Baviera es un escaparate de villas medievales, fortalezas de cuento, frondosos bosques y ciudades llenas de encanto. Tres de ellas forman un triángulo monumental en el norte del estado: en un vértice, Bayreuth, vinculada al compositor Richard Wagner; en otro, Núremberg, la del pintor del renacimiento Durero; y el tercero lo ocupa Bamberg, rodeada por un exuberante paisaje verde y declarada Patrimonio de la Humanidad.
Para tener una primera idea de cómo es Bámberg, a sus habitantes les gusta decir que tiene cierto parecido con Roma, rodeada como está por siete colinas. Cada una de estas coronada por una iglesia y sus magníficas torres y pináculos dibujan un horizonte espectacular. Pero a Bamberg también se la compara con Venecia, por sus preciosos edificios del siglo XIX alineados a orillas del río Regnitz, junto a un entramado de casas medievales con balcones y pequeños jardines y su pequeña barquita a la puerta.
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Con esta primera estampa, uno se prepara para descubrir una ciudad que parece sacada de un cuento de hadas. Más si lo primero que se admira es su antiguo ayuntamiento, flotando en mitad del río. La tradición dice que se levantó sobre una isla artificial porque el obispo no quiso regalar a los vecinos el terreno para la construcción, por lo que no es solo una obra arquitectónica notable, sino también un símbolo interesante de la lucha de poder entre la Iglesia y la ciudad. Disputas a un lado, hoy es uno de los lugares más fotografiados de Bamberg, al que se accede por medio de dos puentes, uno a cada lado, para contemplar los frescos de su fachada.
Con mil años de historia, el legado que ha ido acumulando esta ciudad bávara es notable, empezando por la catedral. La original, de 1004, la destruyó el fuego; la Nueva, de 1237, eleva al cielo sus cuatro magníficas torres románicas. Pero en Bamberg lo que resulta un placer es recorrer su casco antiguo perfectamente conservado, un fascinante laberinto de estrechas y sinuosas callejuelas empedradas que acercan a su antiguo barrio de pescadores y a muchos otros edificios monumentales, reflejo del fastuoso estilo de vida de los príncipes-obispos que gobernaron la ciudad hasta el XIX.
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A unos 5 kilómetros están los maravillosos jardines del castillo de Seehof y en lo alto de la colina conocida como Michaelsberg, la iglesia románica de la abadía benedictina de San Miguel. Otro mirador excepcional sobre los tejados de la ciudad es la Nueva Residencia, palacio barroco situado en la plaza de la Catedral, que fue sede de los obispos y que cuenta con una extraordinaria rosaleda. Más allá de estos edificios con historia, Bamberg es una ciudad de hoy, con tiendas modernas, una activa programación cultural y 9 fábricas de cerveza que producen más de 50 tipos diferentes de la bebida bávara por excelencia y se degusta al aire libre en los jardines de cerveza de las siete colinas. En definitiva, un lugar con mucha historia, pero joven de corazón.
CÓMO LLEGAR
El aeropuerto más cercano a Bamberg es el de Núremberg, a algo menos de 1 hora. A 2,5 horas se encuentra el de Leipzig, trayectos que se realizan en tren desde ambos.
DÓNDE DORMIR
A orillas del río Regnitz, en Welcome Hotel Residenzschloss Bamberg (welcome-hotels.com), un cuatro estrellas de lujo. También fabuloso, Le Baldinger (lebaldinger.de), donde se fusionan arquitectura y espíritu moderno. En la pequeña Venecia se ubica Nepomuk (hotel-nepomuk.de), un pequeño hotel boutique con vistas.
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