En Dalt Vila nació la ciudad de Ibiza, la que da nombre a la isla, su capital. Pocas ciudades del Mediterráneo conservan en su núcleo histórico semejante atmósfera intemporal. Puede que cambien los restaurantes, que broten las galerías de arte, que muden de piel las boutiques... sus arcos de piedra, sus fachadas encaladas y su pulido empedrado es una imagen eterna. Como una isla dentro de otra isla abrochada por un recinto amurallado.
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Dalt Vila, que es el resultado de una superposición de culturas (púnicos, romanos, bizantinos, árabes, aragoneses, catalanes…) fue fortificada por Felipe II para proteger la isla de los ataques piratas del siglo XVI. Hoy asomarse al mar desde sus murallas renacentistas, perfectamente conservadas y que llegan a alcanzar los 25 metros de altura, es retrotraerse a aquellos tiempos.
EL ITINERARIO
A la altiva ciudadela podemos entrar desde diversos puntos (portal Nou, portal Sant Joan…), aunque lo mejor es hacerlo desde Ses Taules, al que se accede por la plaza del Mercat a través de una rampa empinada. Comienza entonces el laberinto de calles blancas y muros carcomidos, las cuestas que se aúpan y descienden para dejar ver el puerto abajo, las casas señoriales, los zaguanes frescos, los rincones con encanto. Aunque lo más recomendable es deambular sin plano ni guía, siempre deberemos seguir en dirección a la parte alta, ejercitando las piernas.
La plaza de Vila, con sus restaurantes y tiendas de artesanía, irrumpe tras la entrada para de ahí dar lugar, a través de la calle de Sa Carrosa, al baluarte de Santa Llúcia, la torre de defensa más amplia del conjunto. En este espacio, la panorámica sobre la bahía resulta espectacular, como también lo son las vistas que podemos contemplar desde los seis restantes baluartes: el de Sant Joan, con ensanche urbano; el de Sant Jaume, con el Puig des Molins; el de Sant Bernat, con Formentera de fondo...
UN POCO DE ARTE
A pocos pasos queda el Museo de Arte Contemporáneo (eivissa.es/mace), especialmente interesante para quienes quieran conocer la creación plástica vinculada a Ibiza desde 1959. Es, junto con el Museo Arqueológico (caib.es) – repartido en dos sedes, una de ellas en Dalt Vila y la otra en la necrópolis púnica de Puig des Molins–, la parte destacada del catálogo artístico, aunque no habría que saltarse el desconocido Museo Puget (Major, 18), en una casa gótica del siglo XV, con una bonita colección pictórica sobre la Ibiza rural.
LA PLAZA DE LA CATEDRAL
Pero conviene seguir ascendiendo al paso de joyas como el antiguo convento de los dominicos, hoy sede del Ayuntamiento; el Seminario, un reducto de arte musulmán; o las casonas que sorprenden detrás de cada esquina. Así se llega al punto más elevado, donde descansa el conjunto monumental de la catedral, la Almudaina, el Palacio Episcopal y el citado Museo Arqueológico. La primera, un sobrio edificio del siglo XIII dedicado a Santa María de las Nieves. La segunda, un castillo imponente, destaca desde el mar como un lugar impenetrable.
Después todo será volver a perderse, vagar de baluarte en baluarte, seguir el trazado de las murallas sobre los animados barrios de La Marina y Sa Penya. Y aunque cualquier hora es buena para escudriñar este entramado, tanto mejor será hacerlo por la mañana, cuando Ibiza duerme su resaca envuelta en silencio y soledad.
Y FUERA DE LAS MURALLAS
Están las playas cercanas, la de Talamanca, la más grande del municipio, y la de Ses Figueretes, larga y flanqueada de hoteles. Al sur destaca Playa d’en Bossa, con sus bares, discotecas y diversión. Y un sitio ideal para disfrutar, ver y dejarse ver es el puerto deportivo de Marina Ibiza, de lo más lujoso y exclusivo, con una oferta gastronómica única, una zona comercial de lujo y un perfecto lugar para disfrutar de espectaculares atardeceres.
TIENES QUE SABER
Solo los residentes (y algunos autobuses) pueden circular sobre ruedas por Dalt Vila. Y a algunas callejuelas únicamente se accede caminando.
LUGARES PARA DORMIR
Un exclusivo cinco estrellas es el Hotel Mirador de Dalt Vila (hotelmiradoribiza.com), un exclusivo cinco estrellas, en pleno corazón de la ciudadela y flanqueado por las murallas históricas, que combina tradición y modernidad en lo que fuera un palacete del siglo XIX. Intramuros y en lo más alto del skyline ibicenco, y con una panorámica maravillosa desde sus habitaciones, La Torre del Canónigo (latorredelcanonigo.com).
PARA REPONER FUERZAS
Con unas vistas privilegiadas a Dalt Vila, en el restaurante Roto (roto.club) de Marina Ibiza, donde los participantes en Masterchef Celebrity han elaborado un menú basado en la cocina tradicional con productos ibicencos. También resulta muy agradable comer en La Torreta (latorretaibiza.com) ofrece platos creativos de inspiración mediterránea. Y en La Oliva (laolivaibiza.com) se sirve una exquisita cocina con ciertos toques asiáticos.
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