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Pueblos medievales para hacer un viaje en el tiempo


30 de septiembre de 2020 - 18:34 CEST
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ALBARRACÍN

No tiene grandes palacios, pero por las calles de este pueblo de Teruel corren tantas leyendas como almenas tienen sus murallas. O casi. El acceso al casco antiguo se hace por la plaza Mayor, desde aquí da un poco igual el camino tomar, porque todos resultan deliciosos. En el camino van saliendo al paso la catedral, el palacio Episcopal, el convento de San Esteban, las iglesias de Santiago y Santa María, además de algunas casas singulares, como la de la Julianeta, la del Chorro y la de la calle Azagra.

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PERATALLADA

No hay orden para visitar el que pasa por ser el conjunto medieval mejor conservado de Cataluña. Precisamente porque el trazado de este pequeño pueblo de Girona declarado conjunto histórico y protegido por un triple recinto de murallas y un foso que se conservan en muy buen estado es de lo más irregular. En torno a la plaza de les Voltes y la plaza Mayor se organiza el caótico urbanismo medieval, de las que parten sus callejones con caserones fortificados con galerías, arcos góticos y ventanales renacentistas que llevan al castillo, cuya torre cuadrada resalta imponente sobre los tejados de la villa.

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PUEBLA DE SANABRIA

En esta histórica villa medieval no solo hacen parada obligada quienes se acerquen al colindante Parque Natural del Lago de Sanabria es que, por méritos propios, tiene encantos suficientes para requerir su tiempo y su lugar en cualquier viaje por la comarca zamorana de Sanabria. El Macho, el torreón fortificado que despunta sobre el casco urbano, es su seña de identidad. En torno a él, murallas medievales que aún se mantienen en pie y empinadas calles con casas blasonadas que llevan a la plaza Mayor, donde se levanta la iglesia de Nuestra Señora del Azogue.

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AÍNSA

Un pueblo-museo concentrado en un pequeño espacio y resumido en un breve paseo. En una punta, su castillo fortaleza, en la otra, una de las cinco puertas que se conservan de la muralla. Y entre ambas, un conjunto medieval de callejuelas y casonas de piedra, algunas con escudos y ventanas geminadas, una encantadora plaza mayor y, asomada a esta, la iglesia de Santa María, que fue colegiata y desde cuya torre se admiran las mejores vistas de este encantador pueblo del Pirineo oscense.

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ALQUÉZAR

Desde el mirador de la carretera se contempla la mejor panorámica de esta villa medieval que rodea el cañón del río Vero. Es la más monumental y mejor conservada de la sierra de Guara y su monumento más importante, la colegiata de Santa María la Mayor, con un interesante claustro con frescos murales. Tras subir hasta lo más alto de este pueblo de Huesca y pasear tranquilamente por sus calles estrechas con arcadas llega el momento de disfrutar de la sierra, cuyos barrancos son un auténtico paraíso para los amantes de los deportes de aventura.

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BESALÚ

La imagen de su puente de piedra sobre el río Fluvià es la mejor tarjeta de presentación de este bonito pueblo medieval de la comarca de La Garrotxa, en Girona. Su judería, la plaza de la iglesia del monasterio de Sant Pere, los templos de Santa María, San Vicente y San Julián, el ayuntamiento, la casa Cornellà o los soportales de la calle Tallaferro son algunos de sus imprescindibles.

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FRÍAS

La silueta del altivo y original castillo de este pueblo burgalés, levantado sobre una inverosímil atalaya rocosa, preside una ciudad que el tiempo y la historia han convertido en un atractivo núcleo de sabor medieval.

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PEDRAZA

Amurallada prácticamente en su totalidad, el acceso a esta villa medieval segoviana se realiza por la puerta de la Villa. De su laberinto de calles sobresale la calle Real, flanqueada de vetustas casonas, que lleva hasta la plaza Mayor, el gran atractivo de la villa. Otro es su castillo, que hoy acoge el museo del pintor Ignacio Zuloaga. Y otro más su gastronomía, reputada gracias a la maestría de sus figoneros en el asado de corderos.

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SANTILLANA DE MAR

Más que una villa, Santillana parece un museo de piedra, animado eso sí por el trasiego de los que pasean por sus calles empedradas. En ella todo es monumental, desde los señoriales edificios que las adornan a su plaza mayor o la colegiata de Santa Juliana, el monumento románico religioso más importante de Cantabria.

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SIGÜENZA

Esta localidad de Guadalajara se adivina desde mucho antes de llegar a ella y lo primero que asoma a la vista es el castillo que tiene en lo alto, el mejor testigo de su historia, pues durante siglos fue residencia de los influyentes y poderosos obispos seguntinos y hoy parador. Desde sus puertas hasta el jardín de la Alameda, el paseo por esta villa es de lo más evocador, con callejuelas que aquí llaman travesañas, plazuelas con soportales y edificios monumentales que gustan a los que van en busca de conjuntos medievales.