Lo que se llega buscando en Tomar es el imponente castillo templarioque lo corona, que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, aunque luego se disfrute de todos los rincones de la coqueta ciudad partida en dos por el río Nabão que queda a sus pies. Así que, empecemos por el principio descubriendo esta fortaleza-convento que tardó mil días en levantarse y es una alegoría en piedra de cuando Portugal alardeaba en Europa de poseer los mejores navegantes y los más osados descubridores.
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EL CONVENTO DE CRISTO
Una apacible ascensión por una frondosa colina lleva hasta el castillo que Guadalmin Pais, gran maestre de la enigmática Orden del Temple, mandó erigir en el siglo XII, cuando estas tierras era la frontera entre dos reinos. Heredera de esta, dos siglos después el rey Dinis funda la Orden de Cristo y su sede se establece en la primitiva fortaleza, que aún conserva recuerdos de esos monjes caballeros. Circundado por las murallas del castillo, en el que sobresale la torre del homenaje, los monumentos que encierra tras sus muros fueron erigidos a lo largo de cinco siglos, en los que hubo tiempo para inspiraciones románicas, góticas, manuelinas y renacentistas.
Entre los tesoros del convento, la charola u oratorio de los templarios –inspirada en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén –, la ventana de la sala do Capitulo y la iglesia manuelina con una portada esplendorosa. También sus bellos y elegantes claustros, como el principal, que refleja la pasión de João III por el arte italiano. Otros son el del Pan, el de los Cuervos, el de la Lavandería o el del Cementerio, ocupado por las lápidas de los monjes.
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OTRAS HUELLAS TEMPLARIAS
Después de contemplar los horizontes de la comarca desde el altozano que ocupa el Convento de Cristo, la cita con los templarios podemos continuarla, tras recalar en la iglesia renacentista de Nossa Senhora da Conceição, en la imprescindible Santa Maria do Olival, que tiene en el impresionante rosetón de su fachada el Signum Salomonis, símbolo de la orden y guarda en su interior la tumba de Guadalmin Pais y otros maestres.
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EN TORNO A LA PLAZA MAYOR
El corazón de Tomar lo ocupa su plaza mayor o de la República, presidida por la iglesia de San Juan Bautista, la principal de la ciudad, con un notable pórtico manuelino, y frente a la que se alza una estatua también dedicada a Guadalmin Pais. A su alrededor podemos pasear por su ramillete de calles peatonales con edificios señoriales revestidos de azulejos, una sinagoga convertida en museo, numerosas capillas y templos, el puente viejo sobre el río Nabão, comercios tradicionales y rematar en alguna de las pastelerías donde probar las famosas fatias, elaboradas con yemas batidas y cocidas al baño maría. Un final dulce para una ruta apasionante.
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PARA DESCANSAR EN LA RUTA
En el Hotel Dos Templários (hoteldostemplarios.com), un clásico con vistas sobre el río Nabão y health club. Al otro lado del río, está Thomar Boutique Hotel (thomarboutiquehotel.com), un pequeño hotel boutique con una azotea desde la que se divisa todo el casco histórico de la ciudad. A 20 minutos de Tomar y a orillas del embalse de Castelo de Bode se encuentra Quinta do Troviscal (troviscal.com), donde descansar entre encantadores jardines floridos, con piscina y vistas fantásticas vistas al lago.
A MESA PUESTA
La cocina de Maria do Céu en Chico Elias (Conde de Tomar, 92) es conocida en la comarca. Buenas materias primas y buen manejo del horno de leña son sus secretos. A Bela Vista (abelavista.pt) ofrece gastronomía típica portuguesa y magníficas vistas al río. También buena opción es el restaurante Grão Mestre, en el hotel dos Templários (hoteldostemplarios.com), especializado en cocina portuguesa con algunas propuestas internacionales y que cuenta con una amplia bodega.
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