la donaira© La Donaira

SERRANÍA DE RONDA

El eco-retiro de lujo que siempre buscaste está en el sur

Meditar en una cama de abejas, practicar mindfulness guiados por un burrito andaluz o disfrutar de una cata de vinos naturales frente a la puesta de sol son solo algunas de las originales experiencias que vivir en La Donaira, un exclusivo alojamiento sostenible de la serranía de Ronda. Lo tenemos claro: si existe el paraíso, debe ser muy parecido a esto.


Actualizado 27 de mayo de 2021 - 11:34 CEST

El comienzo de un viaje a La Donaira tiene ya sus singularidades. Para empezar, porque hasta este eco-resort de lujo se accede desde El Gastor, una idílica localidad gaditana apodada «el balcón de los pueblos blancos». Y, sin embargo, la finca se halla en el corazón de la serranía de Ronda, en la provincia de Málaga. También porque hasta ella no conducimos nosotros, sino que nos llevan: la cita con nuestro conductor es en El Gastor, donde nos subimos al todoterreno que nos adentrará en este sorprendente universo natural. En pleno monte, en absoluto contacto con la naturaleza y aislados del mundanal ruido, arranca esta exclusiva y transformadora experiencia.

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© La Donaira

Aislados, en pleno monte y en contacto constante con la naturaleza en la finca La Donaira.

Porque La Donaira no es simplemente un alojamiento, es un destino en sí mismo. La casa de un amigo a la que acudes de visita, el lugar donde sentirte cómodo, en el que practicar el slow life. El rincón del mundo en el que entender y aprenderlo todo sobre las raíces de la vida y la tierra.

Por eso, las 9 habitaciones de que dispone la finca –7 suites y 2 yurtas al más puro estilo mongol, pero con elegancia– no tienen llave, las puertas permanecen abiertas para así sentirlo como un hogar. En ellas predominan el blanco impoluto de las fachadas encaladas, las maderas y los muebles de diseño. Nada de plásticos ni de televisiones. A La Donaira se viene a conectar, pero con lo que nos rodea y con uno mismo.

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Interior de una de las yurtas.

También con el arte, tanto en el salón principal como en el resto de espacios comunes hay revistas de diseño internacionales, pero también una librería, una extensa colección de vinilos e incluso un piano. Una chimenea para esos fríos días de invierno –que, en plena sierra, los hay– e inmensos ventanales desde los que contemplar la vida mientras nuestro cuerpo rebaja sus pulsaciones.

Fuera, el universo de la naturaleza en tonos verdes, marrones, amarillos. Patios con flores y jardines medicinales, con cuyas plantas se elaboran saludables recetas e infusiones. Senderos rodeados de frondosidad por los que se llega a la piscina de agua de manantial, para refrescarnos los días de más calor. Algo más allá, el spa: una infinity pool interior abierta 24 horas, una sauna con chimenea y un hammam.

© La Donaira

Infinity pool interior del spa.

Pero La Donaira es más. Y una de las razones por las que se trata de un lugar tan especial, tan único, es la extensa carta de experiencias que brinda a sus huéspedes. Momentos únicos que vivir bajo el siempre reconfortante sol del sur. A partir de aquí, llegó la hora de jugar, sentir y catar.

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Un lugar perfecto para sentirte cómodo y practicar el slow life.

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Comida de kilómetro 0 por unas manos Michelin

Las manos son las del chef sueco Fredrik Andersson, que llegó a tierras malagueñas directamente desde Córcega hace apenas tres años. Antes, su trabajo tras los fogones de Mistral, en Estocolmo, le valieron el mayor reconocimiento gastronómico. Verle moverse en la cocina abierta de La Donaira junto a sus compañeros es un espectáculo. El baile coordinado entre todas las partes mientras preparan los almuerzos y cenas entretiene y cautiva. Aquí, como él mismo afirma, lo de menos es el concepto; lo de más, el producto y su preparación.

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El chef sueco Fredrik Andersson en la cocina abierta de La Donaira.

Porque al igual que en el resto de La Donaira, la naturaleza es lo que prima, y lo que ofrecen el propio huerto ecológico y los animales criados en la finca es lo que sustenta el menú diario de este restaurante. En la mesa, un festín gastronómico que abarca, entre otras muchas delicias, desde quesos frescos que elaboran a diario a ensaladas de brotes recién escogidos de su huerto ecológico. Incluso, por qué no, unas deliciosas terrinas de ganso con remolacha. Rico, equilibrado y sabroso, no se puede pedir más.

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Menús ricos, equilibrados y elaborados con productos ecológicos degustados en un agradable salón con amplios ventanales.

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Sus huertas ecológicas producen gran variedad de frutas y verduras que luego se degustan en sus menús.

¿Meditar en una cama de abejas? Sí, es posible.

Paula es la responsable de guiar a aquellos huéspedes dispuestos a probar esta singular experiencia. Polaca de nacimiento, aunque ciudadana del mundo tras haber viajado y vivido por medio planeta, esta profesora de yoga y meditación habla de la cama de abejas –una de las únicas cuatro existentes en el mundo– y de sus moradoras con tal cariño y respeto que ya transmite tranquilidad.

