VALLES PASIEGOS (29’)
En el corazón de Cantabria, los valles por los que se abren paso los ríos Pas, Pisueña y Miera recuerdan el verde paisaje suizo, con sus prados salpicados de cabañas que se pierden tras las lomas de las montañas, pequeños pueblos de piedra con un rico patrimonio etnográfico y un ambiente típicamente rural. Muchos itinerarios se pueden trazar por ellos, como el que desde Vega de Pas lleva a la cascada del Yera, en las estribaciones del puerto de Estacas de Trueba (en la imagen), el que conduce al puerto de la Braguía –el mirador más espectacular de la comarca– o a Selaya y el conjunto histórico de Villacarriedo.
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CUEVA DEL SOPLAO (54’)
En el espectacular entorno natural de la sierra de Arnero, esta maravilla de la geología descubierta gracias a la explotación de las minas de La Florida, ha revolucionado el valle del Nansa. Antes de entrar en ella hay que detenerse a contemplar la panorámica del paisaje que queda frente a la cueva, que ya solo por eso merece la pena llegar hasta aquí.
El acceso a la cueva comienza con un corto viaje en un pequeño tren minero que continúa luego por antiguas galerías mineras que se adentran en un auténtico paraíso natural de estalagmitas, estalactitas, lagunas subterráneas, coladas y especialmente excéntricas. Para los más intrépidos hay un recorrido más largo que, provistos de casco, buzo y botas de agua, recorre zonas menos accesibles de la cavidad.
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FARO DEL CABALLO (46’)
La ruta más espectacular desde Santoña discurre por el monte Buciero y tiene un final feliz: el faro del Caballo. Al borde del mar, es un lugar impresionante, rodeado de aguas turquesa y escarpados acantilados. El recorido circular de 8 kilómetros que lleva hasta él se inicia al final del paseo marítimo, junto al fuerte de San Martín y acaba en un último tramo con 700 escaleras excavadas en la roca.
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SAN VICENTE DE LA BARQUERA (42’)
La foto más reconocible de esta bonita villa marinera es la del largo puente de la Maza que cruza su ría, la iglesia de Santa María de los Ángeles y el castillo en lo alto y los Picos de Europa como telón de fondo. A un lado queda la playa de Merón, en realidad una sucesión de arenales que se extiende a lo largo de 5 kilómetros, cuyas olas son un regalo para los amantes del surf. Abrazando todo este paisaje, el Parque Natural de Oyambre.
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PARQUE NATURAL DE LAS DUNAS DE LIENCRES (20’)
Abra del Pas es el mejor mirador sobre este espacio protegido de alto valor ecológico que se extiende por el municipio de Piélagos. Desde él se admiran sus playas, el extenso pinar marítimo que protege las dunas y la ría que dibuja en su tramo final el río Pas. Después de admirar la panorámica, se toma el desvío que lleva a sus dos playas: Valdearenas y Canallave, de ambiente surfero. De ellas parte un itinerario circular de unos 6 kilómetros que permite descubrir el sistema dunar más importante del norte de España.
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LIÉRGANES (26’)
La Santillana pasiega llaman a este precioso pueblo con un casco antiguo adornado de casonas con vistosos escudos e historias en cada esquina, balneario, numerosos ingenios hidráulicos y hasta una leyenda, la del hombre-pez. Un ser mitológico que desapareció en el mar y al que se le recuerda junto al bonito puente que salva las aguas del río Miera, que riega uno de los tres valles pasiegos.
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COSTA QUEBRADA
Los 24 kilómetros de costa que se extienden entre Santander y la playa de Cuchía son un abrupto frente marino que más parece un libro de geología al que los siglos van añadiendo páginas lenta e incansablemente. La fuerza del mar ha ido modelando a su antojo las rocas de este tramo costero dando lugar a un amplísimo catálogo de formas litorales: farallones, rasas, soplaos, plataformas de abrasión, tómbolos, campos de dunas, islotes… El espectáculo visual ayuda a entender qué ha pasado en el mar desde la última glaciación.
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SANTILLANA DEL MAR (34’)
Más que una villa, Santillana parece un museo de piedra. Paseando por sus calles empedradas se va descubriendo que todo en ella es monumental, desde los señoriales edificios que asoman a ellas a su plaza mayor o la colegiata de Santa Juliana, el monumento románico religioso más importante de Cantabria. A las afueras, lo que nadie se pierde es la cueva de Altamira, bueno, la Neocueva, réplica de esa gran sala en la que los hombres prehistóricos pintaron bisontes, ciervos, monos, caballos y diferentes símbolos. Por algo la llaman la capilla sixtina del arte rupestre.
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CABÁRCENO (28’)
En este singular paisaje kárstico que es el Parque de la Naturaleza de Cábarceno –750 hectáreas por las que se mueven en régimen de semilibertad más de un centenar de especies animales– se puede pasar un día emocionante de mil maneras: recorriendo los recintos donde viven jirafas, elefantes africanos o cebras Grévy, asistiendo a una demostración de aves rapaces, haciendo una ruta guiada en bicicleta o una visita salvaje o sobrevolando en un telecabina sus peñascos, pináculos y cuevas de color rojizo (parquedecabarceno.com).
CUEVAS DE MONTE CASTILLO (32’)
Puente Viesgo, en el corazón del valle del Pas, es un pueblo precioso con bonitos senderos, un famoso balneario y un conjunto de cuatro cuevas que son un tesoro prehistórico. Habitadas hace 150.000 años y declaradas Patrimonio de la Humanidad, dos están abiertas a las visitas: Las Monedas, una belleza geológica, y El Castillo, con un fabuloso bestiario del Paleolítico y numerosas manos en negativo, entre otras representaciones artísticas (cuevas.culturadecantabria.com).
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COMILLAS (44’)
Los arquitectos modernistas más aclamados firman los nobles edificios de esta aristocrática villa costera rodeada de suaves colinas. Todo gracias al primer Marqués de Comillas, un indiano que con la fortuna cosechada en Cuba quiso transformar su localidad natal en un referente de este estilo. Un paseo por ella irá descubriendo sus elegantes casonas, la plaza vieja, el Capricho de Gaudí, el Palacio de Sobrellano, la Universidad Pontificia.... Junto al puerto pesquero queda su playa, aunque es la de Oyambre el gran orgullo natural de la villa.
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PLAYAS DE NOJA (36')
El palacio de los Venero, el de Velasco y Castillo, la casona de los Garnica..., Noja tiene buenas muestras artísticas, pero más conocida es por sus playas de Trengandín (en la imagen) y Ris, de belleza salvaje. Tres kilómetros y medio de arena dorada, aguas transparentes, pináculos rocosos, piscinas naturales y pequeñas pozas definen la primera. Rodeando un pequeño cabo espera la de Ris, otro largo arenal vigilado por una línea de peñas e islotes a los que podemos acceder en bajamar, como la isla de San Pedruco, habitada por miles de gaviotas y garcillas bueyeras y con una ermita en lo alto.
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