En la definición de paraíso, pocas playas compiten con las que posee Menorca, porque a lo largo de los 216 kilómetros de costa aguarda todo un repertorio de calas. Las hay pequeñas y recoletas, pero también grandes y abiertas a un mar tranquilo. Y las hay de tonos rojizos o de un blanco inmaculado, de carácter salvaje (la mayoría) o plenamente urbanizadas para quienes buscan confort.
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CON EL VIENTO A TODA VELA
De cala en cala, se puede bordear la isla para contemplarla desde otra perspectiva, la que se obtiene navegando en velero por un mar que goza de todas las gradaciones del azul. Una estupenda manera de garantizar la intimidad en unas vacaciones alejadas del turismo de masas y del transporte colectivo.
Hay distintas modalidades: desde paseos de un par de horas por la mañana o para contemplar la puesta de sol, hasta excursiones de varias jornadas o de semanas en las que el barco fondea en alta mar o en algún puerto autorizado. También se puede elegir entre embarcaciones comandadas por una tripulación o un simple alquiler sin patrón.
Diversas agencias ofrecen alquiler de veleros. Mundo Explora (mundoexplora.com), Sailwiz (sailwiz.com) y Nautal (nautal.es) son algunas recomendables por su buena flota de barcos higienizados, que permiten alquilar con o sin patrón (en este caso con el requerimiento del PER). El precio oscila en función del tamaño, el tiempo y la temporada, aunque aproximadamente un velero de ocho plazas cuesta desde 750 € por persona y semana.
DESCUBRIENDO LA COSTA NORTE
Con las velas desplegadas, comenzamos la travesía en la costa norte, llamada Sa Tramuntana. Es la zona más ondulada, recortada con barrancos de casi cien metros. Aquí las playas son más accidentadas. Hay que hacer una parada en Cala Morell, a 11 kilómetros de Ciutadella, con unos fondos rocosos ideales para practicar snorkel. Y detenerse en Cala Pilar, para disfrutar de su belleza salvaje con el contraste entre las colinas rojas y la arena dorada. Después aparece Cala Pregonda, considerada una de las más hermosas de Menorca, con unos fotogénicos islotes que han ilustrado la portada de algún disco de Mike Oldfield. Y Cavallería, al pie del cabo del mismo nombre, con su forma de media luna rodeada de suaves montículos.
HACIA EL ESTE
Empujados por los vientos de levante, mistral o tramontana, rumbo al este no hay que perderse dos rincones completamente vírgenes: Cala Presili y Cala Tortuga, ambas vigiladas por el faro de Favàritx y pertenecientes al Parque Natural de S’Albufera des Grau.
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CALAS DE ANUNCIO EN EL SUR
Y así pasamos al sur, denominado Es Migjorn, donde el litoral aparece más homogéneo, con pinares que se extienden hasta rozar la orilla. Es aquí donde encontramos las playas dignas de anuncio, con una arena blanca y unos fondos deslumbrantes. Está la diminuta Binidalí, abrazada por rocas y vegetación, y la enorme Son Bou, la más larga de la isla, con sus dos kilómetros rectilíneos. Y tras las maravillosas Escorxada y Trebalúger, que dibujan un paisaje ideal, aparecen los dos conjuntos de calas hermanas que son un prodigio de exotismo: de un lado Mitjana y Mitjaneta, y de otro Macarella y Macarelleta.
Como colofón, no hay que perderse Son Saura, sacudida por un ligero oleaje, ni Cala Turqueta, cuyo nombre no ha sido elegido al azar: un rincón estupendo para echar el ancla y confundirse en el Mediterráneo zafiro.
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EXCURSIONES EN COCHE POR LA ISLA
CIUTADELLA Y MAÓ
Las dos ciudades de la isla gozan de interés histórico y cultural. En la primera, de marcado sabor mediterráneo, encontramos una catedral gótica, suelos empedrados, soportales, palacios renacentistas… La segunda posee un bonito centro dominado por la iglesia neogótica de Santa María y repleto de palacios burgueses y aristocráticos.
CASTILLO DE SANTA ÁGUEDA
Aunque está en ruinas, su posición a 264 metros sobre el nivel del mar le confiere unas vistas maravillosas. Está en la carretera de Maó a Ciutadella.
BARRANCO DE BINIGAUS
Bonita excursión de naturaleza que empieza en la localidad de es Migjorn y termina en la playa de Binigaus, cerca de la de Santo Tomás. El barranco atraviesa diversas cuevas, pero la famosa es la Cova des Coloms, que todo el mundo conocer por el nombre de La Catedral y que tiene 300 metros de largo. La excursión se completa en apenas media hora.
BINIBECA
Aunque se trata, más bien, de un emplazamiento turístico (fue creado a principio de los años 70 para recrear una villa de pescadores), la belleza de su laberinto de calles y sus casas encaladas es irreprochable.
CUEVA D’EN XOROI
Esta gruta natural de Cala en Porter, en la costa sur, es de día un agradable bar donde poder ir con niños a tomar algo con vistas fantásticas, mientras que por la noche se convierte en uno de los locales más famosos de Menorca.
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GUÍA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR
Además de vuelos directos desde los aeropuertos de numerosas ciudades, quienes vayan a pasar una temporada en la isla y quieran llevar su propio coche, tendrán que acceder por mar. Para ello hay tres puntos de partida (Barcelona, Valencia y Palma de Mallorca) y dos de llegada (Maó y Ciutadella). Balearia y Transmediterránea son las principales compañías de ferri.
DÓNDE DORMIR
Quienes busquen desconexión total, el agroturismo con encanto Son Vives (sonvivesmenorca.com), en Ferreries, emplazado en una bonita finca rodeada de naturaleza en el interior de la isla. En Cala’n Bosch está La Quinta Menorca (laquintamenorca.com), un premiado hotel de lujo de arquitectura colonial, con fácil acceso a las playas del sur. Y en una ubicación privilegiada, frente a la playa de Santo Tomás, el elegante Sol Beach House (melia.com), solo para adultos.
DÓNDE COMER
En Torret (Sant Lluí), en Sa Pedrera d‘es Pujol (sapedreradespujol.com), una centenaria pedrera, cuyos fogones son un homenaje a la tradición marinera y payesa de la isla, con materias primas de calidad y una reinvención de antiguos recetarios. Después de tres generaciones, Café Balear (cafebalear.com), en Port de Ciutadella, sigue siendo una referencia en la isla, con su impecable selección de pescados, guisos, arroces y mariscos. En Sant Patrici, Ca Na Xini (canaxini.com) sirve platos menorquines acompañados con vinos propios en el restaurante de un hotel rural.