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Cama de abejas en La Donaira.

A la cama en sí, construida en madera sobre tres panales de abejas en las que viven, aproximadamente, 60.000 ejemplares, se llega por un hermoso sendero. Desde lejos, su zumbido ya ejerce, aunque parezca imposible, un efecto tranquilizador en nuestro organismo: habrá que tumbarse en ella (completamente aislada, no hay que temer), cerrarla, escuchar y relajarse. La meditación guiada de Paula invitará a cerrar los ojos e imaginar las escenas que ocurren allá dentro, bajo nosotros. Los sonidos y olores, la respiración consciente y la paz harán que no queramos salir de allí jamás.

Vinos naturales para brindar por la vida

Una pequeña mesa, un mantel, seis copas y el mejor escenario. Bajo una encina centenaria (700 años, que no es poco), el gran orgullo de La Donaira, nos espera David, el sumiller de este paraíso. En una nevera portátil aguardan seis vinos naturales con los que viajar sin movernos del lugar: italianos, españoles, eslovenos e incluso austriacos. Sorbo a sorbo, sin prisas, y con el deslumbrante atardecer sobre las montañas de la sierra de Grazalema frente a nosotros, David da las claves de por qué estos vinos vivos mutan día a día. Su cultivo y producción evitan cualquier tipo de fertilizantes o químicos (el vino natural es uva, y nada más), y es un producto tan extremadamente cuidado que supone producciones muy pequeñas. Las uvas se seleccionan casi una a una para asegurar que tienen la calidad necesaria. Una experiencia que puede culminar, una vez caída la noche, de la mano de otro David, en esta ocasión, experto en constelaciones. Bajo la luz de la luna y con un enorme telescopio, tocará contemplar el firmamento para percatarnos, una vez más, de infinidad de la belleza que nos rodea.

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Viñedos donde no utilizan fertilizantes o químicos para que el vino sea natural, uva y nada más que uva.

La dehesa biodinámica, el proyecto estrella

Esta vez es Gloria la cicerone que nos guía por parte de las 700 hectáreas que conforman la finca. Terrenos en los que crecen encinas, olivos (en La Donaira elaboran su propio aceite de oliva virgen extra), matorrales e incluso viñedos (sí, también su propio vino natural). Montes en los que pastan a sus anchas caballos lusitanos, ovejas, cabras, gallinas o vacas pajunas (raza andaluza en peligro de extinción). Y todo ello convive y crece en armonía, aportando su granito de arena a un tipo de agricultura biodinámica que es la que manda en este rincón andaluz.

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Caballos lusitanos en la finca La Donaira.

¿La base? El respeto a la tierra, dejando que esta evolucione por sí misma sin agentes externos o artificiales, y seguir el calendario de cosechas teniendo en cuenta la influencia de los astros. Se busca el equilibrio de la naturaleza en el que sus elementos están en continua interacción teniendo cada uno su función. Una manera diferente de hacer las cosas con la que predican desde La Donaira. Conocerlo de cerca, visitar a sus animales y recorrer sus espacios es posible sin necesidad de alojarse en el hotel.

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La casa está completamente integrada en la naturaleza en medio de una finca de 700 hectáreas.

Un «baño de bosque» en compañía

Y precisamente este año, a toda esa gran familia que conforma el eco-resort malagueño, se ha unido un nuevo miembro. Se trata del burro andaluz. O más bien, siete de ellos. Catalina y Caramelo, que se han hermanado por voluntad propia (algo que suele ocurrir en esta especie de equinos), nos recogen de las puertas del cortijo para invitarnos a hacer una nueva actividad. Los acompaña Verónica, psicóloga madrileña que pasó sus últimos siete años trabajando en El Refugio del Burrito, en Málaga.

© La Donaira

La finca se encuentra anclada en el corazón de la serranía de Ronda.

De la mano de los tres nos vamos de paseo antes de poner rumbo al corazón del bosque. Allí, entre margaritas, amapolas, mariquitas y encinas, practicaremos mindfulness en conexión con la naturaleza de una manera muy particular. Será Verónica la encargada de guiarnos en un baño de bosque, una práctica original de Japón que, está comprobado científicamente, relaja la presión arterial, activa el sistema parasimpático y aumenta la producción de células importantes para el sistema inmunitario.

Y será esta una manera más de conectar con el entorno, algo que comenzamos a hacer desde el primer instante de nuestra visita. Una experiencia única que nos permite vivir y sentir, entender y amar la naturaleza como jamás habíamos imaginado. En plena serranía de Ronda, vigilados por los imponentes picos del Parque Natural Sierra de Grazalema, llegará el momento de partir. Aunque un pedacito de nosotros, de eso no hay duda, permanecerá en La Donaira para siempre.

Más información

La Donaira (ladonaira.com) se halla en el corazón de la serranía de Ronda, a 30 minutos en coche de Ronda y a hora y media desde Sevilla. Reservar el alojamiento implica alojarse durante un mínimo de dos noches. Los precios oscilan entre los 340 y los 440 € por persona y noche, incluyendo la pensión completa y algunas actividades.

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