No hay mejor mirador del entorno que el castillo de Segura de la Sierra. Inexpugnable y altivo, sobre un roquedal, lo levantaron los almohades sobre los restos de una atalaya de época romana. Luego los cristianos se hicieron con él a mediados del siglo XIII y desde ese instante constituyó una marca, una frontera, un territorio mítico por el que batallar. Así lo creía Rodrigo de Manrique, que, además de padre del poeta Jorge Manrique, fue comendador de Segura. Hoy, restaurado, acoge un centro de interpretación cuya visita recorre su torre del homenaje, el patio de armas, la sala de los baños árabes, la sala de la familia Manrique, la capilla, el aljibe, el refectorio o el adarve (entrada: 4 €).
LOS MONUMENTOS
A los pies de la fortaleza queda el pueblo, que iremos descubriendo sin prisa paseando por sus empinadas calles, a las que van asomando un puñado de monumentos interesantes. El primero es el noble edificio renacentista de su ayuntamiento, que ocupa la antigua casa de la Compañía de Jesús; un poco más allá, la iglesia de Santa María del Collado, del siglo XVI que destaca por su torre cuadrada y las imágenes de estilo gótico que cobija en su interior. Junto a ella brotan los caños de una fuente imperial, plateresca, rematada con el escudo de Carlos V. Y también la iglesia de los jesuitas, su curiosa plaza de toros cuadrada y algunos restos de las murallas y defensas de la localidad, como la torre del Agua.
LOS BAÑOS ÁRABES
Descendiendo llegaremos al barrio bajo donde abren sus puertas los baños árabes, los únicos, además de los de los sótanos del Palacio de Villardompardo de la capital, que se conservan en la provincia de Jaén. Bajo cubiertas con bóvedas de medio cañón y claraboyas están sus diferentes salas: fría, templada y caliente.
LA CASA DE JORGE MANRIQUE
En la plaza de la Encomienda, en el barrio viejo, se levanta la casa del autor de Coplas a la muerte de mi padre, en la que vivió el poeta en el siglo XV. En ella escribió aquellos versos y otros dedicados a su esposa. Pero esta villa jienense también fue lugar de inspiración para Francisco de Quevedo, del que las malas lenguas aseguran que se amancebó con una joven de ojos negros y mirada penetrante a la que le dedicó algunos de sus encendidos poemas amorosos.
EXCURSIÓN A EL YELMO
La excursión que nadie se pierde en el entorno de Segura de la Sierra es la que lleva a la cumbre de esta montaña mágica y aislada en el corazón de la sierra, cuya cima no es solo uno de los miradores más bellos del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, también es, desde hace décadas, lugar de encuentro para los aficionados al parapente u otros deportes del aire. Una carretera bien señalizada –primero asfaltada y luego pista forestal– parte de la misma villa de Segura de Sierra.
Otra ruta es la que acompaña a las aguas del río Madera, cuyas orillas son un delicioso paseo que conduce a algunas de las aldeas más apartadas y encantadoras de la sierra. Cerca de allí está el paraje de Las Acebeas, un área de reserva que es posible recorrer a pie o en bicicleta de montaña. Las Acebeas acaban en la cima de otra montaña desde donde se divisa El Yelmo, hermana mayor de toda la Sierra de Segura.
LUGARES PARA EL DESCANSO
Desde el conjunto de casitas encaladas que conforma Los Huertos del Segura (loshuertosdesegura.com), en la calle más alta del municipio, las vistas son impagables, como también el trato de sus anfitriones. También auténticas las seis casas del Cortijo del Cura (cortijodelcura.com), con capacidades de 2 a 8 plazas. Y elegantes y llenas de detalles, las habitaciones del Cortijo de Ramón (cortijoderamon.com).
A MESA PUESTA
El cordero segureño tienen denominación de origen y para degustarlo, un buen lugar es La Mesa Segureña (lamesadesegura.com), un delicioso segundo plato en una cocina noble, recia, rural y llena de sabor popular. También interesante la apuesta gastronómica del Cortijo de Ramón (cortijoderamon.com), basada en las recetas tradicionales de la zona.
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