Durante siglos y hasta nuestros días, el lobo ha sido considerado como un enemigo por los habitantes del mundo rural, en especial por los ganaderos. Pero por esas cosas que tiene el desarrollo sostenible y la concienciación ecológica, el feroz rival se ha convertido en un fiel aliado. Y para prueba, la experiencia que podemos vivir en primera persona en la sierra de la Culebra, pues este aislado territorio zamorano es un enclave único para disfrutar de la observación de estos míticos animales, como proponen las empresas especializadas Llobu (llobu.es) y Lobisome Naturaleza (lobisomenaturaleza.es).
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PUEBLA DE SANABRIA
Una de las mejores entradas a la sierra de la Culebra es Puebla de Sanabria, histórica localidad y cruce de caminos que cuenta con un denso patrimonio para ir descubriendo callejeando por sus empedradas rúas, cuajadas de casonas señoriales. Entre los lugares que tenemos que visitar están la iglesia de Nuestra Señora del Azogue, el castillo de los condes de Benavente y el Museo de Gigantes y Cabezudos.
CENTRO DEL LOBO IBÉRICO
Desde Puebla de Sanabria tomaremos la estrecha carretera que se interna en la sierra y enfila hacia Robledo. Aquí, además de un recuperado lagar de cera, testimonio de una secular actividad tradicional, se encuentra el Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León (centrodellobo.es), que recrea en su cuidada arquitectura los cortellos, esos tradicionales recintos levantados en piedra que servían de trampa para los lobos. Aunque lo verdaderamente único de este interesante enclave didáctico se encuentra en los extensos recintos exteriores en los que viven en semilibertad dos manadas de lobos ibéricos rodeados de vegetación natural. Distintas sendas peatonales permiten llegar a tres observatorios elevados en los que se puede disfrutar de la presencia de los lobos sin causarles apenas molestias. Los ejemplares de Robledo son animales nacidos en cautividad o rescatados del medio natural y que no pueden ser reintroducidos en la naturaleza.
POR LA RAYA ENTRE ESPAÑA Y PORTUGAL
Antes de la aldea de Ungilde, la carretera que enfila hacia la frontera con Portugal es un entretenido sube y baja que atraviesa pinares, amplias extensiones cubiertas de brezo y rodales en los que crecen rebollos y llamativos castaños centenarios. Y en cuyo recorrido hay que circular con precaución, debido a la abundancia de ciervos, corzos y jabalíes que de vez en cuando se cruzan en el camino. De pronto y en el fondo de un pintoresco vallejo aparece el pueblo partido en dos por la frontera entre España y Portugal: el zamorano Rihonor de Castilla y el luso Rio de Onor, separados por el suave discurrir del río Fontano. Sus habitantes siguen hablando un dialecto local, entreverado de español y portugués.
HACIA VILLARDECIERVOS
De regreso a Puebla de Sanabria no es mala idea dirigirnos hacia las tres localidades que marcan el límite occidental de la sierra de la Culebra: Lobeznos, Pedralba de la Pradería y Calabor. En esta última, famosa por las aguas medicinales de un balneario que ya era utilizado por los romanos, se descubre un bien conservado conjunto de arquitectura popular.
Por la N-525, que discurre por las orillas del embalse de Valparaíso, en el que se retienen las aguas del río Tera, llegaremos a Villardeciervos. Emplazado a los pies de la Peña del Castro, destaca por sus nobles casonas de cuidada sillería rojiza –no hay que perderse la Casa de los Siete Balcones o la de la Inquisición– y por las construcciones de sabor popular, como sus artísticas fuentes de piedra. También llaman la atención las mirillas en los muros –recuerdo del pasado contrabandista–, las artísticas cerraduras y los bien trabajados portones de madera. Un buen recuerdo de la localidad es llevarse a casa una caja de sus afamados almendrados.
Haciendo honor a su topónimo, los alrededores de Villardeciervos son ideales para observar los abundantes ciervos que viven en la zona. Precisamente por la carretera que conduce a Ferreras de Arriba se alcanza el observatorio de fauna de La Pedrizona. En este entorno abundan los molinos harineros a orillas del río Castrón, algunos en funcionamiento, y los circulares corrales para el ganado, especialmente concebidos para proteger a las ovejas de los ataques del lobo.
TÁBARA, FIN DE LA RUTA
Para finalizar este recorrido serrano, nada mejor que acercarnos hasta Tábara, una bien conservada localidad, patria chica del poeta León Felipe, que destila historia por sus cuatro costados. Entre su patrimonio monumental destaca la torre románica de su iglesia que, además, señala el lugar donde estuvo situado el célebre monasterio de San Salvador, fundado por san Froilán a finales del siglo IX, y el palacio del marqués de Tábara, con su fachada plateresca.
PARA EL DESCANSO
En Puebla de Sanabria, en el Parador de Puebla de Sanabria (parador.es), un clásico en la parte baja de la villa. Recomendable para los viajeros deseosos de la tranquilidad más absoluta. También recomendable en la misma localidad, La Pascasia (lapascasia.com), una Posada Real de cuidada estética que combina elementos tradicionales con los lujos y comodidades más contemporáneos.
PARA REPONER FUERZAS
Un clásico de Puebla de Sanabria es el Mesón Abelardo (restaurantesanabria.es), donde probar su afamado pulpo a la sanabresa y su excelente cocina de proximidad. Las vistas desde su terraza son un lujo. En plena plaza Mayor, en La Posada de la Puebla (laposadadelavilla.com) se disfruta de los sabores tradicionales de la comarca, entre ellos de los platos de caza y de las setas.
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