LA CIUDAD
La vida social de Valladolid se centra en la plaza Mayor, que sirvió de modelo para otras, como las de Salamanca y Madrid, y en la que se levanta el edificio del Ayuntamiento. Pero la ciudad tiene muchos otros imprescindibles, desde el entorno catedralicio, su otro cogollo monumental; a la plaza de San Pablo a la que asoma su iglesia (en la imagen) y dos de los más notables palacios, el Real y el de Pimentel y, muy próximo, la estrella de los museos vallisoletanos, el Museo Nacional de Escultura. Para relajarse entre tanto monumento, un paseo por el Campo Grande, el gran espacio verde de la ciudad, y para saborearla, el tapeo por sus bares.
OLMEDO
Por la llamada capital del mudéjar hay que pasear para disfrutar de sus murallas, de la espectacular iglesia de San Miguel, donde admirar la esencia de arte mudéjar y descender hacia su rincón más buscado: la cripta de la Soterraña, o buscar el monumento al Caballero de Olmedo y su Palacio, aquel al que el genial Lope de Vega situó en esta villa y que se ha convertido en su mejor embajador. El paseo hay que rematarlo con una visita al Parque Temático del Mudéjar, un singular recinto abarrotado de réplicas exactas de monumentos de Castilla y León. Levantado sobre las ruinas de un antiguo convento del siglo XII, el balneario de Olmedo cuenta con una piscina termal en el antiguo claustro.
CASTILLO DE ÍSCAR
El castillo de Íscar es hoy, sobre todo, su torre del homenaje, que domina desde lo alto una vasta extensión de pinares y se comunica en lontananza con el de Coca o el de Portillo. Se levantó a finales del siglo XIII, pero fue reformado con ahínco en el XV. Entre la sordidez de los muros, aguarda la sorpresa de una lúgubre mazmorra. A lo largo de todo el año ofrece una programación cultural y gastronómica y en su patio de armas acoge una cervecería que elabora cerveza artesana.
MONASTERIO DE LA SANTA ESPINA
El abrazo que se dieron en 1559 en este monasterio cisterciense de los Montes Torozos Felipe II, rey de España y de medio mundo, y Juan de Austria, héroe y artífice, entre otras cosas, de la victoria de la batalla de Lepanto, fue histórico. Dos hermanos que nunca se habían visto sellaban así sus lazos de familia por expreso deseo de su padre, Carlos I. Además de la espina de la corona de Cristo que cobija traída por Carlomagno desde Constantinopla, en el cenobio -hoy centro de enseñanza- se puede visitar su iglesia y, en uno de sus dos claustros, una exposición de mariposas e insectos de los cinco continentes.
MEDINA DE RIOSECO Y EL CANAL DE CASTILLA
Medina, la del Riosequillo, marca los límites entre Tierra de Campos y los Montes Torozos. En la Semana Santa vive su mejor momento, cuando saca a las calles gran parte de su valiosa colección de tallas, piezas y pasos procesionales. Pero en cualquier otra época, invita a descubrir las puertas que quedan de su antigua muralla, sus templos –especialmente la de Santa María Mediavilla, que es casi una catedral– y, sobre todo, a navegar en barco por esa gran obra de ingeniería que fue el Canal de Castilla.
CASTILLO DE LA MOTA
El perfil del que tuvo el honor de ser el favorito de los Reyes Católicos se contempla desde muy lejos. Pero de cerca, el castillo de Medina del Campo asombra por sus proporciones, su torre del homenaje, su soberbio foso y también sus salas interiores. Es el símbolo de esta villa comercial, «la de las Ferias», que guarda muchos otros tesoros artísticos, desde el monasterio de Santa Clara a la soberbia iglesia de San Miguel, el Palacio Real Testamentario (donde la reina Isabel otorgó su testamento), el palacio de los Dueñas, la plaza Mayor o las Casas Consistoriales.
VILLA DEL LIBRO DE URUEÑA
Sobre una colina de Tierra de Campos y rodeado por una muralla, Urueña tiene el honor no solo de ser conjunto histórico, también la única Villa del Libro de España. A cada paso se descubre una librería y sus propietarios son artesanos de la caligrafía, la ilustración, los mapas y los grabados. El corazón de la villa es el centro e- LEA Miguel Delibes, donde se suceden los eventos para los amantes de las letras.
PEÑAFIEL
La silueta del castillo bajo la que se cobija esta villa rodeada del paisaje de viñedos de la Ribera del Duero se adivina desde muchos kilómetros antes de llegar a ella. La que es una de las fortalezas más representativas de la arquitectura medieval española hoy acoge el Museo Provincial del Vino. A sus pies queda una encantadora localidad que es más que su castillo, con iglesias, callejas y, sobre todo, su plaza medieval del Coso.
BODEGAS
Los campos vinícolas en torno a Peñafiel conforman la milla de oro del enoturismo en Valladolid: la Ribera del Duero. Pero la provincia reúne también otras denominaciones de origen, cuyas bodegas ofrecen todo tipo de propuestas, desde conocer la arquitectura aérea en forma de racimo de Protos o dormir en el hotel-bodega Arzuaga a descubrir otras en torno a Rueda, como la bodega Javier Sanz, Campo Eliseo, Finca Montepedroso o Diez Siglos.
TORDESILLAS
Junto al río Duero, Tordesillas guarda un importante legado histórico y monumental, que por algo sus palacios, iglesias y calles han sido escenario de acontecimientos tan importantes como el reparto del mundo de los reyes de Castilla y Portugal a finales del siglo XV. Imprescindible es su Real Monasterio de Santa Clara, obra cumbre del mudéjar; la plaza Mayor, la iglesia-museo de San Antolín y también la de Santa María.