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Castellón, la grandísima desconocida, en 10 imprescindibles


Actualizado 9 de marzo de 2021 - 13:03 CET
© Andrés Campos

Es una de las ciudades menos conocidas de España y es difícil saber por qué, porque tiene las mismas cosas que todas las levantinas: buenas playas, excelentes arroces, naranjas para parar un tren y un clima envidiable. Y, encima, tiene ahí al lado el Parque Natural del Desierto de las Palmas y, enfrente, las islas Columbretes, dos paraísos mediterráneos. Estos son sus imprescindibles: 

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1. EL FADRÍ, UN CAMPANARIO SINGULAR

No hay monumento más simbólico ni mejor mirador de la ciudad que El Fadrí (mucc.castello.es/el-fadri), un campanario al que llaman así, El Soltero, porque está solo y libre, sin contacto con ningún otro edificio de la plaza Mayor, ni siquiera la concatedral. Construida de 1440 a 1604, esta torre octogonal de 58 metros alberga, además de las dependencias donde se alojan 11 campanas, la sala del reloj, la antigua cárcel, la casa del campanero y las cuatro gárgolas (un perro, un león, una harpía y un águila) que vigilan desde lo alto las calles del centro. Actualmente El Fadrí está cerrado por la pandemia y hay que conformarse con verlo por fuera. Pero más vale ir entrenando para el día que lo reabran, porque tiene unas escaleras de aúpa.

 

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2. CHURROS BRAVOS PARA DESAYUNAR

Para subir y bajar los 188 escalones de El Fadrí sin que nos flaqueen las piernas, tendremos que desayunar algo potente. Por ejemplo, las típicas pelotas de fraile (bolas de masa esponjosa rellenas de crema pastelera y recubiertas de azúcar) que hornean desde 1950 en la panadería Macián (Mayor, 12). Tampoco son light las figues albardaes (buñuelos de higo) que prepara Antonio Sebastián en la Botiga de la Figa (Sant Fèlix, 6). Además, hace churros de muchas maneras, todas muy energéticas: bravos, con longaniza y morcilla, con chistorra y queso de cabra, con bacalao y alioli de tinta...

 

3. «ESMORZAR» ES SAGRADO

Por mucho que se haya desayunado, a eso de las 10.00 o las 11.00 hay que ir pensando en esmorzar, que es como aquí llaman al bocadillo de media mañana del resto de España, solo que en Castellón no se trata de un simple refrigerio y, además, es sagrado. Podemos empezar en el Bar del Mercat, junto al Mercat Central (plaza Mayor, 1), con unos ximos o panecillos rellenos de pisto y unas puntetas de bacalao rayado. Y rematar en La Vermutería 1858 (Ruiz Zorrilla, 10), con unos mejillones vermuteros (al vapor o a la brasa) y un vermú de la casa, hecho en Almassora con 105 hierbas distintas.

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4. CASTELL VELL, EL ORIGEN DE LA CIUDAD

A 7 kilómetros al norte de la ciudad, en un cerro del Parque Natural del Desierto de las Palmas, se encuentran las ruinas del musulmán Castell Vell, donde habitaron los primeros castellonenses hasta 1251, cuando se trasladaron a La Plana, al llano. Se pueden visitar por libre con una audioguía que se descarga en mucc.castello.es/castell-vell. El recorrido nos llevará unos tres cuartos de hora. Disfrutaremos de unas magníficas vistas de la ciudad y del mar, así como de un entorno de pinares y merenderos ideal para hacer un pícnic, si es que aún queda algo de espacio en el estómago.

 

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5. EL VERDE DESIERTO DE LAS PALMAS

Siguiendo por la misma carretera que lleva al Castell Vell, la CV-147, nos adentraremos en el Parque Natural del Desierto de las Palmas, que de desierto solo tiene la soledad, porque es una selva de alcornoques, carrascas, madroños, durillos, brezos, torviscos, aladiernos, ruscos, enebros, lentiscos y palmitos. Aquí se emboscaron los carmelitas descalzos a finales del siglo XVI y aquí siguen, en un bonito monasterio (desiertodelaspalmas.com) rodeado de ermitas, exuberantes verdores y montes como el pico Bartolo, máxima altura del parque (736 metros), al que se puede subir y bajar en un par de horas para otear desde la cima las islas Columbretes, a 59 kilómetros de distancia.

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6. MERCADO DE LA NARANJA

Si es invierno o primavera y es domingo, tenemos que acercarnos con el coche a la céntrica plaza Fadrell para llenar el maletero de lo que se vende en ella. Es el Mercado de la Naranja, donde los agricultores descargan montañas de esta fruta, cogida la víspera en los infinitos naranjales de la comarca de La Plana. Al aire libre, bajo el sol mañanero, suelen instalarse unos 30 puestos y hay días en los que llegan a venderse más de 10.000 kilos.

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7. UN ARROCITO EN EL GRAO

Hora de ir a comer un arrocito a Castellón, como cantaba Manolo García. Pero no a cualquier lugar de Castellón, sino al puerto del Grao, distante cuatro kilómetros de la ciudad. Allí hay que probar el gran (de copioso y de bueno) arroz a banda de Casa Lola (casalolaelgrau.com), donde también hacen un rico arroz de Castellón, con rape, sepionet de la punxa y alcachofas. Otro acierto en el Grao es el restaurante Mediterráneo (restaurante-mediterraneo.com), gobernado por los hermanos Rodríguez Fontanet, biznietos de los fundadores. Ochenta años de clientes satisfechos no pueden equivocarse.

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8. SIESTA EN LA PLAYA O EN EL PARQUE

Para dar un paseo después de comer o para echarse la siesta, al lado del Grao hay 4,5 kilómetros de playas: la del Pinar, la favorita de las familias; la del Gurugú, la preferida por los jóvenes; y la del Serradal (en la foto), el arenal salvaje que eligen los chorlitejos patinegros para anidar. Una buena alternativa para dar el paseo digestivo es el Parque Ribalta, el corazón verde de la ciudad, asombrado y oxigenado por 400 especies de plantas. Y una buena alternativa a la siesta playera, las habitaciones de Doña Lola (hoteldonalola.com), un hotel muy cómodo y económico que da vistas a dicho parque.

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9. ISLAS COLUMBRETES

A vista de satélite, como se ve todo en Google Maps, Illa Grossa, la mayor de las Columbretes, es una C mayúscula perfecta, forma extraña para una isla, salvo que sea el cráter de un antiguo volcán. Volcánicas son, en efecto, estas islas que los griegos llamaban Ophiusas y los romanos Columbrarias, que distan 56 kilómetros del Grao y que albergan varias especies animales y vegetales escasas en el resto del Mediterráneo, como la gaviota de Audouin, el halcón de Eleonora o la rarísima Reseda hookeri. De abril a octubre, el barco Clavel I (visitaislascolumbretes.com) lleva allí por 60 €.

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10. REFUGIO ANTIAÉREO

En la plaza de Tetuán, debajo del edificio neomudéjar de Correos, hay un escalofriante refugio antiaéreo de la Guerra Civil, visitable desde 2018. Al igual que otros monumentos y museos, está cerrado por la pandemia, pero será una visita fundamental cuando la situación se normalice. Lo que sí se puede hacer ahora es un paseo autoguiado de una hora y media de duración que recorre diez lugares de aquel período. Más información en mucc.castello.es, web donde también se pueden descargar las audioguías del refugio y del itinerario.