Este pueblo cántabro debe mucho a las aguas, las del río Miera, que serpentea por el pueblo, y las de la Fuente Santa, que curan el reumatismo, las afecciones cutáneas y estomacales y hasta limpia las vías respiratorias. Fue en las del río donde el joven Francisco de la Vega desapareció un día de 1674 cuando estaba nadando. Pasó el tiempo y, cinco años después, unos pescadores lo descubrieron en la bahía de Cádiz convertido en un extraño ser con su cuerpo cubierto de escamas. Cómo llegó hasta allí sigue siendo un misterio, pero su recuerdo sigue muy presente en el pueblo. Junto al esbelto puente mayor está el hombre-pez esculpido en bronce y, casi al lado, ubicado en un antiguo molino, un centro de interpretación dedicado a él.
El entorno del puente no puede ser más bucólico, un paraje verde al pie de los simétricos picos de Busampiro, que todos conocen como «las tetas de Liérganes», y a las que se puede llegar por una senda circular sin mucha dificultad. Pero antes, hay que descubrir la belleza arquitectónica de Liérganes.
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El paseo arrancan desde este mismo punto en dirección a la plaza del Marqués de Valdecilla, la más monumental del conjunto histórico, donde se levanta la Casa de los Cañones, la misma que albergó la primera fábrica de cañones del Imperio español. Una actividad que trajo riqueza al lugar, pues también se fueron levantando muchas de las múltiples casonas nobiliarias de la villa, concentradas principalmente en el barrio del Mercadillo. Las podemos admirar, junto a otros edificios barrocos y neoclásicos, palacios indianos, iglesias, capillas o ermitas de diferentes épocas, siguiendo una ruta de 4 kilómetros (una hora de paseo) por sus dos calles paralelas y sus transversales, una de ellas, el antiguo Camino Real.
A estas alturas uno ya se ha dado cuenta de por qué Liérganes forma parte de la asociación de Los Pueblos más bonitos de España, así que lo siguiente es descubrir su entorno natural, con el río Miera como hilo conductor, en busca de antiguos molinos, el puente de Rubalcaba o los pozos de Valcaba (dos lagunas de origen minero), aunque para conocer el medio natural y el legado cultural de los valles pasiegos también resulta ilustrativo el Ecomuseo-Fluviarium.
Quien busque más arte, en Pámanes está el palacio barroco de Elsedo o de los Condes de Torre Hermosa, que guarda una de las mejores colecciones privadas de arte español del siglo XX y que podemos visitar. Entre sus esculturas hay obras de Eduardo Chillida, Jorge de Oteiza, Pablo Serrano o Miguel Berrocal y pinturas de grandes artistas como Darío de Regoyos, Ignacio Zuloaga, Picasso, Miró…
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Muchos se acercan también a Liérganes atraídos por el estómago. En los escaparates de sus tiendas y pastelerías no faltan quesadas y sobaos pasiegos, tampoco los corazones y sacristanes típicos, pero a la hora de merendar, lo que tiene fama es el chocolate con churros, que podemos probar en cualquiera de las cafeterías del pueblo.
En el barrio La Vega, los amantes de la cerveza disfrutarán en Dougall’s (dougalls.es), la fábrica artesana pionera en España que ha conseguido situar a una de sus marcas de cerveza entre las mejores del mundo y que los fines de semana organizan visitas con degustaciones.
PARA DESCANSAR
El Balneario de Liérganes (balneariolierganes.com) está inmerso en un gran parque de árboles centenarios y es un lugar para disfrutar de todo tipo de experiencias termales y de la naturaleza. Para el alojamiento cuenta con el Gran Hotel, en el edificio histórico, o el hotel Termas de Liérganes, un tres estrellas con encanto en una antigua casona montañesa. Con vistas al suave paisaje que rodea Liérganes, La Casona El Arral (casonaelarral.com), es otra de esas construcciones solariegas decoradas con primor. Y también deliciosas, las posadas Los Prados 45 (losprados45.es) y la exquisita Villa Esperanza (villaesperanza.net).
PARA DISFRUTAR A LA MESA
Tradición e innovación encontraremos en la carta y los menús de El Ojo del Ábrego (elojodelabrego.com), que se degusta tanto en su cuidado comedor como en su terraza. En esta línea las propuestas de la Posada La Giraldilla (posadalagiraldilla.com), con una gran terraza asombrada, o de La Juguetería (restaurantelajugueteria.es), entre las que no falta el típico cocido montañés y los quesos.
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