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GUÍA 48 HORAS

Un día en la Toledo monumental y otro en la natural

Son 24 horas para conocer la que fue capital del reino visigodo, la judería más importante de Castilla, la ciudad del Greco... Y otras 24 para descubrir una Toledo que no sale en los libros de arte e historia, sino en las guías de aves y de senderismo, la que rodea con un profundo foso de verdor el Tajo.


Actualizado 10 de mayo de 2021 - 17:09 CEST

DÍA 1

En Toledo hay monumentos muy importantes, pero ninguno más llamativo que el Alcázar, porque su mole rectangular está en lo más alto de la ciudad. Esta fortaleza romana, visigoda, árabe y cristiana que Carlos I y Felipe II transformaron en un palacio renacentista alberga el Museo del Ejército (museo.ejercito.es; 5 €), en el que se puede ver de todo, desde armaduras de samurái hasta ordenadores para cifrar mensajes. A menos de 100 metros, está el Museo de Santa Cruz (entrada: 4 €), cuya colección abarca de la prehistoria a las vanguardias, pasando por el Greco, todo ello expuesto bajo los soberbios artesonados del hospital plateresco que diseñó Enrique Egas por encargo del cardenal Mendoza.

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El Alcázar de Toledo coronando la ciudad en lo más alto.

La catedral de Toledo (catedralprimada.es) es un majestuoso edificio construido entre 1227 y 1493. Sus cifras marean: cinco naves, 29 capillas, 750 vidrieras de los siglos XV y XVI y numerosos cuadros de Van Eyck, Tiziano, Velázquez, Goya y, por supuesto, El Greco (El expolio y otras 17 obras). Subiendo los 284 escalones de la torre, se descubre la campana Gorda, de 10 metros de circunferencia y 12 de altura. Dicen que es la más grande de la Cristiandad y que cuando sonó por primera vez se rompieron todos los cristales de la ciudad (10 €).

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Exterior de la Catedral y a la izquierda el edificio del Palacio Arzobispal.

Otro greco famoso, el que más, El entierro del Señor de Orgaz, se encuentra en la iglesia de Santo Tomé (santotome.org; 3 €). Este lienzo inmenso (4,80 x 3,60 metros), en el que el artista retrató a medio centenar de personajes y caras conocidas (incluida la suya), se pintó para dar fe del milagro sucedido durante el sepelio de don Gonzalo Ruiz de Toledo en 1323, cuando bajaron dos santos (Agustín y Esteban) a enterrarlo. La Iglesia reconoció el milagro y, para celebrarlo, el párroco de Santo Tomé encargó al artista la pintura que preside la capilla del difunto. Poco más abajo se halla el Museo del Greco (culturaydeporte.gob.es/mgreco; 3 €), que nunca fue la casa del pintor, como se decía, sino una recreación de principios del siglo XX. Ahora es un espacio renovado, con obras del pintor y de otros artistas manieristas y barrocos, además de con notables piezas decorativas de la época.

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¿Nos quedamos a comer cerca del Museo del Greco? Una buena opción es Maruxiña Lounge (maruxinalounge.com), un restaurante urbano, muy moderno, selecto, con bar de tapas, comedor y terraza. Otra, La Fábrica de Harinas (hotelsanjuandelosreyes.com/restaurante), donde se elabora cocina local con pinceladas de vanguardia. El restaurante La Orza (restaurantelaorza.com) tiene una agradable terraza con vistas al parque del Tránsito. Y Lo Nuestro (deorigenlonuestrotoledo.com), un patio toledano.

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TARDE

Justo detrás del Museo del Greco se levanta la sinagoga del Tránsito, que es sede del Museo Sefardí (culturaydeporte.gob.es/msefardi; 3 €), divulgador infatigable de la cultura judía. La sala de oración, cubierta con una armadura de tradición mudéjar, es asombrosa. Pero la judería de Toledo no tuvo solo una sinagoga. Tuvo diez. Y casas y escuelas y comercios para sus cerca de 4000 vecinos.

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Detalle de la sinagoga del Tránsito.

Entre las calles Judería y Reyes Católicos, se alza desde principios del siglo XIII la sinagoga de Santa María la Blanca (3 €), que fue la mayor de Toledo y es el monumento más bello de la ciudad, con sus arcos de herradura, blancos y ligeros como palomas, apoyados sobre 32 columnas octogonales, cada una con su capitel labrado de distinta manera.

© Andrés Campos

Detalle de los arcos de herradura de Santa María la Blanca.

