BOLONIA
Capital de la gastronomía italiana, aquí han nacido algunas de las excelencias culinarias del país: pasta fresca, ragú, lasaña, mortadela... pero también es una de las grandes ciudades del arte de Italia. He aquí algunas experiencias que combinan ambas.
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MERCADOS Y TIENDAS DE ARTESANÍA
En el corazón del centro histórico de Bolonia se esconde una tradición artesanal, comercial y mercantil que se remonta a la Edad Media. Dejando atrás la elegante piazza Maggiore, las estrechas y aromáticas callejuelas del antiguo mercado del Quadrilatero animan a perderse mientras se van descubriendo talleres y actividades artesanales que las familias boloñesas han ido transmitiendo de generación en generación. Más moderno es el food court nacido en el antiguo Mercato delle Erbe.
DOS IMPRESCINDIBLES
Entre una pausa gastronómica y otra, podemos aprovechar para visitar dos de los lugares emblemáticos de Bolonia: la Torre Asinelli (la torre inclinada medieval más alta de Europa) y la Torre del Reloj, que permite descubrir el palacio de Accursio, sede del Ayuntamiento y de las Colecciones Municipales de Arte.
ENTRE VIÑEDOS
Las colinas de Bolonia conquistan por sus paisajes de viñedos, pero en este entorno, lo mejor es visitar una bodega y hacer una cata para conocer los vinos más representativos de la región de Emilia Romagna. Durante la excursión podemos aprovechar para hacer una parada en el santuario de la Madonna di San Luca, con vistas espectaculares y conectado con la ciudad por un camino porticado que, partiendo de Porta Saragozza, serpentea durante cuatro kilómetros hasta la cima del monte. Con más de 600 arcos, el Pórtico de San Luca es el más largo del mundo y, junto al resto de los pórticos de la ciudad, aspiran a convertirse en Patrimonio de la Humanidad.
AL RICO HELADO… ARTESANAL
Bolonia es una de las capitales mundiales del helado artesanal, se consume todo el año y muchas de sus heladerías se encuentran bajo los famosos pórticos. Para descubrir su historia podemos visitar el Museo del Gelato Carpigiani, y, al final, probar un buen helado o incluso aprender a prepararlo.
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EL MAYOR PARQUE AGROALIMENTARIO DEL MUNDO
Se llama Fico Eataly World y fue inaugurado en 2017. Una experiencia única que engloba en 10 hectáreas la maravilla de la biodiversidad italiana, con cultivos, establos al aire libre con animales, fábricas, lugares para comer, tiendas, mercado, aulas educativas, atracciones...
TRATTORIAS, HOSTERÍAS Y… TEATRO
La tradición culinaria de Bolonia tiene su máxima expresión en las numerosas y afamadas trattorias y hosterías de la ciudad. Después de sentarse a la mesa, qué mejor manera de terminar el día que asistir a un espectáculo en el Teatro Comunale. Este, junto con el Museo y la Biblioteca Internacional de la Música, la Accademia Filarmonica (donde estudiaron Mozart y Rossini) y la Colección Tagliavini contribuyeron al reconocimiento de «Ciudad Creativa de la Música» por la Unesco.
BOLOGNINA Y LA COCINA ÉTNICA
El barrio de Bolognina se ha convertido en los últimos años en un lugar de alma multiétnica, por eso, no es casualidad que en él se encuentren restaurantes de todas las cocinas del mundo: japonesa, etíope, persa, china e incluso georgiana. En el barrio no hay que perderse, además, el monumento de la Shoá, las numerosas manifestaciones de arte callejero y el Mercato Albani, activo desde 1934 y renovado con bares y tiendas coquetas.
VISITA A LOS PRODUCTORES
Merece la pena dedicar un día a visitar en los alrededores de Bolonia a los productores de sus afamados productos: queso parmesano, jamón, mortadela y vinagre balsámico. Existen numerosos tours gastronómicos que salen por la mañana y regresan a la ciudad por la tarde.
Como muchos de estos productores se encuentran en los Apeninos boloñeses, a la visita podemos añadir la visita a la fortaleza Rocchetta Mattei, en el municipio Grizzana Morandi, donde veremos una reproducción del Patio de los Leones de la Alhambra de Granada y una capilla a imagen y semejanza de la catedral de Córdoba. En este mismo municipio se encuentra la única obra en Italia del gran arquitecto finlandés Alvar Aalto, la iglesia de Santa Maria Assunta, considerada uno de los ejemplos más significativos del arte sacro contemporáneo.
GÉNOVA
La cocina mediterránea genovesa es como los habitantes de su ciudad, se hace descubrir poco a poco. Estando como está entre la tierra y el mar, la unión de ambos se refleja en su tradición gastronómica. Sus ingredientes: el aceite de oliva virgen extra, la albahaca, el ajo, los tomates, las hierbas aromáticas, las verduras y el pescado local. Y lo mejor de todo es que es saludable. La vamos saboreando en una ruta por la ciudad.
