ALBA DE TORMES (23 km, 26’)
La nobleza y la santidad marcan esta localidad a orillas del río Tormes donde murió y fue enterrada la santa más mística, Santa Teresa de Jesús. Pero esta localidad es lo que es, sobre todo, por la Casa de Alba, ligada estrechamente a la villa. A ella se debe su fortaleza palaciega, de la que solo se conserva la torre del homenaje, decorada con frescos renacentistas. Muy interesantes también los restos de la muralla, sus numerosas iglesias, el puente sobre el río y el Museo de la Alfarería, instalado en la iglesia mudéjar de Santiago.
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BÉJAR Y CANDELARIO (70 km, 50’)
Tan próximos están ambos, a apenas 5 kilómetros de distancia, que mejor descubrirlos en una sola escapada. El primero con un rico patrimonio: restos de murallas medievales, el palacio Ducal con una Cámara Oscura, iglesias como la de Santiago… Pasear por las empinadas calles del pueblo serrano de Candelario es retroceder en el tiempo, con sus calles recorridas por regueras, casas con balconadas y un aire tan limpio y curativo que no puede ser más beneficioso para su industria chacinera.
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CIUDAD RODRIGO (90 km, 1 hora)
Vista desde un dron, sorprende su recinto fortificado con forma de estrella. Una vez cruzadas sus puertas, el peso y el orgullo de su historia se siente a cada paso en este laberinto de piedras, palacios y rincones. Recogida en sí misma en torno a la muralla, Ciudad Rodrigo parece un decorado cinematográfico de película medieval. Solo faltan los extras y el bullicio de la acción. El resto lo ponen sus silenciosas plazas, sus casas y palacios nobles, la imponente catedral y la silueta del castillo recortándose sobre la vega del río Águeda.
DEHESAS SALMANTINAS (37 km, 29’)
El Campo Charro es un territorio de límites imprecisos cuyos principales signos de identidad son las dehesas y la cría del toro bravo en un ambiente de semilibertad. Para descubrirlo, hay que pasar por el Centro de Interpretación de la dehesa salmantina, emplazado en Aldeahuela de la Bóveda, y luego visitar una de las ganaderías que ofrecen un amplio abanico de experiencias (salamancaemocion.es/es/que-hacer/toro-bravo-y-dehesa).
ZAMORA (65 km, 46’)
Hay muchas maneras de descubrir esta ciudad encantadora y de pulso tranquilo asomada al Duero. La más monumental es centrarse en su casco histórico, entre la magnífica catedral y la plaza Mayor, el entorno de la calle Santa Clara y sus cercos amurallados –que protegen hasta una veintena de iglesias–. Pero la más natural es seguir el circuito que discurre junto al río, entre chopos, pasarelas e islas, e ir desvelando el perfil de esta antigua ciudad y sus joyas monumentales desde otro punto de vista.
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GUIJUELO (37 km, 50’)
Decir su nombre es empezar a salivar, y no es para menos en la capital del jamón ibérico, donde se produce el 60% de la producción nacional. Pero a Guijuelo hay que acercarse, además de para comprar jamones, para hacerse con otros muchos productos con denominación de origen que se obtienen de los cerdos criados en las dehesas salmantinas. La escapada gourmet debe incluir también una visita al interactivo Museo de la Industria Chacinera.
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LEDESMA (36 km, 36’)
Tres elementos sorprenden cuando se llega a Ledesma por primera vez: la impresionante iglesia de Santa María la Mayor, un casco antiguo protegido por murallas y el río Tormes, a sus pies. Una vez en este bonito pueblo, ningún lugar mejor para empezar a descubrir su rico patrimonio que el Centro de interpretación Histórica Bletisa, ubicado en la iglesia de San Miguel: el castillo, el puente Viejo, el palacio de los Beltrán de la Cueva, el ayuntamiento, la recoleta plaza Mayor…
SIERRA DE FRANCIA (75 km, 1 hora)
Desde el santuario de la peña de Francia, uno de los más altos del mundo, se divisan muchos de los bonitos pueblos de esta sierra que son un verdadero muestrario de arquitectura popular. El más auténtico, La Alberca, el primero de España, pero también los otros conjuntos históricos del Parque Natural Las Batuecas-Sierra de Francia: Villanueva del Conde, Miranda del Castañar, San Martín del Castañar, Mogarraz y Sequeros. Entre ellos discurrren los Caminos del Arte, cuatro sencillos que van descubriendo un reguero de instalaciones artísticas entre bosques de cuento.
Para hacer una ruta: Una cascada, un santuario y una colección de pueblos bonitos en la Sierra de Francia
MONTEMAYOR DEL RÍO (88 km, 1 h)
De todos los pueblos de Salamanca, este en la Vía de la Plata es uno de los más auténticos, con un caserío medieval tradicional bien conservado de estrechas callejas ordenado en torno a su plaza Mayor, con rollo jurisdiccional, a la iglesia de la Asunción y al castillo de San Vicente, en la cima de una colina. Pero Montemayor es famoso, sobre todo, por estar rodeada de bosques de castaños, de donde salió la tradición de sus vecinos artesanos de trabajar su madera, desde hace generaciones, para realizar cestos.
MADRIGAL DE LAS ALTAS TORRES (70 km, 50’)
Tan evocador como sus murallas mudéjares es la villa de hermoso nombre que, en medio de las llanuras abulenses, la historia eligió para ser la cuna de Isabel la Católica. Por eso, lo primero es ver el palacio donde nació, que mandó construir su padre el rey Juan II de Castilla y que no es palacio sino monasterio, el de Santa María de Gracia, y no lo habitan reyes sino monjas agustinas de clausura que enseñan a sus visitantes sus tesoros. Para descubrir también el Real Hospital de la Purísima, ahora centro cultural y oficina de turismo, y la iglesia mudéjar de San Nicolás de Bari, en cuya pila la futura reina recibió las aguas bautismales.