A este mágico y escondido rincón del Pirineo aragonés se puede acceder por distintos senderos, adaptados a la distinta condición física de cada uno. Todos ellos comienzan en el aparcamiento de Añisclo, también llamado de Ereta de Biés o de San Úrbez, y presentan un primer tramo común, en el que hay que cruzar el vertiginoso puente de San Úrbez, que salva el profundo estrecho por el que discurre el impetuoso río Bellós. Muy cerca está la ermita rupestre dedicada a este santo pastor y venerado ermitaño que vivió en este apartado lugar allá por el siglo VIII.
EL SENDERO MÁS SENCILLO: EL CIRCUITO DE SAN ÚRBEZ
Son 45 minutos caminando y con un desnivel escaso. Al llegar a la fuente de San Úrbez hay que tomar el sendero que, entre un tupido matorral de boj y avellanos, desciende hasta un puente metálico que salva las aguas del Bellós. La ruta continúa internándose por el valle del río Asó, que se descuelga en una sucesión de imponentes cascadas. Ya solo quedaría ascender hacia la carretera, pasando por varios miradores inolvidables y regresar hasta el aparcamiento de salida.
PARA ANDARINES: EL CIRCUITO DE LA RIPARETA
Está indicado para andarines con cierta preparación física y que estén acostumbrados a la media montaña. De camino a este paraje que alcanza los 1405 metros de altura, una sucesión de rincones repletos de biodiversidad, con la flora y la fauna pirenaica más variada y una interminable sucesión de cascadas y pozas. Además del fuerte impacto visual, la zona tiene un gran valor geológico, ya que en su relieve se combinan como en muy pocos lugares el modelado glaciar con las típicas formas de origen kárstico.
Desde La Ripareta es posible divisar alguna de las cumbres que dan forma al Monte Perdido, el macizo calcáreo más elevado de Europa y desde donde se descuelga el Cañón de Añisclo. Aunque la ruta continúa hasta Fuente Blanca, lo mejor es regresar por el mismo camino hasta el punto de partida. Para superar el desnivel de 440 metros de esta ruta hay que calcular unas tres horas de ida y algo menos de vuelta.
EL MEJOR MIRADOR SOBRE EL CAÑÓN
No muy lejos del aparcamiento donde arrancan los senderos está el mirador de Vió, también llamado del Cañón de Añisclo, desde el que se divisa la mejor panorámica de esta inmensa grieta de 25 kilómetros de longitud abierta en unas montañas que la Unesco ha incluido en su lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad.
MÁS PARA VER EN EL PARQUE NACIONAL
Otros lugares imprescindibles en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido son la ruta hasta la cascada Cola de Caballo, en el valle de Ordesa, las vistas del Monte Perdido desde el valle de Pineta y los miradores de Revilla, en la garganta de Escuaín.
LUGARES PARA EL DESCANSO
En Nerín, en el hotel Palazio (hotelpalazio.com), un acogedor y cálido hotel de montaña en plena naturaleza, a menos de 15 kilómetros del cañón, y con unas privilegiadas vistas de las cumbres pirenaicas. Alojarse en el Parador de Bielsa (parador.es), en el valle de Pineta, a los pies de la mole rocosa del Monte Perdido, permite sentir con toda su fuerza el latido de la montaña.
PARA REPONER FUERZAS
O´Cado (tel. 974 50 50 13), en Puyarruego, es el restaurante más cercano al cañón y está especializado en comida casera con los más típicos productos de la comarca oscense del Sobrarbe. A menos de cuatro kilómetros del aparcamiento de Añisclo, en Buesa, está el Balcón del Pirineo (restaurante.balcondelpirineo.com), que además de las privilegiadas panorámicas que anuncia su nombre, está especializado en las mejores carnes, hongos, quesos y embutidos del alto Aragón.
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