Con barrancos que se precipitan al mar, valles salpicados de palmeras y bosques milenarios, La Gomera hace de la naturaleza su más portentoso monumento. Especialmente en el Parque Natural de Garajonay, la joya de la corona, que es una reliquia del Terciario en la que se esconde el último gran reducto de laurisilva.
Pero más allá de bonitas caminatas por sus paisajes imposibles, hay mucho que descubrir en la, tal vez, menos explotada de las Islas Canarias. Estas son algunas pistas para emprender un viaje alejado de lo convencional por un territorio sorprendente:
EL PUCHERO DE DOÑA EFIGENIA
Sí, es algo que no hay que perderse. Porque este plato, el puchero con escaldón de gofio, logró conquistar el paladar de la mismísima Angela Merkel. ¿El lugar? Una humilde casa de comidas que se ha convertido en el referente gastronómico de La Gomera. Casa Efigenia (efigenialagomera.com), que también ofrece alojamiento rural, es una venta que se remonta a la década de los cuarenta del siglo pasado, cuando empezó sirviendo platos tradicionales con productos de la tierra (nada de carne), sin mucha parafernalia, pero con todo el mimo del mundo. Hoy a su mesa vienen a sentarse viajeros de todos los rincones del planeta. Y su artífice, Doña Efigenia, sale siempre a saludar a los comensales, incluida la canciller alemana.
VINO HEROICO
Es el que se produce en la Bodega Montoro, perdida en el pliegue de un barranco en pleno valle de Hermigua. Vino heroico porque sus viñedos se encuentran a unos 500 metros de altitud, lo cual obliga a que todo lo relacionado con el cultivo (la poda, el deshierbe, la vendimia…) se realice de manera manual. Así lo viene haciendo esta familia desde hace 70 años, sorteando ese sistema de bancales que tapiza la geografía de la isla y que es un canto a la ingeniería popular. Por ello y por sus vinos excelentes (de la variedad forastera gomera, única en el mundo), merece la pena visitar este lugar detenido en el tiempo.
ARTESANÍA ANCESTRAL
Es una técnica alfarera primitiva que solo se conserva en La Gomera. Un tratamiento especial de la cerámica, que consiste en moldear sin torno (con los propios dedos) y sin horno (a fuego vivo). Esta tradición ancestral es desempeñada solo por las mujeres (las llamadas loceras) y transmitida de madres a hijas desde tiempo inmemorial. Verlas trabajar es toda una lección de sabiduría y para ello hay que acudir al Centro de Interpretación Las Loceras, en El Cercado, donde además de conocer su historia, se pueden adquirir bellas piezas en un animado mercadillo.
CUEVA PARA DOS
Nada puede ser más romántico que una velada a la luz de las velas en el interior de una pequeña cueva que es una ventana al Atlántico. Así son las cenas que brinda el Hotel Jardín Tecina (jardin-tecina.com) en una cavidad natural, que está oculta en el lateral de un acantilado escarpado. Son cenas solo para dos, en las que degustar delicias típicas de La Gomera con la banda sonora del murmullo de las olas y lejos de las miradas indiscretas. El colofón será dormir en este alojamiento, que es una especie de pueblo blanco con un jardín botánico perfumado por las flores.
UNA LECCIÓN DE SILBO GOMERO
Conocer la esencia de La Gomera es conocer esta otra tradición remota que surgió del arte de la necesidad. Un sistema de comunicación a base de silbidos modulados, que sirvió (y sigue sirviendo) para salvar la distancia con el intercambio de mensajes. El silbo gomero es un lenguaje único en el mundo, declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Y aunque no es fácil aprenderlo, se puede asistir a una lección básica en la cafetería del Mirador de Abrante. Aquí, con fabulosas vistas al vacío, se entenderá el valor cultural de estos poderosos chiflidos.
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EL REFUGIO PERFECTO
Dicen que es una isla dentro de una isla. Un hotel concebido como retiro para una cura de estrés, al que tan solo es posible acceder en barco. En El Cabrito (elcabrito.es/hotel-finca-el-cabrito), escondido en una finca ecológica asentada a los pies de un barranco, el huésped permanece aislado en un entorno maravilloso. Aquí se viene a meditar, pintar, bailar, hacer yoga… (para ello hay cursos y talleres), mientras que la tierra facilita todo lo que se sirve en la mesa. Si lo que se busca en la desconexión total, en este alojamiento sostenible la paz estará garantizada.
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