panoramcia nocturna dalt vila ibiza© Gonzalo Azumendi

IBIZA

Dalt Vila, un laberinto medieval para perderte y telón de fondo en Masterchef

Elevado sobre un promontorio que corona la ciudad, el casco viejo de la capital es un recinto amurallado que conserva como pocos todo el sabor medieval. Un paseo por este evocador laberinto de calles blancas que conducen a la catedral, declarado Patrimonio de la Humanidad, nos devuelve a la Ibiza más auténtica.


Actualizado 4 de marzo de 2021 - 11:41 CET

En Dalt Vila nació la ciudad de Ibiza, la que da nombre a la isla, su capital. Pocas ciudades del Mediterráneo conservan en su núcleo histórico semejante atmósfera intemporal. Puede que cambien los restaurantes, que broten las galerías de arte, que muden de piel las boutiques... sus arcos de piedra, sus fachadas encaladas y su pulido empedrado es una imagen eterna. Como una isla dentro de otra isla abrochada por un recinto amurallado.

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El casco viejo de la ciudad es un recinto amurallado que conserva todo su sabor medieval.

Dalt Vila, que es el resultado de una superposición de culturas (púnicos, romanos, bizantinos, árabes, aragoneses, catalanes…) fue fortificada por Felipe II para proteger la isla de los ataques piratas del siglo XVI. Hoy asomarse al mar desde sus murallas renacentistas, perfectamente conservadas y que llegan a alcanzar los 25 metros de altura, es retrotraerse a aquellos tiempos.

EL ITINERARIO

A la altiva ciudadela podemos entrar desde diversos puntos (portal Nou, portal Sant Joan…), aunque lo mejor es hacerlo desde Ses Taules, al que se accede por la plaza del Mercat a través de una rampa empinada. Comienza entonces el laberinto de calles blancas y muros carcomidos, las cuestas que se aúpan y descienden para dejar ver el puerto abajo, las casas señoriales, los zaguanes frescos, los rincones con encanto. Aunque lo más recomendable es deambular sin plano ni guía, siempre deberemos seguir en dirección a la parte alta, ejercitando las piernas.

© Gonzalo Azumendi

Su núcleo histórico de calles empedradas, cuestas, casas blancas con pequeños restaurantes y tiendas de artesanía conservan el encanto de la Ibiza más auténtica.

La plaza de Vila, con sus restaurantes y tiendas de artesanía, irrumpe tras la entrada para de ahí dar lugar, a través de la calle de Sa Carrosa, al baluarte de Santa Llúcia, la torre de defensa más amplia del conjunto. En este espacio, la panorámica sobre la bahía resulta espectacular, como también lo son las vistas que podemos contemplar desde los seis restantes baluartes: el de Sant Joan, con ensanche urbano; el de Sant Jaume, con el Puig des Molins; el de Sant Bernat, con Formentera de fondo...

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Restaurantes en la zona de Dalt Vila.

UN POCO DE ARTE

A pocos pasos queda el Museo de Arte Contemporáneo (eivissa.es/mace), especialmente interesante para quienes quieran conocer la creación plástica vinculada a Ibiza desde 1959. Es, junto con el Museo Arqueológico (caib.es) – repartido en dos sedes, una de ellas en Dalt Vila y la otra en la necrópolis púnica de Puig des Molins–, la parte destacada del catálogo artístico, aunque no habría que saltarse el desconocido Museo Puget (Major, 18), en una casa gótica del siglo XV, con una bonita colección pictórica sobre la Ibiza rural.

LA PLAZA DE LA CATEDRAL

Pero conviene seguir ascendiendo al paso de joyas como el antiguo convento de los dominicos, hoy sede del Ayuntamiento; el Seminario, un reducto de arte musulmán; o las casonas que sorprenden detrás de cada esquina. Así se llega al punto más elevado, donde descansa el conjunto monumental de la catedral, la Almudaina, el Palacio Episcopal y el citado Museo Arqueológico. La primera, un sobrio edificio del siglo XIII dedicado a Santa María de las Nieves. La segunda, un castillo imponente, destaca desde el mar como un lugar impenetrable.

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Catedral de Santa María de las Nieves situada en el punto más alto de Dalt Vila y todo un símbolo de la isla.

Después todo será volver a perderse, vagar de baluarte en baluarte, seguir el trazado de las murallas sobre los animados barrios de La Marina y Sa Penya. Y aunque cualquier hora es buena para escudriñar este entramado, tanto mejor será hacerlo por la mañana, cuando Ibiza duerme su resaca envuelta en silencio y soledad.

Y FUERA DE LAS MURALLAS

Están las playas cercanas, la de Talamanca, la más grande del municipio, y la de Ses Figueretes, larga y flanqueada de hoteles. Al sur destaca Playa d’en Bossa, con sus bares, discotecas y diversión. Y un sitio ideal para disfrutar, ver y dejarse ver es el puerto deportivo de Marina Ibiza, de lo más lujoso y exclusivo, con una oferta gastronómica única, una zona comercial de lujo y un perfecto lugar para disfrutar de espectaculares atardeceres.

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Fuera delas murallas se vive otra Ibiza de hoteles de lujo y beach clubs en la playa.

TIENES QUE SABER

Solo los residentes (y algunos autobuses) pueden circular sobre ruedas por Dalt Vila. Y a algunas callejuelas únicamente se accede caminando.

LUGARES PARA DORMIR

Un exclusivo cinco estrellas es el Hotel Mirador de Dalt Vila (hotelmiradoribiza.com), un exclusivo cinco estrellas, en pleno corazón de la ciudadela y flanqueado por las murallas históricas, que combina tradición y modernidad en lo que fuera un palacete del siglo XIX. Intramuros y en lo más alto del skyline ibicenco, y con una panorámica maravillosa desde sus habitaciones, La Torre del Canónigo (latorredelcanonigo.com).

PARA REPONER FUERZAS

Con unas vistas privilegiadas a Dalt Vila, en el restaurante Roto (roto.club) de Marina Ibiza, donde los participantes en Masterchef Celebrity han elaborado un menú basado en la cocina tradicional con productos ibicencos. También resulta muy agradable comer en La Torreta (latorretaibiza.com) ofrece platos creativos de inspiración mediterránea. Y en La Oliva (laolivaibiza.com) se sirve una exquisita cocina con ciertos toques asiáticos.

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