El macizo del Montsec, en Lleida, es un paredón vertical de roca caliza anaranjada impresionante, pues se eleva más de 1000 metros sobre el terreno que le rodea. De los dos profundos tajos que los ríos Noguera Pallaresa y Noguera Ribagorzana han abierto en él, el más famoso e hipnotizador es el esculpido por este último: el congost o desfiladero de Mont-rebei. Sus paredes, de medio kilómetro de altura, distan solo 20 metros en algunos puntos y el único camino para recorrerlo es una vieja y estrecha senda de herradura excavada en la roca que produce un pelín de vértigo, lo justo para darle emoción.
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CÓMO RECORRER EL DESFILADERO
El camino, bien señalizado con marcas de pintura blanca y roja, resulta muy sencillo, incluso para hacer con niños. Arranca en el área de La Masieta, a 7 kilómetros aguas abajo del pueblo de Puente de Montañana, y recorre, en poco más de 1 hora (solo ida), la zona más escarpada del cañón. Comienza bordeando la cola del embalse de Canelles y gana suavemente altura hasta llegar, después de media hora a paso tranquilo), al barranco de Sant Jaume, afluente del Noguera Ribagorzana, que hay que cruzar por un puente colgante metálico de 30 metros de longitud. A pesar de que se bambolea un poco, es completamente seguro, como lo es el resto del sendero, que está equipado con pasamanos para dar mayor confianza al caminante en los lugares que más imponen.
A partir del puente colgante empieza el desfiladero propiamente dicho. Cada vez más abajo va quedando la línea verde del río, rico en nutrias y tritones de los Pirineos. Cada vez más estrecho se ve el azul del cielo, en el que se recortan las siluetas de águilas reales, alimoches, buitres leonados y quebrantahuesos. Llega un momento, casi al final del recorrido –a 1 hora, o poco más, del inicio–, en que las paredes se curvan y se juntan en la altura por efecto de la perspectiva, formando una bóveda de roca anaranjada. Y de golpe, al doblar el siguiente recodo, el paisaje se abre, el desfiladero desaparece y el río se aleja mansamente hacia el sur.
EL CAMINO DE REGRESO
Se puede hacer por el mismo camino o por otro similar que hay a menor altura, si lo permite el nivel de las aguas. También podemos alargar el paseo otro par de kilómetros para atravesar las escalofriantes pasarelas de Montfalcó, instaladas en dos cortados de la orilla occidental (la aragonesa), a la que se cruza por un nuevo puente colgante.
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EL DESFILADERO, EN KAYAK
Una buena opción es explorar el desfiladero en kayak, navegando por las aguas embalsadas del Noguera Ribagorzana. Montsec Activa (montsecactiva.com), Zenith Aventura (zenithaventura.com) y Kayaking Mont-rebei (kmr.es) empresas que ofrecen esta actividad.
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EL TREN DE LOS LAGOS
Otra forma curiosa de atravesar el Montsec –y, en realidad, todo el Prepirineo leridano– es el llamado Tren dels Llacs (Tren de los Lagos), un veterano ferrocarril que sube desde Lleida hasta La Pobla de Segur por las riberas salvajes del Segre y el Noguera Pallaresa. El viaje, de algo menos de 90 kilómetros y casi 2 horas de duración, ofrece perspectivas impactantes del pueblo medieval de La Baronía de Sant Oïsme, del desfiladero de Terradets –nada que envidiar al de Mont-rebei– y de cuatro grandes embalses que parecen lagos de montaña, de ahí el nombre del tren. Entre abril y octubre, además de los trenes convencionales, circulan por la línea convoyes históricos tirados por locomotoras de los años 60 que hacen aún más apetecible el recorrido (trendelsllacs.cat/es).
ÀGER, EL PUEBLO MÁS BELLO Y EL CIELO MÁS LIMPIO
Después de atravesar el Montsec a pie y en tren, ya solo queda darle una vuelta en coche para conocer su pueblo más bonito. Cerca del congost de Mont-rebei, al pie de la pared meridional del macizo, se acurruca Àger, con sus callejuelas hechas un ovillo a la sombra de la colegiata milenaria, ofreciendo un cuadro de pura Edad Media. Además de esto y de su paz divina, que decía Josep Pla, Àger puede presumir de sus cielos impolutos, que por algo han instalado en sus vecindades el Parque Astronómico del Montsec.
El centro dispone de dos grandes telescopios, un celóstato para ver imágenes del sol en tiempo real y una veintena de instrumentos portátiles. Cuenta además con una gran exposición permanente y con el denominado Ojo del Montsec, un planetario con cúpula móvil de 12 metros de diámetro que permite a grupos de hasta 70 personas contemplar recreaciones del firmamento actual o de cualquier época, así como observar directamente el cielo libre de contaminación lumínica de la zona (parcastronomic.cat).
LAS TIENDAS DE ÉPOCA DE SALÀS DE PALLARS
Una buena idea es visitar en Salàs de Pallars, un pequeño pueblo de la cuenca del Noguera Pallaresa, las antiguas tiendas que han recuperado y ambientando con miles de artículos originales: barbería, farmacia, estanco, bar, ultramarinos... En ellas, se encuentra de todo, desde el «supermasaje» Barça, un after-shave«científicamente vitaminado» de tiempos de Kubala, hasta la primera fregona del mundo, marca Rodex, que inventó un español en 1958 (botiguesmuseusalas.cat/es).
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DÓNDE DORMIR
En Arén está Casa Domenec (casadomenc.com), un hotel familiar con apartamentos, spa y restaurante en un bello pueblo medieval, a 20 kilómetros aguas arriba del desfiladero de Mont-rebei. Casa Perdiu (casaperdiu.es), en Guardia de Noguera, ofrece desconexión total en un pueblecito de solo 70 habitantes de la sierra del Montsec, con habitaciones acogedoras y cocina casera con productos del huerto. Al norte de la comarca, en Senterada, está Casa Leonardo (casaleonardo.net), una posada centenaria rehabilitada por una familia encantadora, con contundente cocina de la abuela.
DÓNDE COMER
Muy próximo al desfiladero de Mont-rebei, en Puente de Montañana, se encuentra Condes de Ribagorzana (tel. 974 54 21 94), donde probar la escudella y las carnes a la brasa. En Tremp, cocina tradicional y de mercado en el Restaurante de Gurp (tel. 973 65 28 06), un pequeño negocio familiar de estilo moderno, en el que probar los caracoles a la llauna, la coca de espinacas, el cordero a la brasa o el conejo con senderuelas. Casa Xalets (restaurantcasaxalets.com), en Àger, ofrece cocina con productos de la tierra en un comedor con grandes vistas al macizo del Montsec.