Para ver al río Infierno –un nombre extraño para un río paradisíaco que baja brincando por los bosques del Parque Natural de Redes desde su nacimiento en los montes del mismo nombre– hay que pasar antes por el «purgatorio» de una carreterilla (seis kilómetros de curvas sin visibilidad) que culebrea entre Infiesto y Espinaredo, al que la corriente parte en dos. Este no solo es un bonito pueblo, es el que más hórreos, posee de todo el Principado: 20, además de 6 paneras. Y también los más antiguos, a 1548 se remontan.
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Los hórreos tienen cuerpo de madera de castaño, tejado de teja árabe y están aupados sobre cuatro altas patas o pegollos para preservar la cosecha de la humedad y de los roedores, pues era lo más preciado de su propietario. Muchos tienen sobrepuertas talladas, liños (vigas que sustentan el tejado) tallados o pintados con radiales, hexapétalas o cruces, además de motivos solares, cuyo origen se remonta a la Edad del Hierro.
Por dentro, los hórreos están divididos en cuatro y cada parte es de una familia distinta. Además de para guardar el maíz, las patatas y las avellanas, han servido luego como trasteros, garajes e incluso como terraza de un restaurante. Entre las paneras destaca la conocida como l‘Horru La Capilla, así llamada porque se usó para oficiar misa antiguamente, antes de que se construyera la iglesia.
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AVELLANAS, SIDRA Y ASTURCONES
Valle arriba, hacia Riofabar, vemos prados con avellanos y manzanos y salpicados de asturcones. De las avellanas se saca motivo para la fiesta más popular del valle, que se celebra en octubre en Ques, a la vera del santuario de la Virgen de la Cueva, bajo una enorme peña; de las manzanas, una sidra de la que se ufanan mucho en la comarca; y del asturcón, la satisfacción de conservar una raza autóctona y un eslogan turístico: Piloña, tierra de asturcones.
DEL ARBORETO DE MIERA A LA PESANCA
La carretera rebasa la aldehuela de Riofabar y, dos kilómetros después está el área recreativa del Arboreto de Miera, donde hace décadas fueron plantados cipreses de Lawson, pinos de Oregón y otras coníferas exóticas. Un arroyo confluye aquí con el río del Infierno, que a partir de este punto empieza a llamarse río Espinaréu o Espinaredo, como el pueblo. Un poco más arriba son gigantescos castaños los que asombran las mesas y praderas ribereñas del área recreativa La Pesanca, la más antigua de Asturias.
A PIE A LA FOZ DE MOÑACOS
En La Pesanca acaba el asfalto y, además del sendero de pequeño recorrido PR-AS-289 que se dirige al pico Vízcares, comienza el recorrido a pie (2,5 horas) por una excelente pista de tierra que lleva, tras cruzar siete puentes, hasta la foz de Moñacos, Moniacos, Muniacos o Muñiacos..., nombres para todos los gustos que recibe el mini desfiladero, labrado por un afluente del Infierno, donde aflora en forma de paredes verticales la blanca huesa caliza de los montes.
En el camino el bosque de robles y alisos ribereños se torna en espesísimo hayedo; la luz que bañaba los prados de más abajo se vuelve verdinegra y espectral y las aguas se encajonan rugidoras en un estrecho, el de la Lanchosa, tajado a lo largo de miles de años en la roca caliza por el Infierno. Río que unas veces se encabrita en espumeantes cascadas y otras se remansa en pozas de agua cristalina.
Al llegar al sexto puente (que no se cruza), se toma la bifurcación de la derecha, la cual traza un par de revueltas, cruza el río por última vez y se aleja definitivamente de él para morir, una hora después, al pie de la foz. Una senda pedregosa atraviesa esta pequeña hoz para ir a salir a un idílico vallejo.
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PARA DESCANSAR
En La Goleta está el Palacio de Cutre (palaciodecutre.com), una casa-fuerte del siglo XVI con torre, capilla, muralla, buen restaurante, jardín y primorosamente decorada. En Collía, en las vecindades de Arriondas, a solo 20 kilómetros de Infiesto, se encuentra la Posada del Valle (posadadelvalle.es), con una amplia finca ecológica que surte de productos a su restaurante.
Del siglo XIV son las partes más antiguas del Palacio de Rubianes (palacioderubianes.com) de Cereceda, en la falda de la sierra del Sueve, que dispone de campo de golf, aeródromo y yeguada para dar paseos a caballo.
PARA DISFRUTAR A LA MESA
En Espinaredo, El Rincón de Espinaréu (elrincondeespinaredo.blogspot.com) sirve cocina tradicional (pitu caleya, cabrito guisado con patatinas, pote, fabada, tortos con cabrales y huevo…) y postres caseros, en una terraza a la sombra de un gran hórreo. También en el pueblo, típico es el mesón Vízcares (tel. 985 92 35 30), con los 5 platos que hay escritos en un papel. Y en Infiesto, dos recomendaciones: Rosales (tel. 985 71 08 53), donde probar deliciosas verdinas con bacalao y cebollas rellenas y de postre, tarta de turrón; y el restaurante-sidrería La Verja (infiesto.com/laverja), con la cecina con queso de cabra y los fritos de pixín como estrellas.
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