Carcassone tiene una larga historia que contar, que se remonta a época romana, pero tuvo su momento de mayor esplendor en el siglo XIII como centro del poder de los condes de Carcassonne. Fue fortaleza real, frontera entre Francia y Aragón y, hace apenas dos siglos, una de las mayores obras de restauración de Europa. Cuando la bella ciudad medieval que hoy se admira estuvo a punto de ser demolida, el prolífico arquitecto del siglo XIX Viollet-le-Duc la reinventó, reconstruyéndola durante 50 años para devolverle el aspecto que tuvo en el Medievo, a la que le añadió un toque romántico. El resultado fue una maravilla arquitectónica, la fortaleza más grande y mejor conservada de Europa, inscrita en la lista de la Unesco.
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Un doble anillo de murallas y 38 torres dibujan la silueta de esta ciudad, capital del departamento de Aude, que el río del mismo nombre divide en dos: en lo alto de la colina, la Cité, el burgo medieval; abajo, al otro lado del río, la Ville Basse, que fue creciendo en el llano, y hoy es la ciudad «viva», que también merece un tiempo, para entrar en la catedral de Saint-Michel, en la iglesia de Saint-Vincent o acercarse al puerto de donde se toman los barcos para navegar por el Canal du Midi.
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La Cité impresiona desde el puente viejo, muchos incluso puede que la hayan reconocido mucho antes de haber estado antes en ella, porque Carcassonne ha sido escenario de rodaje de numerosas películas y series, como Juana de Arco o Robin Hood. El paseo por la ciudadela puede comenzar en la puerta del Aude o bien por la Puerta de Narbona, la más fotogénica, flanqueada por dos imponentes torres gemelas con rastrillo y puente levadizo, para después perderse sin rumbo por el cuidado laberinto de callejuelas de esencia medieval que la recorren. En el camino irán saliendo al paso plazuelas con tanto encanto como la de Saint-Jean, también cafés, restaurantes y tiendas de recuerdos que le dan vida, sobre todo en la más concurrida Cros Mayrevieille, o el hotel de la Cité, en el que se alojaron personajes históricos como Churchill, Walt Disney o Buster Keaton.
Dos visitas son imprescindibles: la basílica de St-Nazaire, una joya entre el románico y el gótico, repleta de bellísimas y coloridas vidrieras consideradas las más bonitas del sur de Francia, que llegó a ser catedral. Y, sobre todo, el castillo Condal, el edificio más imponente de la ciudadela, con un pequeño museo que cuenta la historia y los entresijos de esta peculiar ciudad y da acceso al camino de ronda que recorre sus murallas. El mejor lugar para reposar esta avalancha de imágenes, perspectivas y sensaciones que despierta Carcassonne, el gran conjunto medieval que se ha ganado estar entre los lugares más visitados de Francia, y luego soñar con emprender la ruta de los cátaros por el sur del país.
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DÓNDE DORMIR
Un lujo y una experiencia única en el corazón de la fortaleza medieval alojarse en el Hotel de la Cité & Spa Mgallery (all.accor.com) o el Hotel Château & Spa Les Collectionneurs (chateauxhotels.com). Más asequible y con vistas, el hotel Du Pont Vieux (hotelpontvieux.com). Y agradables, los apartamentos Maison Carcassone Satie y l‘Occitane, este moderno, con piscina privada y cuatro habitaciones, que se pueden reservar a través de centrales de reservas.
DÓNDE COMER
El plato protagonista en los restaurantes de Carcassone es la cassoulet, un contundente guiso a base de alubias, pato confitado, panceta y salchicha que se puede degustar en restaurantes en su versión más clásica o más creativa, como Comte Roger (comteroger.com). En L’Escargot (restaurant-lescargot.com) lo que se tercia tomar son los típicos caracoles del Languedoc acompañados de un vino de esta región vitivinícola. Y buenas recomendaciones son también el romántico Le Jardin en Ville (lejardinenville.fr), el doblemente estrellado La Table de Franck Putelat (franck-putelat.com) o la versión más asequible de este, La Brasserie à 4 Temps (brasserie4temps.com).
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