CLAUSTRO DEL CONVENTO DE LAS DUEÑAS, SALAMANCA
Excepto por su portada plateresca, la iglesia de este convento femenino de la orden dominica en la capital salmantina, es de un sobriedad absoluta. Así que el gran interés del convento se centra en su magnífico claustro renacentista, con una singular planta pentagonal irregular, dos plantas, arcadas con medallones en la inferior y unos capiteles anónimos en la superior de una fantasía y variedad infinita.
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CLAUSTRO DE LA CATEDRAL DE BURGOS
Hace ya 800 años que se puso la primera piedra de la catedral de Burgos, uno de esos grandiosos edificios que, como obra cumbre del arte gótico europeo y Patrimonio de la Humanidad, hay que visitar al menos una vez en la vida. Esculpida con la delicadeza de los orfebres, son innumerables sus tesoros: la capilla de los Condestables de Castilla, la tumba del Cid, el célebre Papamoscas… y el bellísimo claustro gótico, el alto y el bajo. El primero, con bóvedas ojivales, grandes ventanales de arcos apuntados y tracerías, arquerías y capiteles con una preciosa ornamentación y sepulcros de gran valor histórico; el bajo, que durante siglos fue cementerio, ahora acoge un centro de interpretación de la construcción de la catedral.
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CLAUSTRO DEL MONASTERIO DE POBLET, TARRAGONA
La joya arquitectónica de la Ruta del Císter tiene un claustro a la medida de un tesoro Patrimonio de la Humanidad. Es de estilo románico con remodelaciones de arquitectura cisterciense y se sitúa junto a la pared norte de la iglesia. A él se abren algunas de las estancias más importantes del que fue panteón real donde descansan los reyes de la Corona de Aragón desde el siglo XV, hoy el conjunto cisterciense habitado más grande de Europa: la inmensa sala capitular, la biblioteca, el refectorio, la antigua cocina o los dormitorios de los monjes.
CLAUSTRO DEL MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE RIPOLL, GIRONA
Si la portada románica de este monasterio de Girona que llegó a ser un centro religioso y cultural de primer orden es una verdadera biblia de piedra, qué decir de su majestuoso templo románico, del scriptorium, con una gran producción literaria, y, sobre todo, de su claustro, una joya románica con 13 arcos de medio punto con capiteles exquisitamente esculpidos y galería superior, un precioso espacio que durante años sirvió de panteón de los condes de Besalú y de Girona.
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CLAUSTRO DE SAN JUAN DE DUERO, SORIA
Al pie del enigmático Monte de las Ánimas, donde Bécquer encontró argumento para algunas de sus leyendas, sorprende encontrarse con el claustro de arcos entrelazados a cielo abierto del antiguo monasterio soriano de la orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. Es único por su variedad de estilos e influencias, y en su austera iglesia, dos templetes parecen más obra de bordadoras que de picapedreros.
CLAUSTRO DEL MONASTERIO DE VERUELA, ZARAGOZA
Buscando la sagrada protección del Moncayo, los cistercienses levantaron a sus pies uno de los monasterios más importantes del reino de Aragón, un evocador cenobio al que ya, sin monjes y como rústica posada, llegó un joven escritor llamado Gustavo Adolfo Bécquer contagiado por la moda del viaje romántico. Tras cruzar la muralla que lo rodea y caminar por una avenida arbolada se accede a su iglesia del siglo XII y al claustro, eje de la vida comunitaria. De estilo gótico, y con un sobreclaustro renacentista, el templete hexagonal que acoge el lavabo es toda una curiosidad, como sus capiteles decorados con múltiples variedades vegetales que más parecen un «huerto de piedra».
CLAUSTRO DEL MONASTERIO DE SANTES CREUS, TARRAGONA
Ya no pasean los monjes por el claustro del que es otro de los monasterios cistercienses de la Ruta del Císter, el primero que se sentó en las tierras de la comarca del Alt Camp, pero en su momento de máximo esplendor hasta un centenar meditaban por este espacio en torno al cual giraba su vida. Hoy es el mejor punto de partida para ir descubriendo la belleza del edificio. Al claustro, que sustituyó a otro románico, se abren la sala capitular, el locutorio y el antiguo dormitorio, una gran nave convertida ahora en sala de conciertos.
CLAUSTRO DE SANTO DOMINGO DE SILOS, BURGOS
Los 64 capiteles del claustro bajo de este monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos es todo un muestrario figurativo: sirenas, arpías, leones, centauros, dragones o aves fabulosas. A la belleza del conjunto, una de las obras maestras del románico español, y de este espacio de planta cuadrada con dos pisos de esbeltas arquerías sobre columnas pareadas, suma la experiencia de asistir a las oraciones cantadas gregorianas de los monjes que lo habitan.
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CLAUSTRO DE SAN JUAN DE LA PEÑA, HUESCA
Lo más original del que fue el primer panteón de los reyes aragoneses, al que algunos peregrinos del Camino de Santiago se acercaban por el prestigio del cenobio y por el que pasó el Santo Grial, es su ubicación.Y lo es porque fue construido aprovechando un eremitorio y su claustro románico bajo una inmensa roca, cuyo equilibro parece más un milagro. Es el resto más relevante del primitivo monasterio de San Juan de la Peña, con sus capiteles labrados con maestría, toda una Biblia en piedra.
CLAUSTRO DE SAN JUAN DE LOS REYES, TOLEDO
Hay que cruzar una bellísima portada de arte flamenco para acceder al claustro del edificio más representativo del gótico toledano, mandado construir por la mismísima reina Isabel I de Castilla. Llaman la atención sus bóvedas, ventanales y su profusión de esculturas, que compiten con su desconcertante riqueza decorativa sobre la naturaleza y ese juego de luces y sombras propio del gótico. El arquitecto Juan Guas firma su construcción, a Egas se adjudica la escalera que asciende al claustro alto plateresco y a Alonso de Covarrubias la ornamentación de esta. Una vez arriba, lo que llama la atención es el soberbio artesonado mudéjar, todo un homenaje a los Reyes Católicos.