El cerrado valle de Valderejo está tan aislado geográficamente que, incluso para acceder por carretera, es preciso entrar desde la vecina provincia de Burgos. Su incomunicación y la escasa presencia humana han favorecido que su entorno natural se convierta en un privilegiado enclave ecológico en el que reina la biodiversidad.
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Nos situamos en el extremo occidental de Álava y a 56 kilómetros de Vitoria-Gasteiz. El mejor acceso a Valderejo y el desfiladero del Purón está en el municipio de Valdegovía. Desde allí una serie de carreteras provinciales permiten dirigirse con facilidad hasta Lalastra.
LA CASA DEL PARQUE
El recorrido comienza en Lalastra, una pequeña y cuidada localidad donde lo primero es visitar la Casa del Parque (ananaturismo.com/lugares/parque-natural-valderejo/). Allí, en una acogedora construcción en la que predominan el cristal y la madera, se encuentra toda la información sobre las nueve rutas de senderismo que recorren el espacio natural.
De ella se sale convencido de quela primera y mejor opción es atreverse con el sendero que discurre en paralelo al río Purón. Y no es por nada, ya que este cómodo camino, apto para todo tipo de andarines, está considerado como la ruta más antigua, secreta y atractiva de todo Euskadi. Aunque se puede partir desde la misma Casa del Parque, lo mejor es acercarse en coche hasta el aparcamiento situado en las inmediaciones del abandonado pueblo de Ribera, que aparece en medio de un amplio anfiteatro rocoso embellecido por frondosos bosques.
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EL SENDERO
Tras tomar el señalizado sendero que en ningún momento se va a separar de la cristalina corriente del río Purón y después de atravesar un amplio pastizal, aparece una impactante barrera rocosa culminada por los apuntados acantilados calizos de la peña de Carrias. Para proseguir solo queda internarse en la estrecha garganta abierta por la erosión del río y el trabajo de nuestros antepasados que tallaron la dura roca. En el umbrío desfiladero predomina un microclima que ha favorecido el desarrollo del singular jardín botánico en el que conviven tilos, avellanos, hayas, tejos, acebos, madroños, carrascas, enebros y sabinas.
El camino del Purón continúa su decidido camino hacia el sur por una zona adornada de cascadas y envuelta en una densa y mixta masa forestal en la que predomina el pino albar. En estos bosques viven algunas de las 108 especies de animales que se han catalogado en Valderejo. Entre todas destaca la presencia del lobo ibérico, pero también se pueden rastrear las huellas dejadas por gatos monteses, ardillas, corzos y jabalíes. Pero para admirar al animal emblemático del parque natural hay que mirar hacia arriba y detenerse en los inaccesibles cortados rocosos donde anidan las más de cien parejas reproductoras de buitre leonado. Junto a ellas encontramos también alimoches, varias águilas y búhos reales.
POR LAS ESTRECHAS GARGANTAS DEL RÍO
En su imparable descenso hacia el no muy lejano río Ebro, el Purón vuelve a abrirse paso a través de otras dos estrechas gargantas. En su interior se siente con intensidad la angostura entre los elevados paredones rocosos, tan próximos entre sí, que casi impiden el paso de los rayos solares. Poco antes de alcanzar su último y más impresionante desfiladero, el río Purón entra en la provincia de Burgos y en el Espacio Natural de Montes Obarenes-San Zadornil. Merece la pena continuar el sendero, ya que en apenas un kilómetro y medio se suceden una serie de elementos patrimoniales únicos y valiosos. Junto a los restos de varios eremitorios visigóticos excavados en la roca y de un monasterio fundado en el siglo IX por los repobladores altomedievales, se localiza el puente romano que permitía el paso de una estratégica calzada que comunicaba las actuales Briviesca y Orduña.
Poco después descubriremos el caserío de Herrán, con su cuidada arquitectura popular y su notable y señorial casa armera del siglo XV. Desde este punto solo queda regresar por el mismo camino hasta el lugar de partida.
En total, entre ida y vuelta, van a ser unos 10 kilómetros y cuatro horas de marcha.
EL VALLE SALADO DE AÑANA
Para los que busquen más planes por la zona en el entorno alavés, a tan solo media hora en coche de Lalastra, el paisaje blanquecino que dibujan las salinas de Añana no puede ser más alucinante. Son 5.000 plataformas la que conforman este soberbio escenario sobre las que se vierte la muera (agua salada) para la obtención de sal por evaporación solar. Mientras que una extensa red de canales de madera distribuye en agua. Además del recorrido, entre los meses de abril y octubre se puede disfrutar de un spa salino al aire libre.
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