En la Caldera de Tejeda la naturaleza pone en su sitio al hombre. Aquí tomamos consciencia de nuestra pequeñez, vulnerabilidad y fragilidad. Por un lado, la sucesión de cumbres, barrancos y abismos nos fascina; por otro, infunde una mezcla de temor y respeto. No es de extrañar que este fuera el centro del mundo mitológico, simbólico y taumatúrgico de los antiguos pobladores de Gran Canaria, recientemente convertido en Patrimonio de la Humanidad bajo el nombre de Paisaje Cultural del Risco Caído y Montañas Sagradas. Por tanto, es el lugar por el que comenzar la ruta para entender el pasado aborigen de la isla, cuyo universo cultural estaba íntimamente ligado a la naturaleza.
Frente al pueblo de Tejeda, al otro lado del Roque Nublo, que los guanches consideraban un monte sagrado, se yergue otro enorme monolito rocoso, resto de la caldera volcánica: el Roque Bentayga . Un sendero permite ascender hasta su base, donde hay tallada una estructura identificada con un almogarén, espacio relacionado con las prácticas rituales y religiosas de los antiguos pueblos. Hoy sigue conmoviendo este enclave, con vistas espectaculares. Hacia el norte, en el borde de la caldera, divisamos el caserío de Artenara, con sus casas blancas que fueron cuevas, ahora viviendas turísticas, y con una espléndida panorámica desde el mirador de Unamuno.
Excavado también en la montaña está el Centro de Interpretación de Risco Caído, donde se explican los secretos de uno de los espacios más asombrosos construidos por los antiguos habitantes grancanarios. La cueva original permanece cerrada, pero en el centro han creado una réplica exacta de este otro almogarén relacionado con la astronomía.
Si en el entorno de Tejeda nos acercamos al lado más espiritual de los primeros pobladores, en el norte, en Gáldar, podemos complementarlo con el aspecto más terrenal visitando el yacimiento y museo de Cueva Pintada, un poblado prehispánico convertido en parque arqueológico. Aunque el recorrido abarca mucho más, el punto de atracción es la cueva con pinturas rupestres geométricas.
Por la costa oeste, tomamos dirección a Agaete, una de las entradas al Parque Natural de Tamadaba que, en realidad, también está integrado en el paisaje cultural, y que linda con la caldera de Tejeda. Por todo este territorio también hay importantes manifestaciones arqueológicas, pero su relevancia viene más por sus bosques autóctonos de pino canario, emblemáticos para los aborígenes.
Hacia el sur, después de asomarnos al mirador del Balcón, llegaremos a los Azulejos de Veneguera , una formación geológica donde la erosión ha dejado al descubierto grandes vetas de colores que dan un aspecto irreal al ya portentoso paisaje de abruptas y áridas montañas. Más allá, esperan las dunas de Maspalomas, y en el camino a Tirajana, el mirador de las Yeguas, sobre el barranco de Fataga, y en el de Tirajana, el yacimiento de La Fortaleza. No muy lejos, el barranco de las Vacas es una especie de Antelope Canyon de Arizona en miniatura.
No dejes de... visitar el Castillo de la Luz
Es el nombre con el que se conoce actualmente la fortaleza de Las Isletas, la fortificación defensiva más antigua de Canarias. Se levantó en el siglo XV en la pequeña península que forma parte de la ciudad de Las Palmas. Hoy, restaurada y adaptada como espacio artístico, es la sede de la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino y acoge una representación de la obra de este destacado artista canario. Sus creaciones están inspiradas en el arte primitivo y el paisaje de esta isla, en los símbolos de las antiguas culturas indígenas locales.
Guía práctica
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