Hay un puñado de calles en el barrio de Chamberí que huelen a horno de carbón y a masa recién fermentada, a pesto a la genovese, a mortadella trufada y a lascas de parmesano. Solo que, a diferencia del célebre barrio neoyorquino, el Little Italy madrileño no tiene una delimitación tan concreta, ni una afluencia masiva de turistas, ni mucho menos un origen marginal. Lo que les une es su esencia, prácticamente la misma: la de ser una zona frecuentada originalmente por migrantes italianos que, con el paso de los años, ha ido atrayendo a interesantes restaurantes, trattorias, pizzerías y hasta tiendas gourmet con algunos de los mejores referentes de la despensa italiana en la capital.
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Para entender el por qué de su existencia, hay que remontarse hasta los años 40, cuando abrió sus puertas la Scuola Italiana di Madrid (Agustín de Betancourt, 1), un lugar que se convirtió en algo así como el primer reducto de libertad y sin censura de la España de la época. Hoy día, el panorama es muy diferente, pero la presencia de la scuola en ese mismo lugar y el constante trasiego de estudiantes italianos (incapaces de renunciar a los sabores de la cucina della mamma) ha ido atrayendo como un imán a nuevos y sabrosos inquilinos a lo largo de los años.
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Por acotar un poco y situarlo en el mapa, este particular Little Italy cañí se localiza en los alrededores de la calle Ríos Rosas y General Martínez Campos. Aunque, ya puestos, lo ideal es ir un poco más allá y llegar hasta la plaza de Olavide e incluso dar el salto hasta el mercado de Vallehermoso, escondite de un nuevo rincón italiano. Comienza la ruta.
MERCATO ITALIANO (Ríos Rosas, 50)
Desde Sicilia, Milán o Sorrento llegan semanalmente hasta este rincón delicatessen de Chamberí los quesos (burrata, mozzarella) y embutidos (porchetta, bresaola). A diario, de su obrador sale pan recién hecho de masa madre, pizza al taglio y la genuina focaccia genovese, entre platos de pasta preparados (parmigiana, caponata, lasagna…) a diario para tomar allí o llevar a casa. También tienen vinos para que la comida sea redonda. Y galletas del Mulino Bianco, agua San Pellegrino, aceto balsámico di Módena… ¿Hambre? Id haciendo pedido, porque tienen tienda oline.
LA GELATERIA ITALIANA (Ríos Rosas, 52)
Es una de las recién llegadas al barrio y viene precisamente de la mano del Mercato Italiano. La opción perfecta para poner un broche dulce a una comilona de pasta fresca con helados artesanos. Si no preferís tomar el helado fuera del local, sabed que también sirven a domicilio en toda la ciudad.
IL PASTAIO (Ríos Rosas, 49)
Muchos italianos coinciden en recomendar este restaurante, y eso ya es un síntoma de autenticidad. De aspecto modesto, lleva más de 20 años elaborando pasta fresca en su propio obrador, lo que garantiza esa frescura al máximo. Pero además de la pasta, hay otro ingrediente por el que este local gusta a la comunidad italiana y madrileña: la trufa, en su caso procedente de la región central de Umbría, un imprescindible de sus platos y, en especial, del tagliatelle al tartufo. ¿Que si tienen para llevar? Se ha hecho fuertes en el barrio y junto al restaurante cuentan con varias tiendas gourmet (Ríos Rosas, 39 y Santa Engracia, 36) con platos preparados y otros ingredientes para llevar a casa, incluida la pasta fresca.
MERCATO BALLARÓ (Santa Engracia, 24)
Ponemos rumbo a Sicilia (sin salir de la capital) y entramos de lleno en uno de los grandes representantes de la cocina marinera del sur de Italia. Si queréis disfrutarla en profundidad, subid a la planta superior, algo más formal con mesas vestidas de mantel; si pretendéis algo más casual, la planta baja, con mesas altas y una carta muy para compartir inspirada en el recetario tradicional siciliano. Caponata (berenjena) con burrata, Calamaretti (chipirones) ripieni alla Liparese o Cozze (mejillones) alla Palermitana, ideales para empezar a salivar.
FORNERÍA BALLARÓ (Santa Engracia, 90)
Si comparten apellido, no hace falta más señas. El hermano pequeño del mercato apuesta por la cocina en horno de leña, todo un símbolo de la gastronomía italiana, donde las pizzas son las protagonistas de su carta, con una particularidad que las hace originales: ovaladas y servidas sobre tablas de madera. Entre los platos, sobresale la buena materia prima y la creatividad, mucho menos canónica que en su hermano mayor: Ensalada de pulpo con mango y pepino encurtido o croquetas de patata con sobrasada calabresa picante y queso feta son dos buenos ejemplos.
