OLIVENZA
A 26 kilómetros de Badajoz y entre dehesas, la Orden del Temple fundó en el siglo XIII esta ciudad que, debido a sus continuas disputas con nuestros vecinos, terminó siendo portuguesa durante varios siglos, hasta que en 1801 volvió a ser española, recuperando el curso del Guadiana su condición de frontera natural entre los dos reinos. Esa tradición lusa pervive se percibe todavía hoy en la estética de esta ciudad blanca y tranquila, de suelos adoquinados, casas enjalbegadas y elegantes arcadas, donde las calles conservan sus nombres en las dos lenguas.
En el entramado de su casco histórico conviven fortificaciones, murallas y atalayas con iglesias, conventos y capillas. Y todos son testigos de esa natural fusión de lo español y lo portugués que aún impregna el habla de los mayores y la gastronomía. Ejemplo de ello son el palacio de los Duques de Cadaval, que acoge el Ayuntamiento, con su singular puerta de estilo manuelino, que se ha convertido en el icono de la localidad. Pero también las construcciones religiosas muestran ese inequívoco aire portugués: la iglesia de Santa María del Castillo, la de la Magdalena y la Capilla de la Casa de la Misericordia, recubierta completamente por azulejería.
La fortaleza, que ya no es un freno para el invasor, recibe desde su torre del homenaje, de 37 metros, la más alta de toda la frontera que separaba los reinos de Castilla y Portugal. En el interior del primitivo alcázar y en edificios aledaños –como la Panadería del Rey– se encuentra el Museo Etnográfico González Santana, uno de los mejores de España en su género, donde podemos ver expuestas cerca de 4500 piezas en sus dos plantas y 30 salas temáticas de oficios y comercios del siglo XIX (museodeolivenza.com).
Para acabar el paseo por Olivenza, nada mejor que ascender por las gastadas piedras de las 17 rampas de la torre y, desde su impresionante altura, contemplar la retícula de sus calles, sus habitantes afanándose en sus quehaceres, y, un poco más lejos, intuir el río Guadiana, con sus aguas lentas, atravesar estas tierras de frontera.
ALCONCHEL
Continuando por la misma carretera, a solo 20 kilómetros, asalta la espectacular visión de la recortada silueta del castillo de Miraflores, erguida y desafiante, protegiendo aún la población de Alconchel. Este castillo roquero, en cuyo interior acoge el Centro de Interpretación de las Fortalezas, conserva su impresionante torre del homenaje, pero también el patio de armas, aljibes, mazmorras y capilla, fue levantado en tiempo de los árabes, reconstruido por los portugueses, para acabar siendo uno de los bastiones más importantes de la Orden del Temple. Sus increíbles vistas invitan a rememorar las múltiples luchas que tuvieron lugar en aquellos territorios.
JEREZ DE LOS CABALLEROS
Conduciendo hacia el sur unos 38 km por la BA-081 llegaremos a Jerez de los Caballeros, que dibuja en el azul del cielo las recortadas siluetas de las imponentes torres barrocas de sus iglesias, de más de 60 metros de altura, construidas en ladrillo y con ricos ornamentos de cerámica vidriada que juegan con los destellos del sol del amanecer o a la caída de la tarde.
Durante un tiempo, Jerez fue una de las capitales de la Orden del Temple y de su legado conserva la muralla, la alcazaba y la iglesia de San Bartolomé. Pero es la enorme fortaleza levantada sobre la antigua alcazaba árabe el mejor ejemplo de este esplendor templario, con su recinto amurallado y numerosos torreones, entre los que destaca la Torre Sangrienta.
Las calles y callejuelas de Jerez de los Caballeros esconden iglesias, conventos y ermitas, pero también aparecen jalonadas de palacios y casonas señoriales construidos por la nobleza jerezana a partir del siglo XIV: la Casa del Sol, el palacio de Guzmán Sotomayor, el de los marqueses de San Fernando, el de Rianzuela, el Solar de los Condes de la Berrona, la casa natal de Vasco Núñez de Balboa o las antiguas casas consistoriales de la Plaza de España.
Ya a las afueras de la localidad, a unos 6 kilómetros, podemos descubrir el sepulcro megalítico de la Granja de Toriñuelo, de la época calcolítica, un buen punto y final a esta ruta por territorios de frontera.
PARA DESCANSAR
En Olivenza, Heredero (hotelheredero.net) es un moderno hotel de tres estrellas situado a la entrada de la localidad. En Jerez de los Caballeros, dos buenas opciones son La Posada de las Cigüeñas (laposadadelasciguenas.com), que ocupa el antiguo convento de la Consolación con unas vistas extraordinarias desde sus terrazas y miradores, y Hacienda Arroyo La Plata (hotelarroyolaplata.com), a orillas del río Ardila.
Y PARA REPONER FUERZAS
Un referente gastronómico, tanto en Olivenza como en la vecina Badajoz, es Casa Maila (tel. 924 49 15 05), especializado en la cocina de Extremadura y tematizado en torno al toro. Y un clásico en la misma localidad, con una cocina sencilla, generosa y con productos de calidad, Dosca (tel. 924 49 10 65). En Jerez de los Caballeros, dos buenas propuestas son las de La Ermita (laermitajerezdeloscaballeros.com), en la antigua ermita del Cristo de la Vera Cruz, y el restaurante del hotel Oasis (hoteloasis.eu).
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