TOMAR
En Tomar todavía resuenan los ecos de su pasado templario, del que da testimonio el imponente castillo que corona el casco antiguo y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Por la calzada medieval de Santiago se asciende hasta la infranqueable fortaleza que levantó en el siglo XII la famosa orden del Temple y que guarda en su interior un interesante convento con numerosos claustros y una iglesia con una girola poligonal inspirada en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. A los pies del castillo, la vieja Tomar, con calles peatonales en torno a la plaza de la República, una sinagoga convertida en museo, numerosas capillas e iglesias, su puente viejo sobre el Nabão y pastelerías donde probar la famosa fatia local.
De ruta templaria por Olivenza, Alconchel y Jerez de los Caballeros
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PENICHE Y LAS ISLAS BERLENGAS
Los amantes del surf y del kitesurf tienen bien localizadas la península de Peniche, pues es un paraíso por sus olas. Para los que no lo son será todo un descubrimiento en la Región Centro portuguesa y no solo por sus playas, también por su fuerte situado en el cabo Carvoeiro, en el que la erosión ha labrado acantilados fantasmagóricos y laberínticos lapiaces, pero además porque desde Peniche se accede en barco a las islas Berlengas, que quedan a 10 kilómetros y son algo así como las Cíes de Portugal, un edén atlántico de gaviotas y aguas cristalinas. Allí, en un peñasco unido a la isla mayor por puentes de piedra, se halla el fuerte de São João Baptista, un castillo del fin del mundo construido para proteger la isla.
CRÓMLECH DOS ALMENDRES
Miles de año antes de que reyes y nobles levantaran en Évora sus palacios, y más aún que el templo de Diana, en este rincón del Alentejo se construyó el que hoy es el conjunto megalítico más importante de la península y de Europa. El «Stonehenge del Sur» es un óvalo formado por 95 menhires, algunos de hasta tres metros de altura y con grabados, que data del sexto milenio antes de Cristo.
DUNAS DE SÃO JACINTO
El rincón más salvaje de la ría de Aveiro es esta reserva natural con 700 hectáreas de dunas móviles y fijas con pinares junto a un playazo espectacular que se disfruta en soledad, con el viento y el oleaje de telón de fondo. Desde Aveiro, se puede ir en coche a São Jacinto cruzando la bocana de la ría a bordo del ferri que zarpa de Forte da Barra o dando un rodeo de casi 50 kilómetros por carretera.
PIÓDÃO
Entre Almeida, a unos 50 kilómetros de Ciudad Rodrigo, y Monsanto, con su curioso laberinto urbano entre enormes bolos de granito, se puede trazar una ruta por una docena de pequeñas aldeas históricas que son ricas en castillos, murallas, capillas, pelourinhos y una austera arquitectura de granito donde revivir la historia de Portugal. El itinerario pasa por lugares como Castelo Rodrigo, Marialva, Trancoso, Linhares de Beira, Belmonte o Sortelha antes de llegar al bonito pueblo de Piódão, dispuesto armónicamente sobre los bancales que escalan la sierra de Açor, y después Castelo Novo o Idaha-a-Velha, que tuvo catedral y hasta vio nacer al rey visigodo Wamba. En el camino, un paisaje espectacular para disfrutar desde la ventanilla: el Parque Natural Serra da Estrela, el del Douro Internacional, el Parque Natural del Tajo Internacional, la Reserva Natural da Serra da Malcata…
LA RUTA VICENTINA
El cabo de San Vicente, el punto más suroccidental del continente europeo, da nombre a un litoral deslumbrante de altos acantilados y playas salvajes, pero también aldeas históricas. Lo recorren una red de senderos señalizados (rotavicentina.com), con dos itinerarios principales –el Camino Histórico, que va de Santiago do Cacém al cabo de San Vicente (230 kilómetros, 12 etapas) y el Sendero de los Pescadores, que une Porto Covo y Odeceixe (120 kilómetros, cuatro etapas)– y varias sendas circulares más fáciles para todos los públicos.
PORTO SANTO
Además de la que le da nombre, el archipiélago de Madeira tiene a 50 kilómetros de la mayor de las islas la de Porto Santo, una isla sostenible e inteligente a la que se llega en ferri o, más corto, en un vuelo de apenas 15 minutos desde Funchal. A ella se va a disfrutar de su playa de arena dorada de 9 kilómetros, un impresionante arenal de aguas turquesa que recuerdan al Caribe y además tiene propiedades terapéuticas, y a visitar en la capital, Vila Baleira, de donde era originaria su mujer, la casa-museo de Cristóbal Colón.
ESTUARIO DEL SADO
Al sur de Lisboa, Setúbal y la península de Troia, bordeada por un infinito arenal, se asoman a una de las bahías más bellas del mundo, y también de las más vivas. Esta valiosa reserva natural rica en biodiversidad es el hogar de más de 200 especies de aves, a las que podemos admirar desde los observatorios de la laguna que se forma en la península, pero también de una colonia permanente de delfines nariz de botella, algo insólito en una bahía portuaria europea. Desde la marina de Troia salen barcas para observar sus acrobacias, porque se dejan ver con facilidad.
CASTRO MARIM
Nada más cruzar el Puente Internacional del Guadiana desde España, a 10 kilómetros de Ayamonte, aparece este pueblo blanco del Algarve que, con su castillo medieval y su fuerte de São Sebastião, del siglo XVII, parece anclado en tiempos pasados. Desde ambas fortalezas se observan las marismas del Sapal de Castro Marim e Vila Real de Santo António, una reserva natural que se extiende sobre más de 2000 hectáreas del estuario del Guadiana y que es como un imán para las aves. Casi la tercera parte del espacio está dedicado a la extracción de sal, una labor que algunos salineiros siguen realizando a mano.
Rincones de la costa portuguesa que ya estás tardando en descubrir
ARRAIOLOS
A 22 kilómetros de Évora, Arraiolos es famosa por sus alfombras y tapices artesanales, donde medio centenar de mujeres siguen tejiendo a mano en una decena de talleres, con la misma técnica desde el siglo XV. En la calle Alexandre Hortelano se concentran buena parte de estos y, en la plaza mayor, está el Centro de Interpretación del Tapete (tapetedearraiolos.pt), en la que, además de una colección histórica, pueden verse las balsas donde se teñía la lana en la Edad Media.