Mérida es famosa por sus espléndidas ruinas romanas: templos, arcos, columnatas y graderíos que pueden verse con audioguía y cámara en ristre o sentados a la sombra en la terraza de un bar, mirando de reojo las piedras milenarias mientras se toman unos vinos de la Ribera del Guadiana y unas tapas que matarían de placer al mismísimo Apicio, si no hubiera muerto ya hace 1984 años.
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TEMPLO DE DIANA
El monumento más curioso, fotogénico y adecuado para tapear contemplando las ruinas romanas de Mérida es el Templo de Diana. Durante siglos formó parte del palacio renacentista del Conde de los Corbos, que creció entre sus enormes columnas y lo libró de la ruina. Alrededor de él, una plaza, obra del arquitecto José María Sánchez García, con gradas, soportales y plataforma elevada para observarlo mejor. Además, está rodeado de bares en cuyas terrazas, viendo cómo los emeritenses pasean por estos mármoles eternos y cómo el penúltimo sol hace el templo de oro, no se puede estar más a gusto.
Aquí hay dos bares a tener en cuenta: uno es Columnata (columnatamerida.wixsite.com/columnata), que está justo enfrente del monumento y cuya especialidad es el bacalao en tempura con alioli, y el otro es De Tripas Corazón (detripascorazon.es), que domina el templo desde la esquina sur de la plaza. Además de su terraza, con unas vistas difíciles de creer, destacan su decoración moderna, su ambiente desenfadado y sus «platos para compartí» (así dice la carta): alcahofas gratinadas sobre micuit de foie, anchoas de Santoña con su tomatino en rodajas, flamenquines rellenos de mousse de espinacas, piñones y pasas…
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TEATRO Y MUSEO DE ARTE ROMANO
En la calle José Ramón Mélida, 46, enfrente del Museo Nacional de Arte Romano y a 150 metros del Teatro Romano, se encuentra SerendiPity (serendipitybycharc.wixsite.com/serendipity).
Esta tapería tiene un nombre muy poco romano y cero extremeño, pero ha sido premiada en la ruta local de la tapa romana y sus bocados no pueden ser más hispanos: migas extremeñas, crujientes de pavías de bacalao, abanico ibérico gratinado con alioli y manzana caramelizada, carrillada de ibérico al vino tinto, morcilla de Guadalupe, churrasco con torta del Casar… La especialidad de la casa son los palitos de berenjena con miel de caña. Y el mejor lugar, la terraza climatizada.
ARCO DE TRAJANO
Otra ruina llamativa de Mérida, el Arco de Trajano, no solo da nombre a A de Arco (adearco.com), sino que asoma sus sillares milenarios en el interior del restaurante. Lo dirige el chef Enrique Frías y tiene zona de tapas y terraza de verano con vistas al famoso arco que, por cierto, nada tiene que ver con Trajano, pues se cree era una de las puertas monumentales de la ciudad romana. Recomendado en la Guía Michelin, no es caro y entre sus interesantes pinchos: pan con tomate, jamón y huevo de codorniz, solomillo con torta de La Serena, pisto extremeño, croquetón de jamón ibérico…
Justo al lado, con idénticas vistas monumentales, está Sybarit Gastroshop (sybaritgastroshop.com). Echemos un vistazo a la carta de tapas: tataki de presa ibérica, tartar de atún con vichyssoise de castañas, carpaccio de lomo bajo de vaca vieja madurada con queso y AOVE Vieiru, brocheta de presa ibérica macerada, lomo de bacalao en tempura con mojo rojo extremeño, pulpo a la brasa con patatas meneás, pluma ibérica con aroma de naranja y jengibre, hamburguesa de ternera extremeña… Suena bien, ¿no? Pues sabe mejor.
Una última recomendación en Mérida: la cervecería Los Milagros (Marquesa de Pinares, 34). No figura en las guías gastronómicas más refinadas, pero todo lo que se sirve aquí es rico y barato (en especial, los pescados y mariscos) y está justo frente al acueducto de Los Milagros, un coloso de 830 metros de longitud y 25 de altura que traía el agua a Emerita Augusta desde el embalse de Proserpina, a cinco kilómetros de la ciudad. Otra joya romana de Mérida, aunque un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid asegura, sin embargo, que no es romano, sino del siglo IV o V, visigodo, con influencias bizantinas.
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