Cuando el sol asoma sobre el horizonte caribeño, el bosque que llega hasta la misma orilla en el Parque Nacional Cahuita ya está en plena ebullición. Pájaros de mil colores buscan alimento ajenos a los gritos de los monos aulladores que marcan su territorio desde lo alto de los laureles y los almendros. Las olas rompen en la barrera de coral y las palmeras se inclinan sobre la arena de la playa. Amanece y parece que el mundo está limpio, para estrenar. Aquí, al borde del mar Caribe, arranca una ruta de costa a costa que permite disfrutar de la enorme variedad de paisajes y posibilidades que ofrece el país, con más de la cuarta parte de su territorio protegido.
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Antes de abandonar la costa caribeña, los canales del Parque Nacional Tortuguero, que forman una red acuática bajo el bosque, animan a vivir una aventura más allá de las playas donde aovan las tortugas: una excursión en lancha para observar un mundo poblado de caimanes, monos araña, tucanes, iguanas...
El camino hacia el Pacífico obliga a atravesar la cordillera Volcánica Central, cuyo nombre ya avisa de lo que vamos a encontrar. En el Parque Nacional Volcán Irazú aguarda el volcán activo más alto de Costa Rica (3432 metros), y uno de los más espectaculares. La cumbre está formada por varios cráteres y uno de ellos alberga en su fondo un lago que cambia de color. En días despejados, es posible ver tanto el Caribe como el Pacífico. En la misma cordillera, en el Parque Nacional Volcán Poás , se asciende hasta sus 2700 metros para asomarse a otro cráter rodeado de bosque tropical.
No hay que subir hasta la cumbre para disfrutar de la belleza y la fuerza de los volcanes. En las laderas del volcán Arenal , en el parque nacional homónimo, la actividad volcánica ha generado infinidad de fuentes termales, muy apropiadas para el baño. Muy diferente es la experiencia en el Parque Nacional Volcán Tenorio, donde se cuenta que cuando Dios terminó de pintar el cielo limpió los pinceles en el río Celeste; la historia cobra sentido al situarse ante la laguna que se forma bajo una cascada en medio de la selva.
La ruta termina en la península de Nicoya , donde se encuentran muchas de las mejores playas del país. La de Tamarindo, en el Parque Nacional Marino Las Baulas, es la zona de desove de la tortuga baula o laúd más importante del Pacífico americano. Durante la noche, guiadas por un instinto ancestral, estas grandes tortugas marinas regresan a la playa donde nacieron años antes para depositar sus huevos en nidos que excavan en la arena.
En el extremo sur de la península se esconde la Reserva Natural Cabo Blanco, la primera zona natural que se protegió en Costa Rica. Una excursión en barco permite avistar ballenas o desembarcar en arenales alejados de todo. Es la zona conocida como Mal País, con playas que atraen a los surfistas y a todos aquellos que buscan naturaleza y un ambiente relajado. El lugar para descansar después de las aventuras por volcanes, bosques y cascadas que marcan la ruta entre el Caribe y el Pacífico.
No dejes de...
Uno de los tesoros mejor guardados de la naturaleza costarricense es la catarata del río Toro, de 90 metros de altura, que, además de por sus dimensiones, impresiona porque se encuentra dentro de un volcán. Al principio, el camino bordea el cráter y la visión de la caída de agua entre la vegetación es magnífica. Después se inicia el descenso hasta el fondo por unos escalones bien acondicionados. Desde la base, el salto de agua adquiere su verdadera dimensión y resulta mucho más imponente que visto de lejos.
Guía práctica
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