DÍA 1
Comenzamos nuestro recorrido en Buño, a 35 kilómetros al sur de A Coruña, un pueblo de tradición alfarera en el que es posible admirar en vivo el trabajo de los artesanos. Muy próxima queda la siguiente parada: Malpica de Bergantiños, donde hay que pasear por las estrechas calles de su casco viejo y continuar hasta el puerto, el mejor lugar para sorprenderse con las casas colgadas de las rocas y respirar su ambiente marinero. Malpica también es el punto de partida de la ruta O Camiño dos Faros (caminodosfaros.com), la ruta de senderismo que, hasta Finisterre y a lo largo de 200 kilómetros, recorre los faros y otros puntos de interés de la Costa da Morte, con el mar siempre de fondo.
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Un poco más hacia el norte está el cabo San Adrián y, en sus inmediaciones, el santuario de San Adrián do Mar, un privilegiado mirador natural sobre Malpica y las islas Sisargas, paraíso de las aves, que quedan frente a él.
Regresamos a la carretera DP-4307, que tras dejar atrás Mens –con su castillo y su iglesia románica de Santiago– nos llevará a Ponteceso. La mejor imagen de la localidad, de su playa de Balarés y del estuario que forma el río Anllóns al encontrarse con el mar la tendremos subiendo al monte Branco.
La ruta tiene como siguiente parada Corme, otra villa típica marinera con una vista inmejorable desde la capilla de la Virxe do Faro en el alto, y, un poco más allá, siguiendo la indomable costa, los acantilados de O Roncudo, en cuyas peligrosas rocas dicen que nacen los mejores percebes gallegos. En este lugar muchos percebeiros perdieron la vida y los recuerdan las numerosas cruces que se ven.
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Hay que volver a Ponteceso para continuar el recorrido hacia Borneiro, porque en su entorno encontramos dos conjuntos arqueológicos: el castro de A Cibda y, en Cabana de Bergantiños, la «catedral del megalitismo gallego»: el dolmen de Dombate, protegido bajo un moderno edificio y dotado de un centro de intepretación.
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Muy próximo, en la aldea de O Allo (Zas), descubriremos Torres do Allo, el primer pazo de Galicia, un edificio monumental rodeado de un idílico entorno, con hórreos, sotos, fuentes, iglesia, palomares y jardines. El conjunto etnográfico no solo es una radiografía de la Galicia rural de los últimos siglos, también es un disfrute para los sentidos (torresdoallo.gal).
La primera jornada de este itinerario de 72 horas por la Costa da Morte la concluiremos en otra villa marinera, Laxe, que tiene una iglesia románica, una capilla dedicada a Santa Rosa de Lima en la cumbre de un monte, una playa en el mismo centro de la villa de 1,5 kilómetros y, a sus espaldas, Soesto, un arenal salvaje espectacular.
Para descansar, una buena elección es el complejo rural A Torre de Laxe (atorredelaxe.com), con habitaciones, cabañas en los árboles y apartamentos con todas las comodidades repartidos por una gran finca con vistas a la ría de Corme. También con piscina.
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DÍA 2
Comenzamos la segunda jornada poniendo rumbo desde Laxe a Ponte do Porte, que queda a 18 kilómetros. Antes de llegar, la ruta nos invita a desviarnos para visitar el Espacio Natural de Traba, formado por una playa de 2 kilómetros de largo que se extiende entre la punta de Arnado y la de Traba, un conjunto dunar y una laguna natural, que es una auténtica reserva ornitológica.
Cruzaremos en Ponte do Porte el puente sobre el río Grande para visitar en Porto de Cereixo el conjunto que forman las torres de Cereixo y la iglesia románica de Santiago. Y luego, en Camelle, una de las parroquias de Camariñas, el Museo del Alemán (mandecamelle.com), el original museo de escultura al aire libre creado por un alemán que llegá a esta villa en los años 60 del siglo XX, vivió durante décadas en plena sintonía con la naturaleza gallega y dio forma a un edén de fantasía y soledad.
Regresando a Ponte do Porto, el recorrido nos lleva después a Camariñas, cuna de un prestigioso encaje de bolillos que realizan a mano las palilleiras locales. Desde su puerto arranca la empinada rúa Castelo, que lleva a un mirador sobre la ría y continúa después por los más solitarios rincones de este accidentado litoral. A lo largo del recorrido se irán descubriendo el castillo del Soberano, la playa de Lago, la ermita de la Virgen del Monte y acantilados solitarios hasta llegar a la octogonal torre del faro de cabo Vilán, que ilumina con su potente luz el litoral de la ría de Camariñas y por el que merodean cormoranes moñudos, gaviotas y halcones peregrinos.
En este entorno y rodeadas de eucaliptos, pinares y maizales están las tres casas que ocupa el hotel rural Lugar do Cotariño (docotarino.com). Siete habitaciones con paredes de piedra, suelos y techos de madera y decoradas con buen gusto donde descansar tras una intensa jornada.
3º DÍA
De Camariñas volvemos a Ponte do Porto para arrancar, el último día, en Vimianzo, que tiene un castillo muy disputado en la Galicia medieval. Rumbo a Muxía pasaremos por el lugar de Ozón, que cruza el Camino de Santiago y donde prestaremos atención a la iglesia románica de San Martiño y a su gran hórreo.
En Muxía veremos el famoso santuario de la Virgen de A Barca, al borde del oceáno, y la Pedra de Abalar y, después, el faro del cabo Touriñán, en una península que se adentra en el mar. Puedes esperar aquí el último rayo de sol de la Europa continental o ir a busca del atardecer que brinda la playa salvaje de Nemiña, abierta al oceáno Atlántico. De aguas cristalinas y grandes olas, es una de las preferidas para los amantes del surf.
La siguiente parada la haremos en Corcubión, para admirar su castillo de O Cardeal, el pazo de los Condes de Altamira y la iglesia de San Marcos. Y desde aquí continuar hacia el sur en dirección Finisterre, donde además del faro, hay que ver el santuario del Santo Cristo y las salvajes playas de Rostro y Mar de Fóra. Dar un paseo con olor a mar por esta villa marinera es el mejor plan para luego, sentado en uno de los bares del puerto, observar el paso de peregrinos que, llegados de todos los lugares del mundo, terminan aquí su camino, en el fin del mundo.
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Mar de Ardora (hotelmardaardora.com), un moderno hotel con spa, jardín y vistas a la playa de Mar de Fóra, y Alén do Mar (hotelalendomar.com), en la playa Langosteira, son buena elección para quedarse a dormir en Finisterra. También en Muxía, en el hotel boutique A de Loló (hoteladelolo.com), con zona chill-out y un buen restaurante. Otra opción muy recomendable es, en Corcubión, Casa da Balea (casadabalea.com), un alojamiento temático dedicado al mundo de las ballenas.