DESCUBRIENDO A LOS CLÁSICOS
El pesto es el aroma de Génova, un himno al Mediterráneo: albahaca de sus terrazas, aceite de oliva de Liguria, piñones que crecen en los pinos aferrados a los acantilados, y luego pecorino, parmesano, ajo y sal. Para los genoveses, es un hábito diario que se degusta con pasta tradicional. Un buen plan es degustarlo en una trattoria después de pasar el día descubriendo otros clásicos de la ciudad, como los palazzi dei Rolli, las suntuosas residencias de la nobleza genovesa construidas entre el renacimiento y el barroco en la Strada Nuova, ahora vía Garibaldi, que están incluidos en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.
FOCACCIAS… PARA TODOS LOS MOMENTOS
Plana, cubierta de hierbas, crujiente en su punto justo. Los genoveses comen esta especie de pan al revés, para que los granos de sal gruesa de la superficie se sientan inmediatamente en la lengua. Está la clásica y las nuevas versiones y se come a cualquier hora del día. Se puede comprar en las panaderías, tomar en el desayuno mojada en un capuchino, en el aperitivo con una copa de vino blanco de la región…
POR EL CENTRO HISTÓRICO EN BUSCA DE FARINATA
El de Génova es uno de los centros históricos medievales más grandes de Europa, un laberinto de callejones apretujados entre las colinas y el mar que se abren a pequeñas plazas unidas, como las iglesias que se levantan en ellas, a importantes familias nobles. Un paseo entre palacios y templos espléndidos como la catedral de San Lorenzo, se hace con más gusto aún si en el camino se prueba, en las antiguas sciamadde, la típica farinata, una fina oblea de harina de garbanzos, suave como una crepe y crujiente por encima que resulta excelente cuando se cocina en horno de leña.
Y como al puerto de Génova siempre han llegado los productos más codiciados y exóticos: por ejemplo, el cacao y el azúcar. Los genoveses han sabido utilizarlos para crear refinados chocolates perfumados con mil especias y deliciosas frutas confitadas. En las tiendas históricas de la ciudad podemos hacer acopio de todas estas delicatessen.
DE PASEO POR CORSO ITALIA
El helado de Génova se llama pànera, un delicioso parfait que coge su aroma del polvo de café y se puede degustar en un barquillo crujiente mientras damos un paseo al sol por los 2,5 kilómetros del Corso Italia, –el principal de la ciudad, en el barrio de Albaro–. Otra idea es caminar a lo largo del acantilado de Nervi o llegar a la punta de la Isola delle Chiatte, en Porto Antico –el gran espacio de esparcimiento y ocio de la ciudad–, viendo pasar los grandes barcos frente a la Linterna y disfrutando de las arquitecturas creadas por el famoso Renzo Piano en su ciudad.
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PICOTEANDO EN LA PLAYA DE BOCCADASSE
Los boquerones son los reyes de la cocina marinera genovesa, pero la mayor satisfacción es comerlos frescos, fritos, servidos en un cucurucho, sentados en la playa de Boccadasse, el más famoso de sus antiguos pueblos de pescadores, con sus casas de colores y sus redes en la arena esperando la puesta de sol.
SENDERISMO POR LAS FORTALEZAS DE GÉNOVA
Liguria, la región de la que Génova es capital es un territorio abrupto y la agricultura puede ser complicada. Tal vez por esta razón la cocina genovesa respeta y exalta las verduras. Platos como el pastel de carne con patatas y judías verdes, la tradicional torta pasqualina, con acelgas o alcachofas, o un buen tian (sartén) de verduras los podremos probar en alguna hostería de los valles del interior. O tras hacer una excursión al acueducto medieval o seguir los senderos panorámicos que recorren las poderosas fortificaciones que antaño defendían la ciudad.
LA CASA DE COLÓN
Con verduras frescas y de temporada hervidas lentamente durante horas también se elabora la sopa minestrone, otra de las recetas tradicionales de Génova. Mientras descubrimos espléndidos edificios medievales en el casco antiguo, como la Casa di Colombo –una recreación del hogar en el que creció Cristóbal Colón–, es fácil dejarse guiar por el olfato y llegar hasta alguna de esas trattorias de toda la vida, con manteles a cuadros, donde es un clásico en su carta.
AL BORDE DEL MAR
Pescado seco, patatas, un poco de tomate, la magia de las aceitunas taggiasca, los piñones y algunas hierbas. Son los ingredientes del stoccafisso accomodato, un plato humilde pero reconfortante para tomarlo en un pequeño restaurante junto al mar, quizás en el antiguo barrio pesquero de Nervi o en el de Pegli –famoso por sus villas aristocráticas–. Y es que disfrutar del mar es otro de los placeres en esta ciudad.
Más información: www.italia.it