panoramica gijon© Francisco Martín

Un día en Roma sin salir de Gijón

Por la ciudad y sus alrededores, tres yacimientos arqueológicos nos permiten viajar 2000 años atrás en el tiempo en esta ciudad asturiana: un castro litoral, unas termas públicas y una villa de campo señorial. Impresionan sus murallas, mosaicos y piscinas, pero lo que pasma son las vistas sobre acantilados, playas y prados verdes a rabiar.


Actualizado 19 de octubre de 2020 - 17:55 CEST

Esta preciosa ruta nos descubre un insospechado Gijón romano, de opulentas villas señoriales con salones forrados de mosaicos, de aras dedicadas a César Augusto y de termas públicas con potentes hornos e hipocaustos donde señores y esclavos sudaban la gota gorda en la fresca Asturias. Estas son sus paradas:

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YACIMIENTO DE CAMPA TORRES

El recorrido (y la historia de Gijón) comienza en el yacimiento arqueológico de la Campa Torres, en el cabo homónimo, a siete kilómetros al oeste de la ciudad. Allí, en lo más alto, está el foso, el contrafoso y la muralla del castro de Noega, donde vivían desde el siglo VI a. C. los cilúrnigos, uno de los 22 pueblos astures. Con sol, desde el castro se domina un panorama bárbaro de la ciudad de Gijón, así como de las playas de Xivares, Perlora y Candás. Con niebla, un ejército fantasmal de barcos y grúas, los del puerto de El Musel.

© Franciscso Martín

Museo del Parque Arqueológico de la Campa Torres.

Más parecida a un campo de golf, la verde campa que alfombra el cabo Torres cuenta con un agradable paseo de 1,5 kilómetros, bien señalizado con paneles informativos, que conduce desde el castro hasta la punta acantilada y el faro de 1923, pasando por el museo, donde podemos leer la inscripción del ara que le dedicaron a Augusto a principios del siglo I, poco después de someter a los astures. Al lado del museo (cierra los lunes) hay dos casitas que ilustran cómo se vivía entonces en esta esquina del Imperio: una astur (circular, con techo vegetal, como un chozu pastoril) y otra romana (cuadrada, de piedra, hecha para durar eternamente).

Escultura de Augusto.

TERMAS DE CAMPO VALDÉS

El castro de Noega está en un sitio fantástico, ideal para pasear y hacer fotos. Pero, por las razones que fueran, los romanos se mudaron a comienzos del siglo II a Gegio o Gigio, el segundo Gijón, y de aquel primero no quedó casi ni rastro. En Cimadevilla, el casco antiguo de Gijón, y junto a la playa de San Lorenzo, que domina una estatua de Augusto, se descubren estas termas de Campo Valdés, unos baños públicos considerables, del tipo pompeyano-campano, en los que no faltaba de nada: apodyterium (vestuario), frigidarium (sala fría), tepidarium (sala templada), alveus (piscina de agua caliente)… y, lo más curioso, el sudatio, la sala de sudoración, de planta circular.

© Gonzalo Azumendi

Sala de sudoración de las termas de Campo Valdés.

A finales del siglo IV o principios del V, las termas perdieron su función original y posteriormente fueron usadas como basurero, vivienda, lugar de culto y necrópolis.

VILLA ROMANA DE VERANES

También tenía sus buenos baños esta villa de Veranes, una casa señorial campestre del siglo IV que hoy es una ruina apartada (en la parroquia de Cenero, a 13 kilómetros del centro de Gijón) y poco visitada, mucho menos de lo que se merece, porque todo en ella y alrededor de ella es espectacular: el edificio de recepción, el itinerario que rodea el yacimiento, el triclinio o comedor rematado en ábside, la magna sala de representación pavimentada con un mosaico polícromo, donde el señor, un tal Veranius, recibiría a las visitas, y el paisaje, prados verdes y jugosos que son el paraíso de les vaques.

© Francisco Martín

Vista aérea de la villa romana de Veranes, a 13 kilómetros del centro de Gijón.

Los yacimientos se pueden visitar todos los días, excepto los lunes. La visita (museos.gijon.es) a cada uno de ellos cuesta 2,50 € (domingo, gratis). Se puede adquirir un bono para visitar los tres por 3 €.

Y COMO COLOFÓN… LAS MURALLAS ROMANAS

Su tramo mejor conservado se observa desde la plaza de Jovellanos, a 200 metros de las termas. Se levantaron a finales del siglo III y principios del IV, tenían una considerable anchura (4,6 metros) y estaban flanqueadas por 16 torres semicirculares. Rodeaban el perímetro de la península de Cimadevilla, menos la parte que estaba defendida por el mar: 850 metros en total.

© Francisco Martín

Murallas romanas de Gijón.

PARA DESCANSAR

En La Ermita de Deva (laermitadeva.com), un hotel con encanto en una soleada colina a 5 kilómetros de la ciudad. Cuenta con 8 habitaciones y 4500 metros cuadrados de jardín. Sobresalientes, los desayunos. Muy cerca de este, Quinta Duro (hotelquintaduro.com), un hotel rural en una casona señorial de 1870, con suelos de castaño, muebles de época y esculturas de Benlluire. Secuoyas, palmeras, acebos, cedros del Líbano, cipreses, tejos y pinos de Monterrey forman un auténtico jardín botánico, al que dan vistas sus 11 habitaciones. Silken Ciudad Gijón (hoteles-silken.com) es un moderno cuatro estrellas con piscina y spa junto a la estación de tren.

A MESA PUESTA

En la Plaza Mayor, a 100 metros de las termas romanas está La Galana (restauranteasturianolagalana.es), una sidrería tradicional, donde se come rica cocina asturiana. Cerveza artesanal, hamburguesas óptimas y excelente servicio, frente a la playa de San Lorenzo en Serendipia (Ezcurdia, 26, tel. 984 19 90 92). Y céntrico, para comer el mejor pescado de Gijón, V. Crespo (restaurantevcrespo.es), de ambiente marinero y platos de cuidada presentación.

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