CONVENTO DE SAN PABLO, CUENCA
La mejor foto de Cuenca, con las Casas Colgadas sobre la hoz del Huécar, es la que admira desde el puente de San Pablo, una estructura de hierro a 40 metros de altura que comunica desde mediados del siglo XVI la ciudad vieja con el convento homónimo. El que fuera construido en 1523 para la orden de los dominicos hoy acoge el Parador de Turismo y regala desde sus estancias una postal inigualable de la ciudad.
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ERMITA DE LA MARE DE DÉU DE LA PERTUSA, LLEIDA
La Pertusa es solo una pequeña capilla románica dedicada a la Mare de Déu, pero en un enclave que no puede ser más espectacular, junto a los restos de un castillo y en lo alto del Congost de Mont-Rebei, el desfiladero formado por el río Noguera Ribagorçana que delimita las provincias de Huesca y Lleida y se asoma al embalse de Canelles. Además, es un buen lugar para observar el vuelo de pájaros como el águila real, el buitre, el halcón peregrino y el quebrantahuesos.
SANTUARIO DEL FAR, GIRONA
El emplazamiento de este santuario del siglo XI no puede ser más espectacular, pues está ubicado en la punta de un gran risco de la comarca de La Selva, a 1112 metros de altura y con unas magníficas vistas sobre el pantano de Susqueda, Tavertet, las Guilleries y la sierra del Montseny. De ahí lo de su advocación a la Virgen del Faro, representada por una imagen gótica de alabastro. A sus pies, el pueblo de Sant Marti Sacalm.
BASÍLICA DE COVADONGA, ASTURIAS
La ruta más conocida de la vertiente asturiana de Picos de Europa es la que lleva a la basílica y los lagos de Covadonga. A 20 minutos de Cangas de Onís, por la carretera A-262, se alcanza el que es uno de los principales centros de peregrinación cristiana en Asturias. La basílica, de finales del siglo XIX, preside una amplia explanada, pero hay que entrar en su interior para admirar la cripta y también la interesante colección de piezas de arte y orfebrería que guarda su museo (santuariodecovadonga.com). A pocos metros de ella está la cueva donde se venera a la Santina, la patrona de Asturias, y en la que, según la tradición, se acuartelaron las tropas de Pelayo antes de la batalla que marcó el inicio de la Reconquista. Veinte kilómetros más arriba esperan los lagos Ercina y Enol, de origen glaciar.
SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA HOZ, GUADALAJARA
A 10 kilómetros de Molina de Aragón, y en el Parque Natural del Alto Tajo, el barranco de la Hoz, ese gran cañón de piedra arenisca por el que se abre paso en Guadalajara el río Gallo, principal afluente del Tajo, abraza el santuario de la Virgen de la Hoz (virgendelahoz.es), rodeado de una frondosa vegetación de ribera. Desde él parte un camino de escaleras tallado en la roca y con miradores a distintas alturas que se asoman a un abrupto paisaje prodigioso de color rojizo.
ERMITA DE SAN TELMO, ZUMAIA, GIPUZKOA
Desde la ermita de San Telmo, asomada a la playa de Itzurun, de fina arena dorada, uno no puede por menos que sentirse a las puertas de un litoral único. Y así es, porque en los imponentes acantilados que envuelven este arenal rico en yodo –y continúan hasta Deva– se esconde un singular tesoro natural: millones de años de historia geológica escritos en sucesivos estratos rocosos que la acción continua del mar ha dejado al descubierto y que se conocen con el nombre de flysch. Estamos ante uno de los tramos más espectaculares del litoral guipuzcoano.
MONASTERIO DE MONTSERRAT, BARCELONA
A 50 kilómetros de Barcelona, Montserrat es mucho más que un lugar de peregrinación para rezar a la Moreneta. Unos ochenta monjes benedictinos habitan el cenobio dedicado a Santa María y situado en lo alto de los riscos, al que se accede en teleférico. En él no hay que perderse su museo, el nuevo espacio audiovisual y, sobre todo, el canto de la Escolanía, que, tres veces al día, participa con sus cantos en los actos litúrgicos del santuario (montserratvisita.com). El entorno de Montserrat, presidido por peculiarísimos macizos de granito y protegido como parque natural, propone numerosas excursiones, como las que llevan al Cavall Bernat, la Tebaida o Sant Jeroni, o el tramo del Camino de Santiago que lo atraviesa.
ERMITA DE SAN BARTOLOMÉ, SORIA
Pocos rincones hay en la península que conciten tal cúmulo de sensaciones como el cañón del Río Lobos, en Soria. A la belleza de un paisaje tallado con paciencia infinita por la erosión se suman las leyendas que justifican la presencia, en el rincón más hermoso del desfiladero, de esta ermita medieval repleta de grabados y símbolos, la de San Bartolomé. La que formó parte de un cenobio templario es una pequeña joya dedicada en su origen a San Juan de Otero e inmersa en un espacio natural único.
ERMITA DE SAN FRUTOS, SEGOVIA
El río Duratón que, nada más nacer en la frontera entre Madrid y Segovia, forma una de las mayores cascadas de España, el Chorro de Somosierra, al pasar por la localidad segoviana de Sepúlveda se encañona durante 25 kilómetros entre los acantilados calizos de 70 metros de altura de las famosas hoces del Duratón, donde, para dar más vértigo y espectáculo a este entorno, anida la mayor colonia de buitres leonados del mundo. En uno de los meandros y dominando un paisaje tremendo se sitúa la ermita románica de San Frutos, a la que podemos llegar desde el pueblo de Villaseca.
IGLESIA DE SANTA MARÍA, SIURANA, TARRAGONA
La calle Mayor de este bonito pueblo medieval colgado en una peña en el corazón de la comarca del Priorat y con su silueta recortándose en el cielo desemboca en este templo románico construido entre los siglos XII y XIII tras la llegada de las tropas del rey Ramón Berenguer IV. Erguida majestuosamente en medio del pueblo, se puede observar en sus muros el excelente trabajo de los canteros medievales en su portada. Pero más allá, Siurana es toda una invitación a viajar a la Edad Media y a descubrir una de las leyendas más fascinantes de la Costa Daurada, con una noble morisca como protagonista.