La imagen de Mozart se encuentra por todas partes en la ciudad de Salzburgo, donde hasta los bombones llevan su nombre. La Getreidegasse es la calle principal y en ella encontramos la campana de la cerveza, situada al lado del Ayuntamiento viejo, que, desde tiempos del compositor, sonaba para avisar a las tabernas de que echaran el cierre. De la misma calle parten los soportales construidos para robarle terreno al río Salzach.
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EN BICI POR SALZBURGO
Si alquilamos una bicicleta podemos darnos una vuelta por la alameda de Hellbrunner Allee para ver cómo la ciudad se transforma en pueblo. También se admira desde el mirador del monte Mönchsberg. Esta sensación de que ambiente rural y urbano armonizan de maravilla en Austria nos acompaña en la ruta hacia Innsbruck, siempre hacia el oeste y pasando por carreteras secundarias del Salzburgerland y el Tirol, que permiten disfrutar mejor de la visión del Parque Nacional de Hohe Tauern.
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ENTRE FUNICULARES Y PUENTES COLGANTES
El camino está plagado de tentaciones, ya que abundan las carreteras que se desvían a la izquierda para remontar los pasos de montaña que cortan los Alpes Orientales. Inmediatamente al sur de Salzburgo aparece el valle de Gastein, que se observa mejor tomando el funicular que sube hasta la plataforma Glocknerblick, en la cima del monte Stubnerkogel. Allí nos espera un puente colgante no apto para cardíacos y una imagen perfecta del pico Grossglockner, que con sus 3798 metros es el más alto de Austria. Tras pisar las nieves, apetece sumergirse en las termas de Bad Hofgastein. La convivencia de frío y calor, flotadores y esquís, es otra de las constantes en el recorrido.
LAGOS Y GLACIARES
La puerta del siguiente valle es Zell am See, donde hay un gran lago de aguas aptas para el baño, pero también un telecabina que parte del pueblo de Kaprun para alcanzar el glaciar Kitzsteinhorn, donde se esquía todo el año. De vuelta a la carretera principal, haremos un alto en el centro de visitantes Nationalparkwelten de Mittersill (nationalpark.at/de/nationalparkzentrum), que plantea una auténtica inmersión interactiva en la historia natural del Hohe Tauern. La estrella de la muestra es una impactante proyección en 360º, que se disfruta como si estuviera descendiendo de verdad por un río o trepando hasta la cumbre.
En el mismo centro podemos informarnos de las fiestas que se celebran por todo el entorno. Y es que cualquier ocasión es buena para consumir una buena cantidad de salchichas, pasteles y cerveza de trigo al aire libre. Uno de los primeros pueblos en dar la bienvenida al sol es Uttendorf, donde todo el mundo sube hasta los prados de altura con sus pantalones bordados de peto para disfrutar de un concierto de trompa, aquel instrumento de viento larguísimo que antes servía para comunicarse o reunir el ganado.
CASCADAS DE KRIMML
Para las familias, una buena idea es tomar el camino de Felbern Tauern, para alcanzar los gélidos lagos de Hintersee y Wangenitsee y acampar en las playas de guijarros, como si estuviéramos a la orilla del mar. La última parada de la ruta antes de salir del parque de Hohe Tauern son las cascadas de Krimml, donde se concentra toda la potencia del deshielo. Se trata del quinto salto de agua más alto del mundo, ya que esta se precipita desde una quebrada a casi 400 metros para formar una cortina de gotas finísimas en la que se pinta el arco iris. Un sendero con varias terrazas permite ver la cascada desde diversos ángulos, aunque también tendremos buenas vistas por la carretera que sube hacia el pueblo de Gerlos y la reserva natural de Wildgerlostal.
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Y LLEGAMOS A INNSBRUCK
Después de una infinidad de curvas llegamos a Innsbruck, la capital de los Alpes austriacos, con sus edificios barrocos color pastel y sus campanarios en forma de bulbo. Aquí se siente la pasión por el montañismo y el esquí, motivo por el cual ha sido sede olímpica en tres ocasiones. La mejor manera de hacerle justicia es dejarnos llevar hasta las alturas por el funicular Nordkettenbahn al atardecer y ver como el sol antes de ponerse tiñe de dorado la nieve.
UN PLUS
Sobre la antigua vía medieval que unía Zell am See con Heiligenblut se construyó en 1930 la Grossglockner Hochalpenstrasse, una de las carreteras panorámicas más espectaculares del mundo. De clima endiablado en invierno, regala una vista completa de las cimas más destacadas de los Alpes desde el mirador de Edelweisspitze. Del otro lado se accede al glaciar Pasterze, el mayor del Hohe Tauern, con una lengua de casi 9 kilómetros de largo.
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GUÍA PRÁCTICA
La ruta se puede comenzar en Salzburgo o en Innsbruck. Para llegar a cualquiera de ellas, lo mejor es volar hasta la ciudad alemana de Múnich, equidistantes ambas algo más de 2 horas de esta en coche.
DÓNDE DORMIR EN LA RUTA
En el valle de Gastein, el hotel Haus Hirt (haus-hirt.com) tiene la apariencia de una típica casa regional, pero por dentro se deja sentir la mano de un arquitecto experto que ha creado un entorno confortable y singular jugando con el color. Cuenta con un excelente spa.
Y un clásico de Innsbruck, Schwarzer Adler (schwarzeradler-innsbruck.com), con mucha historia y elegido por grandes personalidades para alojarse en él. Quienes buscan un spa de alto nivel, pueden optar por Alpenresort Schwartz (schwarz.at), a solo 30 kilómetros de Innsbruck.
DÓNDE COMER
Las gasthoff o casas de huéspedes son hostales familiares donde se disfruta de la mesa regional, que mezcla la cocina centroeuropea con la italiana, pero para una experiencia gastronómica de nivel aderezada con buenas vistas, el restaurante Mönchsberg 32 (m32.at) de Salzburgo. También dispone de un lounge con terraza.
También en Salzburgo y con voluntad de impactar, en Hangar 7 (hangar-7.com), un espacio donde se exponen aviones y coches de carreras, el premiado restaurante Ikarus propone lo último en cocina. Sin salir del recinto, el lounge Carpe Diem y el café Mayday son perfectos para tomar unas tapas sofisticadas o una copa.
Para una comida tradicional con fundamento, hay que ir hasta la población de Stuhlfelden, donde se encuentra la granja Schwaigerlehen (schwaigerlehen.at/zimmer), en la que Theresia Bacher cocina a la vista.
La restauración con un toque de diseño en Innsbruck se llama Lichtblick (restaurant-lichtblick.at), local que plantea una cocina de vanguardia acompañada de una cuidada selección de vinos.