El arco del Judío (de ladrillo, en forma de herradura) recuerda las puertas con las que se cerraba el barrio hebreo al caer la noche. Ahí mismo, frente al arco, está el monasterio de San Juan de los Reyes (sanjuandelosreyes.org; 3 €), hermoso ejemplo del gótico isabelino, donde Isabel y Fernando pensaban ser enterrados hasta que tomaron Granada y cambiaron de planes. Al final de la calle Reyes Católicos, se encuentra la monumental puerta del Cambrón, la principal de la Judería, abierta en la antiquísima muralla de Toledo. Es buena idea ir rodeando la muralla hacia la derecha, por el exterior, hasta llegar a la puerta de Bisagra, la más famosa e imponente de la ciudad, con sus grandes torreones y su escudo imperial. Subiendo desde aquí por la calle Real del Arrabal, enseguida veremos la puerta de Valmardón o de Bab al-Mardum, junto a la mezquita del Cristo de la Luz (3 €). Al caer el sol, cuando las puertas y la muralla se iluminan, es un recorrido precioso.

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Hermoso claustro de San Juan de los Reyes.

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DÍA 2

La ciudad de Toledo es famosa por su historia y sus monumentos, pero no por su naturaleza. Sin embargo, ahí mismo, junto a algo tan histórico y monumental como el puente romano de Alcántara, arranca un camino natural, la senda ecológica del Tajo, que permite andar por la abrupta margen derecha del río, al pie mismo de la ciudad, contemplando garzas y garcetas, garcillas bueyeras y zampullines, fochas y martinetes... Emboscado entre tarayes, álamos y carrizos, siempre a la vera del río, se alcanza, en cosa de una hora, el puente gótico y altísimo (27 metros) de San Martín, donde acaba la senda natural.

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Puente de Alcántara.

Antes de dar media vuelta para regresar por el mismo camino, vale la pena acercarse al torreón de los Baños de la Cava, que está a cien metros del puente de San Martín, aguas abajo. Es unos de los rincones más evocadores y fotografiados de la capital toledana.

Tras la caminata, lo que toca y apetece es comer. Para ello hay que dirigirse, ya en coche, a la otra orilla del Tajo, la sur, la de los cigarrales o fincas campestres, donde siempre les gustó holgar a los grandes prelados, políticos y militares toledanos. Varios de esos cigarrales son hoy restaurantes idóneos para comer la perdiz a la toledana o el cocido toledano (con tres vuelcos: en el primero se toma la sopa, con arroz y hierbabuena; en el segundo, los garbanzos con patata cocida y, en el tercero, el chorizo, la morcilla, la gallina, el tocino, la panceta, el morcillo y el repollo), mientras se contempla el skyline de la ciudad imperial y la profunda curva que el Tajo traza a su alrededor.

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Vista de Toledo desde el otro lado del Tajo con el puente de San Martín.

El restaurante Hierbabuena (restaurantehierbabuena.com) y el mirador gastronómico La Ermitaña (laermitana.es) son lugares privilegiados para ver y comer. Si la sobremesa se alarga más de la cuenta, mejor, porque la hora más bella es cuando el penúltimo sol dora las piedras milenarias y hace sangrar los ladrillos mudéjares.

TARDE

Vista desde los cigarrales, la ciudad de Toledo abrazada por el Tajo es una foto difícil de mejorar. Pero no imposible. Aguas abajo, en el municipio de Burujón (a 26 kilómetros de Toledo), el Tajo vuelve a reflejar un paisaje memorable: el de los acantilados arcillosos de cien metros de altura, desgarrados por la erosión, que ciñen la orilla norte del embalse de Castrejón, ofreciendo un estremecedor cuadro de vértigo y rojos crepusculares. En el kilómetro 24 de la CM-4000 (Toledo-Talavera) aparece señalizada la senda de las Barrancas, una ruta circular de cinco kilómetros que permite recorrer en un par de horas este Gran Cañón del Colorado manchego, asomándose a dos miradores y un observatorio de aves.

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Barrancas de Burujón.

DÓNDE DORMIR

Emplazado en la ladera de los cigarrales, el Parador de Toledo (parador.es) ofrece increíbles vistas de la ciudad desde su terraza, sus habitaciones, sus salones e incluso su piscina. Tiene un buen restaurante de cocina tradicional, con platos como la perdiz roja de tiro a la toledana o el ponche toledano con helado.

Entre Dos Aguas (casaentredosaguas.es) es un hotel boutique situado en un céntrico palacete del sigo XV, donde vivió y trabajó Paco de Lucía, y San Juan de los Reyes (hotelsanjuandelosreyes.com), un cuatro estrellas a pocos pasos del monasterio homónimo, en plena judería

Quien busque lujo y tranquilidad, aunque sea algo lejos del centro, irá al Palacio Buenavista (eurostarspalaciobuenavista.com), un moderno hotel de cinco estrellas levantado sobre las ruinas de un palacio renacentista, con el mayor spa de la región.

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