Hay pueblos bonitos, con encanto, singulares… y luego están los que nos enganchan por su calidad de vida, su gastronomía, sus fiestas, su patrimonio artístico, natural y vital: una bella puesta de sol, un mirador espectacular, un bosque en otoño... En definitiva, porque emanan una magia especial. Nuestro país suma hasta 87 Pueblos Mágicos (pueblosmagicos.es), una red que pone en valor sus recursos e impulsa su desarrollo turístico local. Nos quedamos con los que se reparten por el norte de la península.
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CAMBADOS
Su nombre siempre ha estado ligado al vino albariño. Por eso, para empezar a descubrir esta villa pontevedresa el mejor lugar es la plaza de Fefiñáns, presidida por el tremendo pazo que le da nombre y que acoge dos de las veintitantas bodegas que hay en la localidad. Pero también el Museo del Vino, junto a las ruinas de Santa Mariña Dozo. Casonas señoriales, iglesias, torres y capilla adornan esta antigua parroquia marinera que es conjunto histórico.
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COMBARRO
De las villas marineras de Pontevedra, Combarro está entre las más pequeñas, pero es de postal. Paseando por las calles empedradas de su casco histórico se van descubriendo plazoletas con cruceiros, soportales, ¡hasta 60 hórreos!, la mitad de ellos alineados junto a la ría, pero también restaurantes y pequeñas tascas donde pararnos a degustar buenos mariscos acompañados de vino albariño.
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COMILLAS
Más señorial no puede ser esta villa cántabra rodeada de suaves colinas, con sus elegantes casonas barrocas y sus construcciones modernistas de arquitectos catalanes, como el Capricho de Gaudí, el Palacio de Sobrellano y la Universidad Pontificia. Pero Comillas también es un lugar para disfrutar de la naturaleza, con una espectacular playa de fina arena, dunas y marismas que forman parte del Parque Natural de Oyambre.
CANGAS DE ONÍS
La postal más conocida de esta localidad asturiana es la que de su puente medieval sobre el río Sella, de cuyo arco central cuelga la cruz de la Victoria. Pero Cangas es un pueblo para entretenerse un buen rato, en sus comercios, o visitando la iglesia de Santa María de Cangas y el túmulo funerario de la ermita de Santa Cruz, que data nada menos que del 4000 a.C. Una vez disfrutado de todo ello, nadie se pierde la excursión más clásica de los Picos de Europa, la que lleva hasta la basílica de Covadonga y a la Cueva Santa y más allá hasta los lagos de Covadonga.
VIANA
El Camino de Santiago tiene en Viana la última parada de la ruta por Navarra, la localidad encaramada en un cerro que fue un importante bastión defensivo en otro tiempo y de la que hablan sus antiguas murallas y portales. En su casco antigua, un entramado breve de callejuelas y palacios señoriales, la plaza de los Fueros, la del Coso, la calle Mayor, el edificio del ayuntamiento, las ruinas del templo de San Pedro y la iglesia de Santa María, famosa por su bellísima portada, su impresionante altar mayor y porque en ella está la tumba de César Borgia, hijo del Papa Rodrigo Borgia y uno de los personajes más cinematográficos del renacimiento italiano.
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LUARCA
El promotorio de la Atalaya regala la vista más bella de la que llaman la «villa blanca de la costa verde». Aquí, junto al faro y a la ermita de la Virgen Blanca se encuentra el cementerio de Luarca, uno de los más fotografiados de España y el lugar donde descansa el Nobel Severo Ochoa. Otro mirador excepcional son los jardines de la Fonte Baixa, a rebosar de camelias. Pero descendiendo hasta el puerto, lo que gusta de esta localidad asturiana es su ambiente marinero y sus edificios de arquitectura indiana del barrio de Villar.
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TARAMUNDI
Como volver la vista atrás, así es Taramundi, un lugar antiguo, y lo relata su castro de la Edad del Bronce. En un bello paraje a orillas de los ríos Turía y Cabreria guarda el Museo de los Molinos de Mazonovo, el más grande de España dedicado a ellos. Pero legado de épocas pasadas también es Os Teixois, uno de los conjuntos etnográficos más antiguos de Asturias. Una ferrería del siglo XVIII en un marco de cuento que muestra diversos ingenios hidráulicos movidos por la energía inagotable del agua: mazo, molino, batán e incluso una rudimentaria central eléctrica.
RIBADAVIA
No se puede entender la historia de Ribadavia sin el Ribeiro y tampoco la de este apreciado vino gallego sin su íntima relación con la historia de esta villa ourensana. En el fondo de un pintoresco valle, este pueblo guarda una serie de interesantes monumentos, entre ellos las ruinas del castillo medieval de los condes de Ribadavia, las iglesias románicas de Santa María de Oliveira, San Juan y Santiago, la gótica de Santo Domingo, además de una importante judería, que llegó a ser la más poblada de toda Galicia. Para acercarse a su patrimonio etnológico hay que visitar alguno de los escalonados socalcos (viñedos en terrazas) y el Museo do Viño de Galicia.
SAN ESTEBAN DE PRAVIA
La ría del Nalón, el primer y único puerto carbonero de España, una ruta de miradores espectacular y un bello conjunto de arquitectura indiana. Así se puede resumir esta encantadora villa marinera del concejo asturiano de Muros de Nalón y próxima a la desembocadura de este río en el Cantábrico. Sus restauradas grúas y sus cargaderos son hoy testimonio de su pasada actividad minera, de su aire cosmopolita que atrajo a artistas como Rubén Darío sus edificios de ultramar y luego están sus vistas, que se disfrutan especialmente desde la ruta que parte de la capilla del Espíritu Santo y conduce hasta la playa del Aguilar.
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VALDEGOVÍA
Hasta 30 pequeñas aldeas forman este municipio próximo a Burgos que tiene en su naturaleza espectacular y en sus paisajes uno de sus grandes atractivos, con el Parque Natural de Valderejo como mejor ejemplo. Para descubrir también la imponente torre-palacio de los Varona de Villanañe o la iglesia románica de Tuesta, entre su patrimonio cultural, las cuevas eremíticas, los vestigios prehistóricos.
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