Cuenta la leyenda que, en busca de un rincón apartado para vivir su amor con Anfítride, Poseidón desgajó con su tridente un trozo de la isla de Corfú y dio origen a la de Paxos, que, con apenas diez kilómetros de largo y unos cuatro de ancho, es la joya menor del archipiélago de las Jónicas, en la costa occidental de Grecia. Un territorio que se preserva auténtico y sosegado, alejado del mundanal ruido.
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¿CÓMO ES PAXOS?
Paxos es pura esencia mediterránea. Lo es en sus tres recogidas poblaciones (Gaïos, Loggos y Lakka), en sus puertos con animadas tabernas y mesas con manteles de cuadros, en sus casas venecianas de tonos pastel y en los caminos interiores entre olivos centenarios que devuelven un aceite de insuperable calidad. Octubre es uno de los mejores meses para visitarla, cuando se disfruta de una mayor soledad (aunque la isla está bastante alejada de los circuitos turísticos) y el clima sigue siendo benévolo.
CÓMO LLEGAR A PAXOS
Tratándose de una isla pequeña y escondida, la manera de llegar a Paxos es a través de Corfú. Y aunque no existen vuelos directos a la más famosa de las Jónicas, se puede llegar vía Atenas. Desde Corfú, las opciones han de ser por mar, en ferris, catamaranes e hidroplanos (kamelialines.gr). Para quienes no quieran pernoctar, Sarris Cruises (sarriscruises.gr) organiza excursiones de un día desde Corfú a Paxos y Antipaxos.
EN VELERO O EN GOLETA
Las aguas del Jónico son ideales para navegar a merced del viento. A bordo de un velero o una goleta podemos recorrer el archipiélago, para lo que existen tres puertos de partida: Kalamata, el más lejano, en el golfo de Mesenia, Préveza, en Epiro, y el más cercano en Corfú. Es allí donde han de alquilarse las embarcaciones con o sin patrón.
Llegar a Paxos con las velas desplegadas es una bonita experiencia, sobre todo si se recala en sus playas de suaves guijarros y calas recónditas. En la menos accesible costa oeste la belleza es máxima, pues la erosión ha moldeado un paisaje digno de dioses: acantilados de cientos de metros de altura, arcos rocosos y unas espectaculares cavidades conocidas como cuevas azules. Esas que, según el mito, fueron provocadas por las puntas del tridente al incrustarse en la roca.
RUMBO A LAS CUEVAS AZULES
Si no podemos llegar en velero a Paxos, una práctica al alcance de todos es alquilar una embarcación a motor y adentrarnos por estas cuevas. Para coger esos pequeños botes no se precisa el permiso PER, sino tan solo el pago de una fianza que será devuelta después. Los puertos de Gaïos y Lakka andan sobrados de Rent a Boat donde adquirir estas lanchas y lanzarse a bordear la isla.
En pocos minutos las cuevas azules aparecen ante los ojos y la vida cambia por unos instantes. Sobre todo, cuando el bote (si es pequeño) penetra en el interior de las más altas y profundas para navegar entre sus paredes. Toca entonces darse un chapuzón porque los fondos marinos, incluso sin gafas, deparan nuevas tonalidades: las que proporcionan los rayos filtrados a través de las aguas.
ANTIPAXOS, EL ISLOTE HERMANO
Recorriendo estas cavidades uno puede echar el día entero, pero también recomendable es acercarnos a Antipaxos, un islote de apenas dos kilómetros, que recibe con dos playas increíbles: Vrika y Voutomi, que esconden peces de colores casi en la misma orilla. Un buen lugar para asistir a la caída del sol y dejarse contagiar definitivamente por las ensoñaciones del Jónico.
CORFÚ
Y ya que es el punto de partida para llegar a Paxos en ferri, conviene no perderse los encantos de esta isla, la más verde del archipiélago Jónico. Empezando por su capital, donde confluye la herencia de varias civilizaciones; avanzando por su interior con el monte Pantokrator y sus pueblos pintorescos; y terminando por la costa, con bonitas playas y calas enmarcadas por cipreses y olivos.
PARA EL DESCANSO
Torri e Merli (torriemerli.com) es, tal vez, el mejor alojamiento de la isla, un maravilloso hotel-boutique emplazado en Lakka, en una casona tradicional de piedra y rodeada de olivares. Tiene tan solo siete habitaciones sofisticadas con toques renacentistas y dispone de un apetecible spa entre jardines. Paxos Beach Hotel (paxosbeachhotel.gr) está a poca distancia de Gaïos, en una ladera que llega al mar, y cuenta con muelle privado, piscina, cancha de tenis, bar y restaurante, además de confortables bungalós y suites, muy apropiados para ir en familia. Una costumbre muy griega es el alquiler de casas particulares, con los servicios de un hotel; en la aldea de Vellianitatika, a poca distancia de Gaïos, existen dos muy recomendables: The Guesthouse y The Olive Press (paxosvillageretreat.com), equipadas con todas las comodidades.
A MESA PUESTA
Como en todo el país, la gastronomía es uno de los platos fuertes de un viaje por las Islas Jónicas, donde a los famosos platos tradicionales (ensalada griega, mousakka, sovlaki… y toda la variedad de sus ricos mezhedes o entrantes) se suma el sabroso pescado de la costa y una influencia italiana que se aprecia en el sofrito, un plato de carne salteada con ajos y salsa de vino. Vassilis Tavern (vassilisrestaurant.com) es un encantador restaurante en el pueblo pesquero de Loggos, donde comer un pescado fresquísimo. A apenas un kilómetro de Gaïos y a 50 metros a la derecha del Paxos Club Hotel, está la rústica taberna Karkaletzos, una de las preferidas de los locales, de la que se dice que ofrece la mejor moussaka. Nionios, en la plaza principal de Lakka, dicen que es la taberna más antigua de la isla, con una cocina abierta a la que los comensales pueden entrar para elegir la comida.
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