TRATTORIA MANZONI (Bretón de los Herreros, 13)
Más pizza, de masa fina y crujiente, hecha en horno de leña y de nuevo con una forma poco canónica (ovalada), similar a la de las pinsas (sí, pinsas) romanas, pero con un sabor molto buono. Se nota la mano de su casa madre, Lisanderella (herededo del clásico Don Lisander, el que fuera un referente entre los restaurantes italianos de Madrid) y el lugar, acogedor, incluso con un puntito romántico, que lo hace aún más apetecible.
FRATELLI FIGURATO (Alonso Cano, 37)
Los hermanos Figurato llegaron al barrio hace poco más de tres años, tiempo más que suficiente para hacerse con el título a la mejor pizzería artesana de España, y décima de toda Europa, según la lista 50 Top Pizza (la guía que recoge las mejores pizzerías de Italia y resto del mundo). La suya es napolitana 100%, y eso significa masa tierna y delgada de bordes gruesos y esponjosos. ¿El secreto de la suya? Seguro que lo adivinas: la masa, en su caso trabajada a mano, con una fermentación de 48 horas y a temperatura controlada, lo que las hace, además de sabrosas, mucho más digestivas. ¿Una recomendación? Cualquiera, desde la Margherita a la de calabaza y panceta. Y tienen servicio a domicilio.
A VÁNVERA TRATTORIA (Zurbano, 85)
Este restaurante sabe a tradición, a la del norte de Italia, y más concretamente a la de la región de Emilia Romagna (Bolonia, entre Milán y Florencia). No solo por la influencia de la despensa de esta zona de Italia, sino por la amistad de su chef, Luigi Bertaccini con Andrea Tumbarello, uno de los grandes referentes de la cocina italiana en Madrid y un maestro de la trufa en sus platos. En A Vánvera encontramos recetas clásicas con guiños a algunos de los platos más emblemáticos de la región, como la lasagna de boletus y, obviamente, todos aquellos que incluyan la trufa como ingrediente principal. No sorprende que el más solicitado sea el Tagliatelle trufado.
ROSSO CALABRIA (mercado de Chamberí)
Imposible no incluir un puesto del mercado, una tendencia que en Madrid lleva pegando fuerte ya varios años y que continúa imparable su ascenso en el mundo del buen comer. Rosso Calabria es uno de los últimos en llegar al Mercado de Chamberí con su propuesta de cocina íntegramente calabresa, o lo que es lo mismo, la que procede de la mismísima punta de la bota de Italia. Una tienda de productos gourmet recién traídos desde la región para llevar a casa (quesos, embutidos, conservas, mermeladas, aceites, vinos…) y, cómo no, platos de pasta fresca preparada. Si queréis probar, pasad los jueves porque es el día del aperitivo a la italiana: copa de vino con aperitivo.
DA GIUSEPPINA (Trafalgar, 17)
Tampoco podía faltar en esta ruta una trattoria que se ha convertido por derecho propio en uno de los referentes imprescindibles de la cocina italiana tradicional, regada con una bodega de vinos transalpinos que la hace aún más deseada. Y todo sin salir de la plaza de Olavide, corazón del barrio de Chamberí.
LAURICCA (Trafalgar, 5)
Y si os quedáis con ganas de más al salir de la trattoria, entrad en esta minúscula tienda de productos gourmet al más puro estilo de un ultramarinos procedentes del país mediterráneo. Todo tipo de pastas secas y frescas, quesos, embutidos, cervezas, vinos, salsas… una bendición para los italianos de Madrid, y para los madrileños que no podemos viajar a Italia por ahora. ¿Su artífice? El mismo de Da Giussepina y de Marcoledí.
MARCOLEDÍ (Trafalgar, 5)
Es uno de los recién llegados y sus pizzas napolitanas ya figuran entre las mejores de la capital. Masa fina y crujiente, de larga fermentación y masa madre, con ingredientes autóctonos traídos desde la bella Italia. A elegir entre la Napolitana, La vaca che ride, la Caminetto…. son tan ligeras y sabrosas, que no podréis probar solo una.
ZÚCCARU (Palafox, 20)
El broche dulce lo ponemos en esta heladería típica italiana, más concretamente siciliana. Cien por cien artesanal, sin colorantes artificiales para alterar las tonalidades naturales de los ingredientes frescos que utilizan, leche de granja ecológica y fruta fresca siempre de temporada. Apenas llevan tres años en la ciudad, y no hay italiano (ni madrileño adicto a los buenos helados) que no sepa que aquí se prepara uno de los mejores brioches con gelato de la ciudad. Y cannolos con ricotta, y granita, y la fogliatella napoletana…
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