CASCADA DEL MOLINO DE SAN PEDRO
Al volante por la sierra de Albarracín, entre las localidades turolenses de Masegoso y El Vallecillo tiene su acceso este llamativo salto de agua, con su enorme poza labrada por las aguas puras del Cabriel en la roca caliza, junto a los restos del antiguo molino. El salto mide unos ocho metros y tiene una cornisa que permite colarse por detrás de la cortina de agua sin mojarse para contemplar, desde otro ángulo, la charca verde esmeralda.
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GRUTAS DE CRISTAL DE MOLINOS
Donde el Bajo Aragón de paso a las montañas del Maestrazgo turolense se esconde entre colinas y barrancos el pueblo de Molinos, afamado por la belleza de su cueva de las Graderas, que fue hogar para el hombre prehistórico y que todo el mundo conoce como las Grutas de Cristal. Descubierta por casualidad, el recorrido por su interior a través de diversas galerías y salas subterráneas va descubriendo estalactitas, columnas, banderas y curiosas formaciones excéntricas que semejan ser raíces o corales submarinos.
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PINARES DE RODENO
Después de ver Albarracín, son pocos los que se acercan a una docena de kilómetros a este lugar, y no saben lo que se pierden. Un roquedal de arenisca roja desfigurado por miles de grietas, cárcavas, hoces y barrancos y tapizado de pinos resineros o rodenos que alberga excepcionales muestras de arte rupestre levantino, una de las mayores concentraciones que hay en el sur de Europa. En el área recreativa del Navazo, en el kilómetro 4 de la carretera que va de Albarracín a Bezas, arrancan varios senderos señalizados que conducen hasta las pinturas más representativas.
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IGLESIAS MOZÁRABES DEL SERRABLO
Desde Biescas, una desviación permite admirar el valioso conjunto de pequeñas iglesias levantadas desde mediados del siglo X y hasta finales del XI en la cuenca alta del río Gállego por canteros mozárabes. San Pedro de Lárrede (en la imagen), San Juan de Busa, San Bartolomé de Gavín o las de Oliván y Orós son algunas de las mejores muestras de este arte en el Pirineo oscense.
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PUENTE Y ERMITA DE SAN ÚRBEZ
Al cañón de Añisclo, uno de los tesoros del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, se puede llegar por distintos senderos, pero todos comienzan en el aparcamiento de Añisclo. Nada más ponerse a andar por cualquiera de ellos, quedan a mano dos joyas para descubrir: el vertiginoso puente románico de San Úrbez, que salva el profundo estrecho por el que discurre el impetuoso río Bellós, y, muy cerca, la ermita rupestre dedicada a este santo pastor que vivió en este apartado lugar allá por el siglo VIII.
FORAU DE AIGUALLUT
En el grandioso paisaje del valle de Benasque o del río Ésera, las aguas del Aneto, que con 3404 metros de altura es el techo del Pirineo, saltan en una sonora cascada y desaparecen bajo tierra en el Forau de Aiguallut para surgir, unos kilómetros más adelante, en el valle de Arán, ya en Lleida. Llegar a este espectacular sumidero kárstico supone una agradable caminata enmarcada por algunos de los picos más bellos de la península ibérica.
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CASTILLO DE BIEL
Mandado construir en el siglo XI por Sancho III el Mayor sobre una primitiva fortaleza, este castillo zaragozano fue siempre un punto estratégico en la comarca de las Cinco Villas dada su proximidad con Navarra. A él se unió después la iglesia románica de San Martín, con la que forman un conjunto monumental. Al honor de ser el mayor donjón (torre del homenaje) de los reinos hispánicos –con 30 metros de altura– suma que en él pasó su niñez Alfonso I el Batallador.
BECEITE
De los cinco conjuntos históricos de la comarca del Matarraña –Valderrobres, Calaceite, La Fresneda, Ráfales y Beceite, este último es buen ejemplo de caserío medieval. Conserva varios portales, restos de la muralla, un puente de piedra sobre el río, edificios tan relevantes como la iglesia de San Bartolomé, y, sobre todo, algunos de los molinos papeleros que dieron prosperidad a la villa. Después de verlo todo, nadie se pierde en el entorno la ruta que discurre por los estrechos del Parrizal, un paseo de unos 8 kilómetros que lleva, por pasarelas de madera, al nacimiento del río Matarraña por un estrecho cañón entre paredes verticales de más de cien metros de altura.
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CENTRO BUDISTA DAG SHANG KAGYU
Una sorpresa resulta encontrarse en pleno Pirineo aragonés un templo budista abierto a todo el mundo. Está en Panillo, Huesca, a pocos kilómetros de Graus y desde los años 80 esta comunidad religiosa que ya forma parte de la comarca lleva divulgando el budismo Vajrayana en este entorno privilegiado a través de diferentes prácticas y actividades. No faltan las estupas ni un albergue para retiros de pocos días o incluso meses.
CASTILLO DE MORA DE RUBIELOS
Es fácil confundirse con esta villa y Rubielos de Mora, siendo además dos de las más monumentales de la provincia de Teruel. Pero hay cosas que las distingue. Porque Mora tiene un recinto amurallado que encierra torres-puertas, plazas, portales y casonas blasonadas soberbias, además de un imponente castillo-palacio, el de los Fernández de Heredia, que domina el pueblo. El que fuera testigo de las continuas luchas entre los reinos de Castilla y Aragón, a la vez que residencia señorial pasa por ser uno de los mejor conservados de la región. En verano acoge el Festival Puerta al Mediterráneo.