Hay pocos lugares tan evocadores y mágicos como Hondarribia. La explanada de hierba que hay junto al castillo de Carlos V, en la plaza de Armas es un balcón con vistas a la bahía. Si miramos hacia atrás nos topamos con la historia a través de la torre de la iglesia de Santa María de la Asunción y el Manzano. Si miramos hacia delante corremos el riesgo de no olvidar la instantánea: la costa francesa y un Cantábrico inabarcable hasta donde alcanza la vista. Este es un excelente punto de partida para una experiencia que nos llevará a recorrer el último tramo de la costa vasca.
HONDARRIBIA: LUGAR DE CONTRASTES
Hondarribia (Fuenterrabía) son dos realidades en una: la Hondarribia medieval del casco histórico, cuya muralla encierra historias que parecen haber quedado atrapadas dentro con el paso del tiempo y que tiene como protagonistas la piedra, los escudos familiares en sus edificios, los adoquines y el silencio en sus calles estrechas que forman parte de un decorado.
La otra Hondarribia es el pueblo marinero, el que fue levantado con el esfuerzo de los arrantzale (pescadores), la que le ganó terreno al mar levantando el barrio de La Marina, donde no hay dos casas iguales, pero donde todas tienen algo en común: el blanco de sus fachadas y el color en sus detalles y contornos. Dicen que los pescadores pintaron sus balconadas y puertas con los azules, verdes y rojos de la pintura excedente de sus barcos. Es en esta Hondarribia donde se siente la brisa del Cantábrico y huele a mar.
Esas dos realidades se encuentran bajo la atenta mirada del monte Jaizkibel, que protege la ciudad con celo y hacia donde miran los hondarribiarras y los vecinos franceses de Hendaya para adivinar el tiempo, sin necesidad de isobaras, cada día al amanecer.
VILLA MAGALEAN: LA CALIDEZ DE UN HOTEL ÚNICO
Villa Magalean es el claro ejemplo de cuando un hotel se convierte en un destino en sí mismo. Pequeño en cuanto a número de habitaciones, inmenso en la cantidad de detalles que lo hacen único. Armónico y elegante, como su propietaria Caroline, que junto con la dirección del hotel ha conseguido crear un espacio único en Hondarribia, dotándolo de belleza y haciendo de sus confortables estancias un refugio donde encontramos la ansiada tranquilidad al final del día. Se trata de una villa de estilo neo-vasco de los años 50. El arquitecto Iñaki Biurrun dirigió la obra en la que respetó los estándares de construcción y decoración de sus orígenes: vigas talladas, balcones en hierro forjado, azulejos andaluces, molduras, frisos... El hotel cuenta con el Spa Henriette que no es de uso exclusivo de los huéspedes sino que está abierto al público, y que ofrece un paseo sensorial a quien disfruta de él.
NAVEGAR DONDE SE JUNTAN CIELO Y MAR
Entre las experienicas que propone Villa Magalean se encuentra la navegación desde el puerto deportivo de Hondarribia hasta Pasaia (Pasajes) a bordo del Lucretia, un velero holandés construido en 1927 con madera de teca, roble y caoba, que dos jóvenes marinos guipuzcoanos restauraron hace pocos años y que incorporaron a su flota de Ostarte Sailing (ostartesailing.com), con el objetivo de recuperar y compartir el patrimonio marítimo que desde hace siglos comparten estas dos poblaciones.
Se trata de una pieza única de 19,3 metros de eslora y de más de 180 metros cuadrados de superficie vélica que no ha dejado de navegar desde hace casi un siglo, que fue diseñado por el prestigioso arquitecto naval G. De Vries Lentsch Jr., creado con el propósito de regalar brisa marina a la hija enferma de su primer armador.
Durante tres horas que dura el paseo en este velero clásico hasta Pasajes, se bordean los impresionantes acantilados del monte Jaizkibel, y se lleva a cabo una degustación de deliciosos productos locales.
CONSTRUCCIÓN DE UN BALLENERO DEL SIGLO XVI
La entrada a Pasaia a bordo del Lucretia es una belleza. Este pequeño pueblo repartido entre dos orillas mira al mar esperando la llegada de los barcos cuyo tránsito es permanente.
Nuestro velero se detendrá en el mismo muelle de la Factoría Marítima Albaola (albaola.com), donde se construye una réplica exacta de la nao San Juan, un ballenero del siglo XVI, que es un ejemplo de los primeros buques de carga transoceánicos que zarpaban del País Vasco hacia Terranova y que se hundió en 1565 en la costa canadiense.
La visita a Albaola permite, no solo asistir al proceso de construcción de este barco que cuenta con el patrocinio de la Unesco, sino la posibilidad de ver trabajando a más de una veintena de alumnos procedentes de todo el mundo que cursan aquí sus estudios de carpintería de ribera, navegación, entre otras cosas.
GUÍA PRÁCTICA
Dónde dormir
El hotel Villa Magalean (villamagalean.com/es/) cuenta con ocho habitaciones y suites de lujo con terraza o balcón, que además se pueden unir de dos en dos para convertirlas, bajo demanda, en pequeños apartamentos de dos o tres habitaciones. La experiencia de navegación por la costa vasca se realiza de abril a octubre y la propuesta incluye: alojamiento, visita privada a Hondarribia, cena degustación en el Restaurante Mahasti, navegación a bordo del velero clásico Lucretia y visita privada a la Factoría Marítima Albaola (bajo reserva previa y a partir de 360 €/persona en temporada media y 385 € en temporada alta).
Dónde comer
El chef Juan Carlos Ferrando firma la carta con propuestas elaboradas con un producto de temporada del restaurante Mahasti Gastronomic Wine Bar del hotel Villa Magalean (villamagalean.com/es/restaurante). Además de carta cuenta con un menú degustación que supone un viaje delicioso al corazón del País Vasco. La cuidadísima bodega, mimada por los propietarios del hotel, expertos en vino, es excepcional.
Otra sorpresa para el viajero es la Gastroteka Danontzat (gastrotekadanontzat.com), en el casco histórico de Hondarribia. Carta variada y de calidad y trato excelente.
En Pasaia el restaurante Casa Cámara (casacamara.com) es un clásico del pueblo, con un entorno único a orillas de la ría y con un producto de calidad.
EN GUIPÚZCOA NO TE PIERDAS...
Villas marineras, playas, flysch... y otros top de Gipuzkoa
Hondarribia, un pueblo marinero para pasarse el verano junto al mar
Diez playas vascas para pasear, bañarse o bailar al son de las olas