcciones arquitectónicas más modernas de la época, con las últimas innovaciones. Y todo gracias al ingenioso maestro de obras Arnold von Westfalen, que, en 1471, supo reflejar en esta fortificación gótica, ubicada en un promontorio rocoso de la ciudad de Meissen desde el que se domina el río Elba, el poder y la riqueza de los hermanos Ernst y Albrecht von Wettin, que gobernaron juntos. Como curiosidad, en 1710 en él se estableció la primera fábrica de porcelana de Europa. En sus salas se muestra la colección de pintura histórica mural más extensa del estado de Sajonia. Adyacente al castillo se encuentra la catedral gótica.
CASTILLO DE HOHENSCHWANGAU
Es otro de los grandes castillos de Baviera, fruto del auge del romanticismo alemán, y está a solo 2 kilómetros del icónico Neuschwanstein, mirándose uno a otro. Su ilustre vecino se levantó sobre las ruinas del que fuera residencia de los señores de Schwangau y pasó a llamarse Hohenschwangu cuando fue adquirido por el príncipe Maximiliano –padre de Luis II–, quien lo convirtió en su residencia de verano favorita. Del exterior sorprende sus llamativos muros amarillos y del interior, ahora convertido en museo, la decoración de sus estancias, que conservan el mobiliario original y los frescos de sus paredes (hohenschwangau.de).
CASTILLO DE NEUSCHWANSTEIN
En un alto y en medio de un idílico paisaje alpino, el rey Luis II de Baviera mandó levantar un castillo salido de un cuento de hadas para retirarse de la vida pública. Rodeado de bosques y lagos, el monarca plasmó en esta recreación de una fortaleza medieval sus ideales y su visión romántica del mundo, además de su amor por las óperas de Wagner. A unas dos horas de Múnich y próximo al pueblo de Hohenschwangau, el castillo sirvió de inspiración a Walt Disney para crear el de la Bella Durmiente (neuschwanstein.de).
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