QUESO DE LOS IBORES
Con leche cruda de las cabras que pacen en los montes ásperos y bienolientes donde nace el río Ibor, cerca de Guadalupe (Cáceres), se hace uno de los quesos más ricos de España. En Navalvillar de Ibor está la quesería de Isabel Trujillo (tel. 927 55 42 02), reputada como la mejor de la comarca. Hay unos quesos tiernos, casi cremosos, envasados en cajas de madera, que están deliciosos. También lo está el natural de Rontomé (quesosderontome.es), que hacen en Castañar de Ibor. De aquí parte la ruta a los Castaños y la Chorrera de Calabazas, la senda más espectacular (y sencilla) de los Ibores.
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CAMPOVEJA
En otra tierra de vinos, la de Rueda (Valladolid), descubrimos otros quesos soberbios, los de Campoveja (quesoscampoveja.com), un negocio familiar de Serrada que lleva medio siglo haciendo maravillas con la leche cruda que le suministran los pastores de la zona. Maravillas como el Ahumado Campoveja, considerado el mejor smoked del mundo, según el jurado de los International Cheese Awards de 2012. En cuanto la situación se normalice, en Campoveja volverán a mostrar al público cómo sus quesos maduran sobre tablas de maderas –con volteos periódicos, desarrollando sus mohos naturales– y envejecen en una bodega subterránea.
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TETILLA PAZO DE ANZUXAO
El Tetilla Pazo de Anzuxao (lacteosanzuxao.com) tiene, como todos los quesos de Tetilla, una sugerente forma y un sabor que no cansa, que empiezas y no paras. Lo que lo hace único es que se elabora en un precioso pazo de 1713 de la comarca pontevedresa del Deza, cerca de Lalín, en el centro geográfico de Galicia. Alrededor hay otros pazos magníficos, como el de Bendoiro (hoy hotel) o el de Liñares, el Palacio del Recuerdo en el que Emilia Pardo Bazán se inspiró y escribió Los pazos de Ulloa. En la Cata de Quesos de Galicia, este se ha llevado unos cuantos oros, platas y bronces.
CABRALES
El queso más famoso de Asturias y el de sabor más fuerte de España (de intenso retrogusto en el paladar) se elabora con leche cruda de vaca a lo largo del año y, durante junio y julio, se mezcla con leche de oveja y cabra. Madura de dos a cinco meses en cuevas con una humedad del 90% y una temperatura de entre 8 y 12 grados. Todo para que, al final, se lleguen a pagar hasta 8500 € por un kilo de este mohoso manjar, como pasó en la subasta del 49º Certamen del Queso de Cabrales, en 2019. Para ver las cuevas de maduración y un espléndido panorama de los Picos de Europa, hay que ir a la Quesería Main (quesosdecabrales.es), en Sotres, que es una especie de centro de interpretación del quesu, donde hacen visitas guiadas y degustaciones.
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IDIAZÁBAL
En Goiuri, en el norte de Álava, el río Oiardo forma una de las cascadas más altas de España: ¡105 metros! Para no desentonar con esa maravilla larguísima, las ovejas latxas que pastan alrededor del salto andan por los prados cubiertas de una mata de lana enorme, con la cabeza llena de rastas y tirabuzones. Con la leche de esas melenudas, los hermanos Basterra (basterraanaiak.com) hacen un excelente queso de Idiazábal. Es ideal para comer de pícnic en el mirador que hay frente a la cascada o, de vuelta en casa, recordando tanta belleza.
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OJOS DEL GUADIANA
Los quesos manchegos artesanos Ojos del Guadiana (ojosdelguadiana.com) han obtenido docenas de grandes premios, incluidos varios oros en los World Cheese Awards, que son como los Oscar de los quesos. Miles de narices y paladares avezados (los que han otorgado tanto galardón) no pueden equivocarse. Aunque se venden en toda España, vale la pena ir a buscarlos a su lugar de origen, Daimiel (Ciudad Real), y así disfrutar de paso de las famosas Tablas. Hay que llevar prismáticos para ver las 250 especies de aves que pueblan este humedal. Y pan, para el bocadillo de queso. Qué rico.
QUESUCOS DE LA LIÉBANA
Quesucos les dicen, porque son chiquititos, de entre 10 y 15 centímetros de diámetro y unos 400 gramos de peso. Chicos como el valle de la Liébana, que está comprimido entre los Picos de Europa y la cordillera Cantábrica, en el extremo occidental de Cantabria. Pequeños, grasos, suaves, tiernos y de cien sabores distintos, dependiendo de la leche que se use (vaca, oveja o mezcla) y de si se ahúman o no. Para comprarlos y ver cómo se hacen, ningún lugar mejor que la quesería Las Brañas (queseriapendes.com), que domina desde la alta aldea de Pendes la afilada cresta caliza de Peña Ventosa y la boca del desfiladero de la Hermida. Serán quesucos, pero los rodea un paisaje grandioso.
CAMPO DE BELMONTE
Hay muchas razones para visitar la villa conquense de Belmonte: el castillo, perla del gótico-mudéjar; la colegiata, la pequeña catedral de Belmonte; el claustro del palacio viejo, hoy hotel Infante Don Juan Manuel; la casa Bellomonte, recreación de una vivienda del siglo XV en un corral de comedias del XVI; la monumental puerta de Chinchilla… Pero hay una que justifica, por sí sola, el viaje: comprar un queso artesano Campo de Belmonte (Camilo José Cela, 16; tel. 967 17 08 38). Están muy ricos el tierno y el semicurado, pero el curado, untado en manteca, es para enloquecer.
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AIRAS MONIZ
La Ribeira Sacra es apreciada por sus vinos de uva Mencía, elaborados con mil sudores en las escarpadas márgenes del Miño y el Sil. Viticultura heroica, le dicen. Pero desde hace poco a los queseros también se les hace la boca agua al pensar en ella, porque el queso azul Savel de Airas Moniz, hecho en el municipio lucense de Chantada con leche de vacas de raza Jersey, fue elegido como el mejor de España en 2019. Un sitio espectacular para catarlo es A Taranxela, una bodeguita con terraza al aire libre a orillas del Miño, en Pincelo, junto al embarcadero de Quinta Sacra (quintasacra.es).